Capítulo 11

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Otro en compensación de los días que tardé en actualizar :)

Valentina miraba a su alrededor pensando en todo lo que le había sucedido en menos de dos semanas, estaba tratando de hacerle entender a su corazón que sus sentimientos ya no valían nada. Que amar con tanta intensidad a José Miguel, sólo le hacía muchísimo más daño del que imaginaba, que tener que olvidarlo y olvidarse de todo lo que él había movido en ella, la estaba matando.

Al igual que vivir en la oscuridad que ahora habitaba, en donde era una mujer sin alma, sin cuerpo, una mujer que ya no se pertenecía. Todo le había sido arrebatado.

Sólo le quedaba su nombre, el que precedía a su ostentoso apodo.

La dueña.

Y por ese nombre aún podía luchar, para demostrar que ella no era fácil de destruir, que la hierba mala nunca muere. Aunque ella ya hubiese muerto.

*

Hacienda Elizalde

- Propongo un brindis por mi esposa, por ser el sostén de este hogar, por ser mi compañera y mano derecha en todo. - Gonzalo tomó la mano de Bárbara, ella la aceptó con recelo. - Y aquí, enfrente de todos... Quisiera pedirte perdón mi alma, tu no te mereces lo que pasó, fui un estúpido al humillarte de esa manera, no se como la ira me cegó.... Te juro por lo más sagrado que yo no soy así.

- Gonzalo...

- Por favor perdóname, y perdona a mis hijos si alguna vez te han ofendido o lastimado.

- Que escena tan cursi papá. - Camilo estaba a punto de reír como siempre lo hacía, pero Fernanda le miró sería.

- Tu cállate Camilo, me has decepcionado muchísimo. Además de que has estado robando a Lactos, te atreviste a seducir a mi mujer.

Bárbara miró hacia otro lado.

La mesa estaba apunto de volverse un campo de guerra.

- ¡Yo no he robado nada!

- ¡Bárbara lo ha descubierto todo! No mientas más y deja de burlarte de esta familia.

- Como tu propia mujer lo dice, ¡Eres un imbécil papá! Esta maldita mujer se ha estado burlando de ti durante mucho tiempo, y ahora resulta que le darás crédito a lo que dice.

Bárbara por primera vez tuvo miedo de ser expuesta, y no por el idiota de Gonzalo, sino por lo que Artemio podía llegar a hacerle si se enteraba que su "matrimonio" con su medio hermano tenía problemas.

- ¡Tu no sabes nada Camilo! - Gritó la mujer con rabia y a punto de llorar, victimizarse era lo único que le quedaba. - ¿Cómo puedes acusarme de esa manera cuando tú mismo me has estado acosando?

- Es cierto. - Fernanda intervino, y con sólo dos palabras silenció la algarabía que se había formado.

Franco estaba anonadado viendo todo el show desde un extremo de la mesa, trataba de ignorar lo que sucedía a su alrededor, aunque tenía la oreja puesta.

- Yo lo sé todo Camilo, Fernanda lo ha visto, y Bárbara me ha contado. - Gonzalo volvió a tomar la palabra, pero esta vez bajó la voz. - Lo que estás haciendo no lo merece ninguna mujer, menos Bárbara que ha visto por nosotros desde hace años! Antes de que se te ocurra ponerle una mano encima, te largas de esta casa y me dejas todas tus tarjetas y cheques en este mismo momento sobre la mesa.

... No quiero que nada arruine la noche de mí esposa.

La hiena, sonrió.

Después de aproximadamente una hora, el ambiente se había tranquilizado. Gonzalo obligó a Camilo a dejar la casa y con ello, todos sus beneficios, no quería seguir viendo a la decepción de hijo que tenía, y menos que este se atreviera a hacerle algo a su esposa.

POV BÁRBARA

Al fin aquel inútil se había ido, aunque estoy segura que el muy estúpido querrá vengarse de mí. Aquello no me preocupaba, él era un cobarde y yo era una mujer entrenada para matar.

Por el momento no quería hacerlo.

Pero lo haría.

La cena ahora estaba mucho mejor sin él y sus insinuaciones, sobretodo sus intrigas y el hecho de que casi me delata. Eso sería mucho más terrible de lo que parecía, no sólo haría que Gonzalo dudara de mí, sino que mi matrimonio podía desestabilizarse, y Artemio me lo haría pagar con lágrimas de sangre.

Porque con el mismo arsenal con el que me había entrenado para hacer rodar cabezas, era con el que me castigaba cada vez que no le parecían mis actos.

Eso había sucedido varias veces en mi vida, y era como probar el mismísimo infierno.

FLASHBACK

- ¿Cómo vas con Gonzalo, Rebeca? ¿Cuando te casarás con él? - Preguntó Artemio mirándome fijamente.

No sabía como decirle. Tenía miedo.

Se suponía que debía ser de hielo, sin sentimientos, una máquina de matar. Pero aún el recuerdo de mí bebé me atormentaba, y lograba desconcentrarme de mis fines.

- Habla Rebeca, sabes que no me gusta que calles cuando te hablo. - Él inhaló de su tabaco.

- Gonzalo aún estaba muy dolido por su mujer y yo no he podido avanzar nada con él.

Artemio se tensó.

- ¿Por qué dices que "Estaba"? - Preguntó poniéndose en pie.

Me puse nerviosa, y lo miré fijamente. No podía hablar.

- ¡Habla de una vez!

- Está saliendo con una mujer..

- ¿Cómo permites eso? ¡Maldita sea! ¡Debería estar saliendo contigo! - Artemio estalló en ira, y batió la mesa de un golpe, me asustó muchísimo. - No sirves para nada Rebeca, ni siquiera para complacerme, porque esta mañana tuve que buscar a una prostituta mejor que tu, para que terminara tu trabajo.

Mi corazón dio un tirón, y bajé la mirada. Las lágrimas rodaron por mis mejillas. Era humillante el sólo hecho de estar parada ahí.

Sólo quería tener a mi bebé conmigo, y largarme de aquí.

Estaba asustada, y todo lo que él hacía era lastimarme, burlarse, y humillarme más.

- Creo que te quedó gustando el hierro y la brasa, verdad? - No se en que momento me alcanzó y tomó mi brazo con fuerza, sus palabras me dejaron helada.

Ahora me castigaba con eso, y era lo más horrible que había podido sentir.

- No!, no señor... Por favor. - Supliqué desesperada, llorando a punto del desmayo, prefería morirme antes que volver a ser quemada con eso. - Mañana mismo haré lo que quiera con Gonzalo, lo seduciré, si quiere mato a esa mujer... Pero no me lastime, por favor.

- Cállate, y acepta tu castigo. - Sentenció. - Lo mereces por inepta.

¿Cómo podía aceptar alguien que lo marcaran como si de ganado se tratase?

Pataleé, y forcejeé con él, hasta el punto de noquearlo con mi mano libre. Pero nada sirvió, aún a rastras me llevó a aquel lugar que era lo más cercano al infierno.

Y él era el mismísimo demonio.

Veneno en la sangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora