Capítulo 10

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POV BÁRBARA

- Mi alma, gracias por aceptar esta cena en tu honor. Esto no es nada comparado con todo lo que te mereces por cuidar de nosotros y ser la señora de esta casa.

Ay que ridículo, ya callénlo.

- Gracias vida. - Dije fingiendo estar convencida de sus palabras.

- Se que aún estás algo sentida conmigo, pero te juro que haré todo lo posible para remediar lo que hice. - Que idiota, como si la humillación que me hizo pasar la pudiera deshacer. - Quiero que estemos bien.

Sonreí, y creo que algunos se dieron cuenta de que lo hice con hipocresía.

- Sí, claro... - Murmuró Camilo.

Ese era otro idiota que ya me metía fastidiada.

- Camilo, no empieces. - Añadió Fernanda.

- Ya... Me callo. - El muy estúpido estalló en risas, ¡Odiaba que hiciera eso!

Creo que sería el que primero mandaría con su madre.

Ignoré sus carcajadas y llamé a Tomasa, ordenándole que ya nos sirviera la cena. La noche sería larga.

*

Hacienda Los Cascabeles

El panorama en la casa grande era realmente tensionante, habían silencios largos, llantos desesperados, y amigas desmayadas. Parecían estar todos viviendo un gran duelo, un velorio sin estar el muerto presente.

Hace tres días la dueña había desaparecido sin dejar rastro alguno, sin despedirse, ni decir absolutamente nada, sólo se esfumó. Muchos trabajadores la habían buscado por todos los alrededores de la hacienda, sin tener éxito, buscaban aunque sea su cuerpo, pero ni siquiera eso pudieron hallar.

Lo único que quedaba de ella, era Altanero. El caballo pura sangre color azabache que de alguna manera había logrado llegar hasta la hacienda en donde solía estar. Un solitario caballo sin jinete que alertó a todos en los cascabeles, y dio una nueva luz de esperanza a la familia de Valentina.

- Tenemos que encontrar a mi sobrina, la angustia va a acabar conmigo... - Doña Isabel lloraba con desespero en la sala de la casa, junto a ella estaban Don Ernesto, Gabriela, Sandra, Sabino, Alonso, y Horacio.

- Sólo me pregunto en donde estará, ¿Qué se hizo? Ella no pudo haberse ido así como así... - Dijo Don Ernesto sembrando la duda. - ¿Será posible que haya sido interceptada por ahí?

- Mi amiga no tenía enemigos... - Gabriela tomó la palabra. - Tal vez tuvo sus roces con la mamá de José Miguel, y otras personas, hasta la misma Ivana, ¿Pero de ahí a secuestrarla?

En este instante, la susodicha bajó por las escaleras, entrando en la conversación.

- A mi no me convendría llevarme a mi prima, ¿Qué ganaría con eso? Al fin y al cabo José Miguel ya la dejó. - Dijo la mujer sentándose coquetamente. - Además, no creo que alguien quiera hacerlo... ¿Para qué? Deberíamos hacernos a la idea de que se largó, o pasó a mejor vida.

- ¡Cállate Ivana! ¡No digas estupideces! - Gabriela se levantó furiosa del sillón, acercándose a Ivana con intención de golpearla.

Isabel la detuvo.

- Tranquila Gaby. - Luego miró a su hija, con dolor, decepción. - Ivana, por favor, no nos mortifiques más, y deja de traer malos presagios, por Dios. Yo estoy segura de que Valentina pronto aparecerá... Sana y salva.

- Deberías largarte de aquí.

- Hasta desaparecida y posiblemente en peligro tu prima, sigues envidiándola y queriendo su desgracia. - Sandy le reprochó a la mujer.

- ¿Envidiarla? Claro que no. - Dijo descaradamente Ivana. - No creo que Valentina la esté pasando muy bien que digamos, si alguien la tiene, seguro que no hará cosas buenas con ella.

La maestra ardió en ira y sin previo aviso abofeteó a Ivana, haciendo casi eco en toda la sala. La mujer quiso devolverle el favor intentando golpearla, pero Gabriela la contrarrestó empujándola sobre el sillón.

- Otro chistecito de esos y me olvido de que soy una educadora. - Dijo amenazante señalando la alta mujer.

- ¡A mi no me golpeas maldita! - Nuevamente Ivana se lanzó contra ella pero la pelirroja la empujó.

- Tranquilos todos... Discutiendo no solucionaremos nada. - Añadió Don Ernesto tratando de calmar el ambiente. - Ivana, muchacha... Por lo que más quieras, retiráte, no nos estás siendo de mucha utilidad. Por favor...

- Vete Ivana, hazlo aunque sea por mi... Si es que de verdad me quieres. - Dijo su madre.

La mujer finalmente se fue, aunque murmurando y maldiciendo a algunos.

- ¿No hay alguna posibilidad de que se haya ido tras José Miguel? - Preguntó esperanzada Sandy.

- No lo creo, mi amigo no me ha dicho nada. Desde que se fue ni ha llamado.

- Está muy claro que a ese hombre no le importa mi sobrina.

- De todas formas lo voy a llamar para preguntarle si no se le ha aparecido por allá. - Horacio ignoró lo último que había dicho la señora.

Doña Isabel, que estaba pensativa, miró a todos con preocupación.

- Rosendo... No se ha sabido más de él, ni se le ha visto. ¿Y si ese hombre tiene a Valentina?

*

POV VALENTINA

Tenía muchísimo frío, y me sentía fatal, ni siquiera tenía fuerzas para moverme. No había querido comer nada desde que él me trajo aquí, lo poco que había ingerido había sido bajo amenazas, amenazas terribles que me hacían recordar mi desgracia.

Ya la había cumplido una vez, siendo más horrible que aquella noche. Y yo no quería sufrir más.

Estaba cubierta con lo que restaba de mi ropa, además de una cobija sucia y polvorienta. Llevaba mucho sin asearme, así que suponía que estaba vuelta nada. Además de las heridas, los golpes, y la sangre.

Rosendo había salido desde la mañana, bueno, ni siquiera podía saber la noción del tiempo, pero él lo había dicho. Era mi oportunidad de escapar, si tan sólo me pudiese mover.

Tendría que salir de ahí, aunque sea arrastrándome.

De lo contrario aquel hombre me volvería a decir cosas feas, me lastimaría, seguiría diciéndome que ya era su mujer.

Estaba consciente de que mi estado no era muy alentador, tenía fuertes dolores, fiebre, mareo, y una tos seca insistente, además mis piernas no respondían como yo quería que lo hicieran, pero me rehúsaba a dejarme morir ahí.

La vida para mí ya no valía nada, pero la muerte valía mucho.

Y si debía morir, lo haría de una manera digna, como la dueña y señora que soy, la mujer altanera, poderosa y temida. No tirada en una cueva o en el monte, con el cuerpo vuelto mierda, la dignidad por el suelo, ultrajada, humillada y rota.

Veneno en la sangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora