39. Paz

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Ruggero

No deja de mirarme y eso hace que me ponga nervioso.

Sus ojos verdes siempre han sido mi debilidad, desde hace mucho.

Sabía que estaría aquí. Apenas Agustín me llamó para decirme que Karol dijo que no, me tuvo corriendo. Y sé que cuando está enojada o quiere pensar, lejos de todos, busca un lugar así. O es lo que buscaba cuando tenía esos momentos que eran muy pero muy pocos.

A Karol le gusta el olor del mar y el atardecer, pese a que este se sienta diferente por la brisa fría que está soplando.

—¿Cómo te sientes?

—Enojada y decepcionada.

Deja sus tacones a un costado y empieza a dibujar formas en la arena.

No entiendo porque lo dice.

—¿Contigo misma?

Se voltea con la intención de golpearme. Lo noto en sus ojos.

—¿Qué?— levanto mis hombros para hacerle entender que me perdí en esa parte.—Ay cierto, como te fuiste no viste todo el show.

Sonríe regresando su mirada al mar pero es obvio que sigue molesta.

—¿Qué pasó?

Suelto la pregunta con temor a que me acribille.

—El estúpido de mi prometido tiene un hijo y ni siquiera sé en qué momento me engañó como para no darme cuenta de eso.

Guau, eso sí que no me lo esperaba.

—Es por eso que no te casaste.

Sé que dijo que no antes de todo ese escándalo.

—No...—sigue jugando con la arena, ahora hablando en un tono más bajo.—No quería casarme.

El latir descontrolado de mi corazón me pone en evidencia, removiéndome en mi lugar y haciendo que me ponga de pie.

—Ven conmigo.

Le extiendo la mano pero no se anima a tomarla. Así que en un impulso tomo su mano y la jalo, sin lastimarla, para que quede a mi altura y empiece a seguirme el paso.

—No, espera. Recién corrí de mi boda.

Señala su vestido que tiene algunas manchas por lo que estuvo sentada en la arena.

—Necesitas despejarte.

Parece que su molestia se esfuma y sonríe de manera genuina.

—No sé cómo puedo hacerte caso a estas alturas.

Me encojo de hombros mientras sonrío y empiezo a caminar.

Aun no tengo un lugar pensado donde llevarla o que haremos pero cuando subimos al auto pienso algo rápido, siendo consciente que bien lo puedo arreglar o la termino de cagar.

***

El lugar no queda tan lejos pero eso no impide que Karol termine dormida.

Verla en ese estado tan pacifico me llenar de una paz increíble. Su respirar lento solo hace que me acomode mejor en el asiento y no desee despertarla porque eso sería arruinar la gran vista que tengo.

Karol es una persona que irradia luz y calma, e incluso que cuando está enojada se vea tan linda y tierna, no sé si es por lo roja que se pone o la altura que posee.

Un duende tiernamente enojado.

Pero también algo que experimenté fue su verdadero enojo, su manera de hacerte sentir mal con palabras. O más bien lo duro que puede ser que ella, precisamente ella, te borre de su vida.

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