Capítulo 60

427 46 45
                                    


- ¡No puedes hacer eso! - Exclamó consternada Bárbara golpeando la mesa con las manos. Luego se recompuso y respiró hondo. - No es posible.

- ¡Tu no me vas a decir que puedo hacer y que no! - Le gritó de vuelta Artemio. - Además, ¿Qué interés tienes en ella? No la soportas..

- Ella es mi carta de salvación con Franco Santoro, si le quedo mal echaría por tierra nuestra alianza.

- Así que es por él... ¡No me interesa! Es más, ese tipo ya no nos sirve, por mí puedes eliminarlo. - A Bárbara se le heló la sangre al escucharlo. - ¿Qué? Te pusiste pálida Rebeca.

Bárbara lo miró sin parpadear.

- ¡Rebeca! - Gritó nuevamente el hombre. - Habla de una vez.

- No lo voy a sacar de la jugada, él es mí pieza clave.

- No me importa, las piezas las muevo yo, no tú. - Agregó. - Así que soy yo quien decido quien está en esto y quien no. Ya te dije, eliminalo.

- Lo haré cuando a mí me convenga. - La pelinegra se puso de pie, ya se iba.

- No le dirás lo de Liliana..

- Claro que no. Porque usted no se la va a llevar... - Lo miró desafiante, buscando sacarlo de su centro. Una pequeña sonrisa se dibujó en el rostro de la morena.

- Estás jugando con fuego Rebeca, y te...

- Quemada ya estoy.

- Rebeca...

-  No se la va a llevar. - Repitió determinante. Y se retiró de la sala mientras lo miraba con seriedad.

*

Hacienda Los Cascabeles

Una lluvia inclemente caía sobre la árida zona del pueblo y sus alrededores, refrescando el ambiente y llenando de humedad los suelos secos de esas tierras. La noche se tornaba fría, y la lluvia casa vez parecía ganar intensidad.

Apenas eran las 7:00 de la noche, en la sala de la casa todos conversaban de manera amena mientras esperaban por el cese de la lluvia. Jose Miguel al igual que muchas otras noches, estaba ahí.

- Cómo me has sorprendido hija.. - Exclamó la señora Isabel tomando las manos de su sobrina, quien estaba un poco callada. El ambiente estaba tan tranquilo y relajado que no quería arruinarlo por nada, pero verdaderamente ya no soportaba a Ivana tan cerca de su prometido.

- ¿Por qué? - Preguntó Valentina mirando a su tía y desviando su atención hacia ella. Trató de sonreír. - ¿Pensabas que no se hacer nada verdad?

- Pues sí jajajajaja... - Soltó una risa la mujer. -  No sabía que cocinabas tan bien..

- Deberías aplicarte tu también Ivana.. - Añadió Gabriela.

- No soy de estar en la cocina, eso no es para mí.

- Parece que nada es para ti.. - Susurró Valentina. - En fin, no cocino bien tía, sólo sé hacer ese pastel porque me lo enseñó mi mamá. ¿Te acuerdas que le gustaba mucho?

- Si.. si... El preferido de ella. - Dijo Isabel con una sonrisa nostálgica. Luego miró a su sobrina y le tomó las manos. - Pero si parece que heredaste sus manos benditas.. Mi niña.

La castaña sonrió.

Hoy se sentía muy bien, por primera vez en mucho tiempo.

- Y adivinen quien va a ser el más beneficiado de esas manos benditas... - La maestra miró a Jose Miguel, él negó con la cabeza riendo.

Veneno en la sangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora