Capítulo 41

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- ¿Cómo está ella? - Preguntó Gabriela viendo bajar a Jose Miguel con un rostro de pocos amigos.

- Mal.. De nuevo le pusieron esa cosa. - Soltó con rabia mirando a un médico que estaba ahí, tenía toda la pinta de ser un psiquiatra malvado.

- Es necesario para calmarla. - Dijo el hombre.

- ¡Estaba tranquila! ¿O es que la quieren mantener dopada siempre? - Replicó con indignación Jose Miguel, mirando también a doña Isabel. - Señora por Dios.. Eso le hace daño a Valentina.

- Pero es lo único que puede tranquilizarla Jose Miguel, ¡Mi sobrina necesita ayuda!

- ¡Pero no esta clase de ayuda! - Gritó enojado. - No quiero que le pongan más barbitúricos a Valentina, y espero que cuando vuelva ya no estén ustedes aquí.

Señaló a los de la clínica.

Un autoritario y molesto Jose Miguel subió las escaleras, estaba tan confundido pero también enojado, con la vida, con las personas, y con él mismo. Se sentía culpable de la desgracia de aquellas dos mujeres, sobre todo de la de Valentina, imaginaba y se reprochaba el hecho de no haber estado cuando ella lo necesitaba. No podía negarlo, su ausencia, luego el secuestro de ella, la violación, la pérdida de su bebé... Todo había provocado un choque emocional en ella.

Y él ahora sólo deseaba haber estado para ayudarla. Pero ya no podía cambiar lo ocurrido, y lo único que le quedaba era tratar de que su bonita volviera a ser la misma de antes.

O por lo menos, que volviera a recuperar su centro.

El hombre caminaba por el pasillo pensando en cada cosa, y por casualidad vio la puerta entreabierta de una habitación, no era la de Valentina. Curioso se asomó y lo que vio lo dejó perplejo, al parecer era la habitación de Ivana y ahí estaba ella, miraba por la ventana acostada en su cama, ya había despertado.

Realmente estaba bastante golpeada y maltratada, pero no se le veía intranquila ni mucho menos. Estaba en silencio.

Pensativa.

Debía reconocer que Valentina había sido demasiado brusca y salvaje con ella, pero aún así, no resentía el hecho. Era algo que tarde o temprano sucedería.

Salió sin hacer mucho ruido, tratando de evitar que la ojiverde notara su presencia.

Y así fue, Jose Miguel avanzó un poco más dirigiéndose al cuarto principal; el de Valentina. La puerta estaba cerrada, pero aún así entró igualmente y sintió que el corazón se le partía en mil pedazos al verla así.

Tal vez no estaba golpeada, o llena de vendajes como Ivana. Pero estaba ahí acostada, aparentemente dormida pero en realidad bajo un fuerte dopaje. Con las manos sometidas y los pies igual, los de la clínica la catalogaron como potencial paciente peligrosa, y por eso quisieron neutralizarla.

Ahora si estaba definitivamente dormida, y nada podía hacerla despertar, sólo hasta después de que el efecto del medicamento pasara. La miraba una y otra vez viendo su tranquilo y angelical rostro, preguntándose en qué momento habían sucedido tantas cosas..

Si sólo hace unos meses eran felices, con algunos problemas, como siempre. Pero se amaban, sin miedos, límites, ni reservas.

En tan poco tiempo vivió la pérdida de su hijo, y eso aún tampoco lo podía asimilar.

- ¿Qué nos pasó bonita? - Preguntó, sabiendo que no tendría respuesta.

Él le acarició el cabello mirándola nostálgico, cuando de pronto empezó a sonar el teléfono de la habitación.

Veneno en la sangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora