Little Wishes

31. Mal sabor

Karol

Horas antes

Valentina está guapísima.

Su abrazo parece que me fuera asfixiar. Además está diciéndome un poco de cosas que ahora mismo no logro entenderle por lo rápido que habla.

—Ya, Valu.

—Es mejor que ahora no hables.

Me separo solo para ver cómo limpia una lágrima traicionera y no la puedo culpar porque yo estoy en el mismo estado. La había extrañado mucho.

Algunas personas nos ven entre extrañados y consternados. Agustín no se encuentra pero sé que es minutos llegará.

La rubia me toma de las manos para llevarme a una mesa. La detallo mejor y puedo ver cómo ha crecido algunos centímetros, está delgada como siempre y más rubia que nunca. Es notorio como los años hacen que se vea mayor pero igual de hermosa .

—Eres una maldita. Nunca me dijiste que venías.

—Era una sorpresa.

He decidido que aún no mencionaré mi compromiso por lo que mi anillo está guardado en mi cartera. Solo ruego recordar ponérmelo antes de verme con Fabrizio.

Siento que va a venir un regaño de su parte así que me preparo mentalmente.

—No me jodas.

Esa voz hace que me gire pero no por mucho ya que tengo al hombre plantado frente a mí en segundos.

—Agus...

Me levanto para recibir otro abrazo que me deja alzada por unos segundos cuando mis pies dejan de tocar el suelo.

—Esto es...guau.

Parece que no se lo cree cuando me suelta y toma siento a un lado de su novia.

Me acribillan con sus preguntas pero no doy muchos detalles del por qué estoy aquí, aunque es tonto que no diga que me he venido a casar cuando ellos ya forman parte de mi lista de invitados.

Agustín es quien se levanta a pedir dos cafés, me cuentan que pasan aquí sus tardes libres. Valentina responde algunos correos ya que hoy no tenía pasantías pero la chica con la que comparte una pequeña oficina sí y necesitaba algunos datos.

Las horas se pasan volando y a las cuatro y algo Agustín se disculpa con nosotras y se va, despidiéndose de su novia.

Valentina me invita a cenar en su departamento y solo me toma un segundo decidir que si y mandarle un mensaje a mi prometido. Es por eso que pasamos por una pizzería y al llegar a su casa, nos acomodamos mejor.

—Hace meses nomás me mudé a este lugar junto a Agus. Aunque él ahora está yendo y viniendo desde la universidad.

Solo faltan unos meses y terminan, eso es lo que entiendo.

Me da un resumen rápido de lo que ha pasado con los demás y me alegro. Todos siguen en Roma y a veces unos fines de semana vienen o ellos van.

—¿Has venido sola?

Me pongo nerviosa apenas formula la pregunta.

—No, he venido con mi novio.

Se sorprende pero en segundos dibuja una sonrisa.

—Me alegro por ti.

Seguimos comiendo y le ayudo a enjuagar los platos que ensuciamos. La noche ha pasado rápido así que creo que es momento de irme.

Pero cuando estoy por despedirme su celular suena.

—Verónica. — saluda alegre.—No, no me di cuenta...ahora mismo voy para allá y te envío.