Capítulo 21

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"Desde que mi bebé se fue ha sido el día más oscuro."

Las Ánimas

- Artemio ha sido una persona muy perjudicial para mi vida. - Bárbara seguía mirando hacia abajo, lo que venía era una historia muy difícil de contar. - Pero prácticamente fue él quien me volvió lo que soy hoy en día; Una mujer preparada, astuta, e inteligente.... Desde muy pequeña he estado trabajando para él.

- ¿Cómo? - Preguntó Franco algo "Shockeado", tenía el entrecejo arrugado. Vio que ella levantó la mirada y le miró seria. - ¿Qué? O sea, no te entiendo... ¿Cómo que trabajabas desde pequeña para él? ¿Y tu familia? ¿Tus padres?

Bárbara sintió una punzada en el corazón. Aunque sus padres hubieran representado la peor pesadilla en su vida, el tema de ellos siempre lograba sacarle algunas lágrimas. No podía fingir que no le dolía el saber que no tenía a mas nadie en el mundo, y que ella misma se había encargado de acabar con las dos personas que la engendraron.

- Aún no he llegado ahí. - Sus palabras habían sonado tan frías como hielo seco, y de alguna manera Franco asumió que era un tema difícil para ella.

-... Llegué a la vida de Artemio cuando aún era una niña, él me sacó del correccional de menores en donde estaba....

- ¿Por qué estarías tú en un correccional de menores? - Le interrumpió Franco. - Me dices que eras pequeña aún.

El hombre a medida que escuchaba entendía menos, y empezaba a creer que todo se lo estaba inventado aquella mujer. De todas formas, ella era malvada, y él no podía olvidar las razones por las que estaba ahí, con ella. Todo era parte de un trato, y pronto estaría pagando el daño que hizo, junto con aquel hombre.

Pero algo muy dentro de él, quería creer en lo que ella decía.

- Mis papás habían muerto. - Dijo Bárbara con fuerza, tratando de que su rudeza le ganara a su fragilidad. - Yo los maté.

El hombre abrió los ojos como si fuesen dos platos, y abrió levemente su boca sin poder ocultar el asombro e indignación que sentía. La escuchó tan tranquila, tan centrada, que no podía creerlo. Era un monstruo, y él no podía seguir más ahí. Pero la misma fuerza dentro de sí que le hacía creerle, le hizo quedarse, y seguir escuchando.

- ... Tenía más o menos unos diez años cuando aquello sucedió, fue una noche horrible.... - Las lágrimas empezaron a entrar en escena, mojando las mejillas de Bárbara a medida que contaba más. - Mi mamá me trataba tan feo como siempre, me golpeaba y me obligaba a hacer todas las tareas de la casa, ella nunca se encargó de nada, sólo de emborracharse con mi padre....

Franco guardó silencio, era difícil digerir todo lo que estaba oyendo. Estaba inmóvil, viendo como la mujer frente a él se volvía un mar de llanto, pero no se atrevía a hacer nada.

- ... Mi padre... Estaba ebrio esa noche, como siempre, lo volvería a hacer y yo no quería. - La mujer suspiró, secándose las lágrimas con agresividad. No era capaz ni siquiera de mirar a Franco, sentía que aquello la volvería más débil. - Estaba cansada de sus abusos, de tanto maltrato... Intentó atacarme, me tomó del brazo, quiso sentarme sobre él, pero logré soltarme y empujarlo, fue cuando cayó al suelo y se golpeó la cabeza.

El moreno con algo de temor tomó sus manos mostrándole un apoyo sincero, todo lo que estaba escuchando era terrible, era doloroso y totalmente traumático. Ya no pensaba en nada más que en el sufrimiento de esa pobre niña, porque para ser sinceros, en esos momentos sólo podía ver y escuchar a la niña que alguna vez Bárbara fue.

Ella no lo soltó, al contrario, se aferró más a él, y sujetó con mucha fuerza sus manos sintiendo que por primera vez tenía el apoyo de alguien, aunque fuese sólo por unos segundos. Y él luego volvería a enfocarse en sus intereses.

- Murió instantáneamente, y yo sólo pensé en huir. Mi mamá, o la que se hacía llamar ella, había caído dormida por todas las cosas que había bebido... Fue en ese momento que aproveché para largarme de ahí y deshacerme de todos los recuerdos que ese lugar me traía. - Bárbara suspiró profundamente, y luego inhaló tomando suficiente aire. - Le prendí fuego a la casa, era de madera y otras cosas, en menos de un minuto estaba en llamas... Con ellos adentro.

- Dios... Que fuerte... - Dijo Franco casi en un susurro. - Yo... no... no se que decir.

- No digas nada, ya lo sabes todo. - Ella se soltó de su agarre y se secó el rostro. Tomó la copa de vino en la mesa y bebió un trago, para ver si de esa forma podía bajar el nudo que se había formado en su garganta. - Esto no lo puede saber nadie. Sería como cavar mi propia fosa..

- No, no se lo diré a nadie.... - Él no sabía que más decir, ni que hacer... Estaba impactado y algo aturdido por tanta crueldad. - Y entonces conociste a Artemio en aquel correccional?

- Sí, después de estar ahí unos meses apareció Artemio, quien pensé que podría ser una padre para mí, pero no fue así.

- ¿Por qué?

- Me sacó de aquel lugar con el fin de entrenarme para una venganza de la que yo ni siquiera era parte, siempre me decía que era una asesina así que todo lo que me pediría sería pan comido... - La pelinegra volvió a tomar de su copa, llevándose un buen trago. - ... Todo prácticamente marchaba bien, estudiaba en su casa, y tenía lo que se podía decir, una vida tranquila... Hasta que cumplí quince años y volvió de nuevo la desgracia a mí.

- ¿Qué sucedió? - Preguntó Franco con temor, ya había escuchado tanta desgracia que no podría creer que había más.

- Artemio abusó de mí y quedé embarazada... - Vio como Franco cambiaba nuevamente su expresión, ahora estaba algo pensativo y afectado. ¿Realmente estaba sintiendo lo que ella le contaba? - El parto fue difícil, había perdido el conocimiento... y al despertar... El muy maldito me dijo que mi bebé había nacido muerto.

*

Valentina miraba por el cristal de aquella habitación solitaria, ya la habían trasladado a un cuarto porque según estaba mejor. Pero ella no sentía eso, aún le dolía mucho el cuerpo, y sobretodo el alma, una de sus piernas casi ni la sentía y de sus ojos no podían dejar de salir lágrimas.

De nuevo quería morirse.

Se sentía tan sola, aún con algunos de sus familiares afuera, viendo por ella. Se sentía mal, desahuciada y triste, aún más cuando recibió la noticia de que había perdido un embarazo de casi tres meses. Se sentía vacía.

Estaba indignada y llena de ira, de dolor, de rabia pura y concentrada. La amargura volvía a envenenar su sangre, su alma y todo su ser, y todo se lo debía al maldito de Rosendo, maldecía una y otra vez el no haberlo corrido de su hacienda apenas lo conoció, maldecía hasta el hecho de haberlo matado, porque sabía que ya no podría hacerle sufrir más ni vengarse como deseaba. Él le había arrebatado tantas cosas, pero lo que más le dolía era el hijo que ya no iba a tener.

Había quedado embarazada hace unos meses y ni siquiera lo sabía, si tan sólo se hubiese enterado a tiempo se había aferrado a él y habría hecho todo lo posible por cuidarse, y cuidarlo. Ahora también se sentía culpable por todas aquellas conductas suicidas que de alguna manera también habrían afectado a su bebé, ahora se daba cuenta que renegar del embarazo de Ivana había sido desafiar al destino a que le jugara sucio.

- Mi cielo.... - Sus ojos de miel estaban bañados en lágrimas, lágrimas saladas con las que podía saborear su profundo dolor. Su mano instintivamente buscó su vientre, lo acarició sobre la sábana con su mano aún amoratada por las jeringas, dejó caer las lágrimas mientras dejaba que su sufrimiento la rindiera en un profundo sueño.

Pero como si se tratara de uno, escuchó esa voz que calmaba su corazón.

Pensó que ya estaba soñando, no quería abrir los ojos y encontrarse con una sala vacía. Pero al sentir la mano de él sosteniendo la suya sobre su vientre, supo que podría dormir tranquila, y con el alma en paz.

- Mi bonita.... - Su suave y tranquilizante voz acarició sus oídos, ayudándole a permanecer más relajada. - Te amo, y no te dejaré sola..

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Me acabo de dar cuenta que ya llegamos a las 1000 lecturas! Muchas gracias a todxs por el apoyo!! <3

Veneno en la sangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora