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— Papá, ¿porqué la policía está aquí? — Preguntó intrigado un omega de mejillas grandes y apretujables, al ver a dos hombres con trajes de policía en la habitación de su padre.

— Es algo que debo hacer retoñito. — Le acarició sutilmente la mejilla a su hijo, cómo tratando de disculparse por lo que estaba a punto de hacer.

Se trataba de algo tan desagradable y a la vez justo porque también estaba de por medio su distinguido apellido de alcurnia. Aunque eso no le parecía tan importante, sólo era un nombre y nada más, pero alguien debía de pagar por lo que había hecho. Y con todo el dolor de su alma y el de su lobo tuvo que sentar la denuncia en contra de su esposa, JiEun estaba caminando tan tranquila por ahí como si nada hubiera pasado.

Como si no hubiera tratado de matarlo el otro día con una droga, como si no estuviera tratando de matarlo todos estos meses con esas malditas drogas que lo llevaron al borde de la muerte. Y se dio cuenta de ello demasiado tarde antes del incidente en la oficina cuándo descubrió en un vídeo de lo que hacía su esposa, gracias a que puso una cámara escondida en el interior de su habitación. Era por seguridad si le llegaba a pasar cualquier cosa.

Y sólo faltaba el vídeo de la cámara de seguridad de lo ocurrido en la oficina presidencial de la compañía, y la pidió amablemente a los guardias de seguridad de la empresa a que se le entregaran pero se negaron a dársela porque alegaban que Lee JiEun era la única dueña de todo. Había corrido el rumor de que había muerto después de la cirugía arriesgada que se realizó, JiEun se había encargado de esparcir el rumor por todo lado, mientras fingía estar triste y dolida por la muerte tan repentina de su alma destinada.

Así que a JoonGi no le quedó de otra que seguir fingiendo su muerte para que su esposa se presentara por voluntad propia en la clínica, ya que ella también se había encargado de prohibirle la entrada a Young Saeng en la compañía alegando que no tenía nada que reclamar porque la única heredera de todos los bienes de Heo JoonGi era ella, y si lo volvía a ver cerca de la empresa lo correría sin piedad con los alfas corpulentos de seguridad. Los mismos que ella contrató después de enterarse de la muerte de su esposo.

Young Saeng le miró sin comprender, cómo tratando de preguntarle a qué se refería. Porque no entendía nada de lo que estaba ocurriendo, dos policías tratando de esconderse detrás de la puerta y su padre tratando de cubrirse todo el cuerpo con una sábana blanca para simular ser un cadáver.

— ¿No me preguntes nada, cariño? — Escudriñó con cuidado la mirada interrogante que le dedicaba su adorado hijo. — Te lo explicaré todo después… Y sólo quiero que me ayudes con algo, finge llorar mi muerte. — Y antes que Young Saeng le cuestionara por lo que dijo, se cubrió con la sabana el rostro. — Ahora… — Susurró bajito.

Y el bonito chico de mejillas esponjosas como todo un niño obediente se lanzó al cuerpo de su padre comenzando a llorar desconsoladamente, ya que había escuchado las pisadas profundas y precisas de los tacones de su madre aproximándose hacia la habitación.

¡MARCAS DEL DESTINO! [Omegaverse] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora