Capítulo 76

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Hoy están de suerte porque tuve un golpe de inspiración y logré terminar el capi. El problema es que no creo que vayan a soportar.

Nos vemos.

No me maten 😘

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Bárbara abrió los ojos despertando del sueño tan largo que había tenido, en su habitación no habían ventanas así que no podía saber que hora era, pero podía asegurar que había descansado muchísimo.

Pero ahora también se daba cuenta que le había pasado el efecto del calmante.

Arrugó la cara expresando dolor, y se llevó la mano a la cabeza.

-- Ahg... - Gimió adolorida y con fastidio miró a su alrededor. No había nadie.

Se dió cuenta que a pesar de todo, estaba sola, y las pocas personas cercanas a ella no siempre podían estar. Miró su abdomen y pensó que tal vez sí hubiera querido tener a su bebé, pero ya era tarde para eso. Y tampoco le convenía.

Pese al dolor, sintió que tenía la firmeza suficiente para levantarse de la cama, las piernas no le dolían tanto como la espalda y los brazos, la cabeza sólo le molestaba si tocaba la herida, así que en términos generales, se sentía bien.. Se sentó sobre la cama, suspiró, y se puso de pie.

-- Al menos puedo levantarme de aquí.. - Dijo, y con cuidado avanzó hasta el baño esperando que hubiese una ducha, y algo que ponerse.

Sonrió de repente porque se veía y sentía como una señora necia. Pero no podía evitarlo, ya aquella cama empezaba a fastidiarle y no podía estar mucho tiempo sin moverse o hacer algo.

Estaba que llegaba al baño cuando se vio sorprendida por el abrazo de alguien por detrás suyo, no pasaron ni siquiera dos segundos para darse cuenta de quién era, aquel perfume siempre era tan revelador. Una sonrisa volvió a plasmarse en su rostro y esta vez sentía que se le subían los colores a las mejillas, ¿De verdad le emocionaba tanto su presencia?

-- Me asustaste un poquito.. - Dijo al girarse y ver a Franco.

-- ¿Por qué un poquito? - Preguntó él sonreído. -- ¿Será porque te sorprendí fuera de la cama cuando deberías de estar guardando reposo?

-- Bueno... Un poco sí. - Ella le dió un beso corto y lo abrazó. -- Ya estaba resignada a que no vendrías más.

Franco arrugó el entrecejo.

-- ¿Por qué?

-- No habías venido más, y.. - En un segundo que ella dejó de mirarlo vio un arreglo en la mesa, y se emocionó pensando que había podido ser él. -- ¿Y eso?

Él miró a la misma dirección que ella y vio las flores.

-- Ahh... Ay, soy un tonto. - Sonrió nervioso. -- Son para tí, es que lo olvidé... Apenas te vi se me olvidaron que las traía y sólo las puse ahí.

Bárbara lo miró sin saber que decir, es que muy poco alguien tenía un detalle así con ella, y mucho menos tan sincero.

-- ¿De verdad? - Preguntó incrédula. Se soltó de él y caminó hasta la mesa para verlas, eran tulipanes. Sonrió tan dulcemente que si se hubiera visto al espejo se hubiera desconocido. -- Gracias..

Tomó la cartita que venía en el ramo, de verdad que estaba a punto de llorar, pero se aguantaba.

Sí, son para ti, amor.

Ella se giró hacia él y lo miró con el papel en la mano, suspiró profundamente y sonrió otra vez. Ya había olvidado cuantas veces había sonreído en los 15 minutos que llevaba despierta. Nunca nadie la había hecho tan feliz.

Veneno en la sangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora