Capítulo 73

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Al día siguiente, en los cascabeles la situación estaba más tranquila. Felipe había visitado a Valentina en la noche y logró estabilizarla de inmediato, pero también le sugirió lo mismo que Jose Miguel, tomar una terapia.

Y ella nuevamente se rehusó.

Las horas pasaron, José Miguel seguía con ella vigilando que descansara tranquila e incluso se quedó a acompañarla toda la noche hasta el amanecer. La luz de la mañana se colaba por la ventaja pero los ojos de él ya pesaban, y le fue inevitable no quedarse rendido ahí mismo, al lado de no Valentina.
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Pasaron más horas, Bárbara terminaba de subir algunas cosas a su camioneta y luego se embarcó. Iría a visitar a Aurora de nuevo, le llevaba algunas cosas que compró y también unas galletas que había horneado para ella, eran sus favoritas y esperaba que a su hija le gustaran.

A pesar de que su infancia había sido muy traumática y turbulenta, los primeros años que estuvo en casa de Artemio y bajo su cuidado, se sintió en una familia y aprendió muchas cosas, solía ver atenta como la señora de la cocina preparaba galletas con frutitas arriba, a ella le gustaban mucho y siempre que las pedía ella se las hacía. Ahora era su turno de hacerlas para Aurora, su corazón se llenaba de dicha el sentir que estaba siendo la mamá que todo ese tiempo le había faltado a su hija.

Además de la merienda, llevaba otras cosas más que quería compartir con las monjas del convento en gratitud por cuidar tan bien de su hija y ser tan amables. Definitivamente, Bárbara ya era otra.

Manejaba su auto saliendo ya de la ciudad, y recordó eso que la preocupaba, su semblante se puso un poco pálido y le bajó la velocidad al coche para darse la oportunidad de ir más relajada. Aquella nefasta idea no salía de su cabeza.

- No soy capaz... no puedo... - Decía con la mirada fija en la carretera, pero poco concentrada. - ¿Qué voy a hacer?

Cada día se sentía más pesada, y ya habían pasado semanas desde que un incesante y fastidioso mareo la acompañaba a todas partes, en esos momentos no sabía como es que tenía la vista en su sitio. No podía tener un hijo de Artemio, eso no podía ser.

- Estoy embarazada, pero no quiero un bebé de ese hombre. - Dijo mirando por una fracción de segundo su vientre. - Esta vez no podría soportar que lo alejara de mí...

Entre tantos pensamientos y preocupaciones, se acordó de Aurora y la razón por la que ahora conducía por esa carretera. Trató de olvidar lo que pensaba hace un rato y sólo ocupó su mente con cosas buenas, con pensamientos de Aurora, de Franco.. De su amiga Valentina también.

Pero todo se fue al demonio, y la tranquilidad de Bárbara se desmoronó al instante. Iba tan distraída que no se dio cuenta cuando una camioneta negra le cerró la vía, tuvo que frenar de inmediato. Aunque eso no parecía ser lo más sensato.

En definitiva no.

De la camioneta se bajaron dos hombres y el terror la invadió, respirando con dificultad cerró con seguro todas las puertas y subió los vidrios. Estaba segura de que esas eran cosas de Artemio, y pese a que había dicho y gritado que ya no le tenía miedo, no podía arriesgarse a lo tonto. ¿Pero qué había hecho? ¿Por qué quería asustarla ahora? Se preguntaba mientras tomaba su celular con una mano e intentaba llamar a Franco, a la vez que con la otra sostenía el volante y empezaba a dar reversa para maniobrar salir de ahí.

- Dios mío.. No soy de pedirte mucha ayuda, pero ahora la necesito.. - Suplicó mientras el carro aceleraba hacia atrás y ella buscaba la manera de desviarse por el otro carril.

Por lo menos era buena al volante.

Los hombres se subieron al auto y la persiguieron, Bárbara estaba desesperada y no sabía hasta cuando podría manejar la situación.

Veneno en la sangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora