Capítulo 34

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El recuerdo que viene a continuación no sucedió realmente en la novela, como les dije en la intro, añadí y cambié algunas cosas.

Esta escena se podría ubicar poco después de cuando Ivana anuncia su embarazo a Jose Miguel frente a Valentina.

FLASHBACK

- Bonita, tienes que creerme... Yo jamás estuve con Ivana.

- Pero eso es lo que ella dice, y que mal que lo niegues Jose Miguel. - La mujer molesta intentó salir de la cabaña, pero él la alcanzó a tomar del brazo.

- Yo jamás te fallaría, porque significas todo para mí. - Dijo mirándola a los ojos, e intentando convencerla de su inocencia.

Valentina bajó la mirada, que amenazaba con llorar, su corazón se encogía pero a la vez saltaba de emoción al oir esas palabras. Se moría por creerle, pero algo en ella le impedía hacerlo.

- Te amo... Más de lo que imaginas Valentina.

- Pero me traicionaste, ¡Y con mi prima!

- ¡Ya te dije que no es cierto! - Exclamó sacado de quicio. - Es un invento más de ella, no se porqué está empecinada a decir eso. Yo no me quiero separar de ti...

Él la sujetó por ambos brazos mirándola directamente a los ojos, eso trataba.. A pesar de que su mirada estuviera en el piso. Ella estaba mal.

- Yo tampoco quiero eso. - Dijo la castaña en un hilo de voz, y mirándolo igualmente. - Pero...

- Pero nada bonita... Confía en mí, por favor. - Le suplicó Jose Miguel poniendo sus dedos sobre la fina boca de ella.

Valentina se rindió ante su tacto y se abrazó a su cuerpo fornido, llorando sin consuelo. Él por su parte la estrechó fuertemente para luego separarla un poco, mirándola de frente otra vez, limpió aquellas lágrimas que tenían su bello rostro empapado, le dio una sonrisa pequeña pero reconfortante. Luego miró sus labios, y no contuvo las ganas de besarla que tenía desde que habían entrado a la cabaña.

Valentina sintió desvanecerse, había estado deseando tanto sus besos nuevamente, que ahora no pudo resistirse, y se dejó llevar.

En poco tiempo el beso se intensificó y las manos de él rápido buscaron los botones de la blusa que traía puesta, quitándolos con prisa y haciendo que la prenda de ligera tela, cayera al suelo. Ella hizo lo mismo, o trató de hacerlo... Estaba tan triste que no se sentía capaz de hacer nada, sólo quería dejarse llevar.

A los pocos segundos, él la abrazó efusivamente y cargó sobre su cadera, ella era liviana, aunque se veía realmente fuerte... Con pasos apresurados caminó acercándose a la pared, apoyándola ahí. Valentina lo abrazó con fuerza, mientras él seguía besándola, se hundió en su cuello aspirando su perfume tan exquisito y varonil, y sus manos se deslizaban de arriba y abajo por la espalda de él. Jamás se había sentido así, mezclaba sus lágrimas con la intensidad del momento, estaba dejando su corazón allí.

Tampoco lo había hecho nunca de esa manera, tan instintiva y necesaria, como si ambos en ese momento dependieran de eso para vivir.

Jose Miguel se adentró en ella, haciendo que la mujer liberara un suspiro, él se sentía al igual que ella, sentía como si el amor se les fuera de las manos, como si el tiempo para ellos estuviese a punto de acabar. Se movía rápidamente, y tal vez, con un poco de fuerza, haciendo que las manos de ella se hundieran en su piel y los jadeos no se hicieran esperar.

Valentina ahogó un gemido en la boca de su amante, y los besos algo agresivos de él se enjuagaron con las lágrimas que había derramado ella. Se amaban con total desesperación.

Veneno en la sangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora