Capítulo 31

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Bárbara entró a su oficina hecha una turba, estaba enojada y totalmente impactada, sentía que su cabeza iba a explotar. No podía dejar de pensar en esa mujer, en el gran parecido que ambas tenían, y sobretodo en el hecho de que hasta su voz era prácticamente igual. Quería morirse.

Le había aparecido una doble en un mal momento de su vida.

Muchas cosas pasaban por su cabeza, tantos pensamientos, tantas ideas, y tantos recuerdos; Sintió un dolor aturdidor en la cabeza que por poco la desploma encima de su escritorio, pero fue rápida y se sostuvo para no caer. Desesperada y sudando frío, se sentó en su silla, tomándose la cabeza con las manos y pensando que hacer para ir a la sala de juntas y no colapsar cuando vea de nuevo a esa ranchera.

Ya sabía que era la mujer que iba a hacer negocios con Lactos, y que de igual manera se estaba metiendo entre sus planes. Tenía que convencerla de echarse para atrás con la asociación, era lo único que le quedaba por hacer... Además de eliminarla.

Se quedó un rato más ahí, y alegó que se sentía mal. No quería entrar todavía a la Junta, aunque ya esta hubiese empezado.

Mientras tanto, en la sala estaban presentes todos los miembros de la Junta directiva, además de Gonzalo y Franco Santoro. Esperaban a la mujer que ya había sido anunciada pero que por una desconocida razón, aún no entraba.

La misma venía caminando lentamente mientras comentaba a su representante lo que había pasado, ambos iban detrás de Flor, quien les indicaba el camino hacia la sala de juntas.

- Es idéntica a mí Don Ernesto... Igual! - Le dijo Valentina al abogado.

- ¡La vi! y parece un clon tuyo Valentina... Dios mío. - El señor se llevó la mano a la boca tapando su expresión de asombro.

- ¿De dónde habrá salido esa mujer?

- No lo sé, pero alguna vez escuché que todos tenemos un doble al otro lado del mundo.. - Don Ernesto sonrió mientras ponía una de sus manos en el hombro de ella. - Tal vez te encontraste con la tuya.

- Pero esto no es el otro lado del mundo...

Flor interrumpió su conversación para anunciarlos con todos los presentes, ya estaban en la sala, y las miradas sorprendidas no se hicieron esperar.

- Señores..

Gonzalo interrumpió a la muchacha.

- ¿Qué te hiciste Bárbara? - Preguntó consternado viendo a la mujer de cabello corto y castaño.

Franco abrió sus ojos en un gesto de total asombro, y acercó su mirada dramáticamente a aquella mujer.

Valentina lo miró extrañada, arrugó su entrecejo y luego volteó su vista rápidamente, pensando en lo ridículo que le había resultado aquel hombre, pero que de alguna u otra forma, sentía que conocía de antes.

- No soy Bárbara. - Apuntó con firmeza, y se acercó a los presentes, quienes la miraban como un bicho raro, y otros tantos, de una manera que la incomodaba. - Soy Valentina Villalba, dueña de Los Cascabeles, hacienda según lo que pase hoy, se asociará con su empresa.

Luego miró a Don Ernesto y lo presentó.

- El señor es Ernesto Galeana, mi abogado de entera confianza y representante legal de mis propiedades. - La dueña caminó con seguridad adentrándose en la sala, y esperando a que alguna de esas personas le invitaran a sentarse. Al parecer todos estaban procesando todavía la información.

En vista de que ninguno hablaba, Aníbal tomó la iniciativa. Se puso de pie y caminó hacia la hacendada, la saludó con su cabeza y le sacó una silla.

Veneno en la sangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora