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Se encontraba en una florería buscando flores bonitas para regalarle a cierto omega de cabellos negros que le robaba el aliento y el dueño de sus pensamientos

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Se encontraba en una florería buscando flores bonitas para regalarle a cierto omega de cabellos negros que le robaba el aliento y el dueño de sus pensamientos. Pero ninguna flor reunía sus espectativas, porque ya tenía a la flor más bonita, Young Saeng era su flor.

Un diluvio de sentimientos encontrados azotaban su pecho con fuerza asfixiante que le impedían respirar adecuadamente, pero el sobresaliente era el de la felicidad porque el omega le había dicho que si a su propuesta. Y desde esa vez su lobo no ha dejado de gemir y suspirar a cada momento cual galán enamorado de libro romántico mientras brinca de aquí para allá de auténtica vehemencia de felicidad.

Desde que le propuso formalmente al omega que sea su novio habían evitado el tema, no obstante, no podían seguir ignorando ú ocultando lo que estaba a la vista; sus corazones latiendo alocadamente dentro de sus pechos cuando conectaban sus miradas por milésimas de segundos en un cálido y abrasador silencio en medio del crepúsculo y sintiendo el aire atascado en sus pulmones. Y no podían faltar los hormigueos arrasando furiosamente sus estómagos, y el tiempo detenerse frente a sus ojos en una real magia inverosímil que ellos dos solo conocían.

Realmente ambos anhelaban y ansiaban tenerse cerca, y sus lobos también.

Y siguió husmeando entre la masa de flores, buscando alguna flor en especial para obsequiarle al omega como símbolo de cortejo. Pero ninguno llamaba su atención, para su exigente gusto. Las flores no eran para él, pero quería impresionar al bonito serafín.

Después de tanta espera valió la pena, aún recuerda cuando le dijo que -sí- con su preciosa vocesita. Y como respuesta, lo besó tan fuerte que por poco casi lo deja sin aire.

—¿Busca alguna flor en especial? —Se le acercó el dueño de la florería al ver que cierto alfa pelirubio parecía estar indeciso en elegir alguna flor. —¿Si desea puedo ayudarlo? —Le ofreció gentilmente su ayuda.

Hyun Joong levantó la vista y asintió lánguidamente rendido. Quizás no le vendría mal un poco de ayuda.

Lo olió discretamente, reconociendo por su olfato que se trataba de un joven omega, por su aroma suave a frutas y dulces.

—¡No quiero que sean rosas! Es muy común regalar rosas. —No tardó en aclarar su descontento por el hábito común que adoptaron los alfas en regalar ramos de rosas a sus omegas en el cortejo convirtiéndolo en una tradición sin nada de autenticidad, cuando hay un sin fin de flores y con significados muy bonitos. ¿Donde quedaron los alfas que conquistaban a sus omegas con hermosos y auténticos arreglos florales? Parece que ya perdieron el encanto. —Quiero que mi omega sonría con auténtica euforia de felicidad cuando reciba el ramo de flores.

El omega escuchó atento a la explicación del alfa y sonrió. —Entiendo… Quiere ser original. —Interpretó con prudencia lo que el alfa estaba buscando. —¡Sigame!

El peligris comenzó a caminar hacia el interior de la florería, y Hyun Joong no vaciló en seguirle. Cuando llegó a dicho lugar, quedó impresionado al ver que en el interior de la florería había un invernadero.

¡MARCAS DEL DESTINO! [Omegaverse] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora