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Para Hyung Jun hoy no era un día cualquiera, era un día especial y  conmemorativo, pues era el cuarto aniversario de su alfa fallecido.

Así que desde muy temprano se bañó y optó por un atuendo que contrastara de acuerdo a la tradición para visitar la tumba del que alguna vez en vida fue su alfa destinado, llevando consigo un ramo de flores blancas que compró de camino al cementerio. Sólo que una vez más se dirigía solo al lugar, en estos cuatro años ni una vez llevó con él a KyungSoo para presentarlo a la tumba de su alfa fallecido, pues no quería que su cachorrito creyera que su padre estaba muerto, por supuesto que no, pero algún día tendrá que decirle la verdad de cómo fue concebido, pero aún no es el momento de explicarle de como sucedieron las cosas porque aún es muy pequeño para comprender.

El día estaba soleado, el viento fresco, y las árboles danzando al compás del viento. Todo era tranquilo, monótono.

Al llegar al lugar, rápidamente se dirigió a la tumba de su alfa destinado, sorprendiéndose que alguien ya había estado ahí, pues sobre la lápida había un hermoso ramo de margaritas.

Asi que ignorando el detalle sobre la lápida, dejó sobre ella el ramo de flores blancas que había llevado como presente, ya que el otro detalle seguramente le pertenecía a algún miembro de la familia del alfa.

— ¿Como estás, alfa? Debiste haberte sentido tan solito como yo… ¿Estar allá arriba es como dicen que es? ¿Todo felicidad y cánticos? ¿Y angeles cantando alabanzas mientras tocan sus instrumentos musicales? — Le pregunto a la tumba de su alfa fallecido. — Perdóname por haberte dejado sólo todo este tiempo, pero tenía unos asuntos importantes que resolver por eso no había podido venir a visitarte.

Sin ser consciente de sus acciones se había desahogado ante la tumba de su alfa como si este pudiera escucharlo, mientras lo acariciaba con cariño por todo lado con sus ambas manos, sintiendo cuán fría estaba, generando que un extraño y suave viento agitara los cabellos castaños del omega.

El omega de tez pálida confundido por lo que había sentido, levantó la vista para observar a su alrededor encontrando el lugar desolado, no había ni un alma por ahí merodeando el lugar más que el viento agitando las hojas verdes y caídas de los árboles.

E ignorando olímpicamente a aquel extraño fenómeno que en su momento le causó escalofríos en todo el cuerpo, volvió a concentrarse en lo que estaba haciendo antes de haber sido interrumpido por el viento.

— Te extraño, Sukkie… — Unas lágrimas involuntarias rodaron por las mejillas pálidas del omega, las cuales secó con las mangas de su suéter.

"No llores, mi amor" Una presencia misteriosa pero bondadosa hizo acto de presencia en aquel lugar vistiendo ropas blancas. Se acercó al omega de bonita piel pálida y lo rodeó con sus brazos en un tierno abrazo para darle el consuelo que necesitaba aunque su omega no sintiera su presencia.

¡MARCAS DEL DESTINO! [Omegaverse] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora