Taehyung suspiró al ver a su mayordomo irse dejándolo completamente sólo con el chico nuevo. Creía que se iba a repetir la misma tonta historia de siempre, lo estafaban, lo trataban mal y luego huían. Ya estaba harto de que siempre quisieran que él encontrara un amigo, sabía que las intensiones de sus seres queridos era que no estuviera sólo, eran buenas pero sinceramente creía no necesitar de nadie.
Su vista viajó hasta la otra persona junto a él y al notar sus mejillas carmesí al igual que su cabello revoltoso; no pudo evitar sonreír. Era el más joven hasta ahora, a primera vista se veía cómo una persona común y corriente pero ya no esperaba de nadie más un buen trato hacia él. Nadie lo hacía, al ver que era tan joven lo veían cómo un nerd cualquiera.
— ¿Sabes hablar en señas?
Al ver cómo aquel chico entraba en pánico y trataba de averiguar lo que decía, no pudo evitar reír. La primera impresión que había tenido de él era bastante buena y graciosa. Podía leer los labios así que podía entender un poco de lo que decía y en su mayoría... trataba de presentarse con palabras "cortantes", tal y cómo lo hacía Tarzán; era sordo, no un cavernícola.
Por otro lado Jungkook sentía que iba a ponerse a llorar frente al Rey, ¿qué debía hacer?, no sabía decir absolutamente nada en lenguaje de señas así que no tenía ni idea de cómo presentarse ni cómo entender lo que el adverso quería decirle hasta que una brillante idea vino a su mente. De forma rápida sacó su teléfono, entró a la aplicación de notas y ahí comenzó a escribir.
"Buenas tardes, mi nombre es Jungkook, tengo 20 años. Puede que note que me veo cómo un vagabundo, lo siento, sus empleados me trajeron cómo si estuviera secuestrado y ni siquiera sabía que vendría ante usted. ¿Cómo debo llamarlo? ¿Su-majestad?"
Taehyung sonrió tomando el teléfono volviendo a reír mientras leía lo que el adverso había escrito. Era increíble que con tan sólo diez minutos estando con él había sonreído más que en una semana. Era extraño.
"Buenas tardes, joven Jungkook. Mi nombre es Taehyung, yo tengo 23 años. Lamento que lo hayan traído de esa manera, yo tampoco tenía idea hasta que el señor Choi lo trajo ahora mismo conmigo. No se preocupe por su vestimenta, no me parece que sea de un "vagabundo". Y sólo llámame por mi nombre."
Jungkook tomó aquel artefacto de nuevo leyendo lo que el castaño le había dicho. Una sonrisa se formó en su rostro. Al terminar de leer aquel mensaje se inclinó levemente haciendo una reverencia hacia el adverso. Nunca había tenido una conversación con alguien tan importante así que no sabía qué hacer, es más, ¡¿qué se supone que hará con él todo ese tiempo?!
— ¿Qué debo decirle? —musitó desviando la mirada—. Dije que podría quedarme hoy pero... ¿qué se supone que debo hacer?
Su mirada volvió al mayor sintiendo su rostro volverse más rojo que un tomate. La forma en que ahora el Rey observaba fijamente sus labios al igual que todo su rostro lo hacía... entrar en pánico. ¡¿Por qué hacía eso?! ¿Él sabe que es muy guapo y aún lo ve así? ¿Acaso quería que se desmayara?
— Por favor no me mire así —balbuceó cubriendo su rostro bastante apenado.
Por otro lado Taehyung pensaba que aquel chico estaba actuando demasiado raro. ¿Estaba enfermo o por qué su rostro se había puesto tan rojo en tan sólo unos segundos?
Suspiró y solamente caminó hasta una de las mesas en su jardín para luego sentarse. Segundos después volteó hacia el peliazul para así hacerle una señal con su mano para que tomara asiento a su lado. Le hizo gracia de nuevo ver cómo éste se sentaba bastante tieso en aquella silla sin despegar su mirada de cualquier lugar que no fuera su rostro, ¿no le gustaba el contacto visual?, eso sería un pequeño problema a la hora de hablar pues le gustaba leer los labios al igual que observar las expresiones en sus rostros.
Tomó ahora su teléfono y comenzó a escribir pidiéndole al nuevo chico que le hablara sobre él, tenía un raro interés en querer saber más acerca de su vida. Quería... tener una conversación con él.
— ¿Mi vida? No es que sea tan interesante... —se acomodó en su asiento—. Yo soy de Busan, tuve que mudarme a esta ciudad debido a que entré en la universidad que había deseado desde mi niñez. Mi vida... es aburrida, paso la mayoría del tiempo diciendo que quiero morirme —rió—. Hago chistes sobre eso, así que no te preocupes si alguna vez te lo digo.
Taehyung acomodó su mentón sobre su mano mientras observaba atentamente los labios adverso entendiendo más lo que decía por lo que asentía en cada cosa que decía para darle a entender que prosiguiera hablando.
— También tengo un amigo, se llama Jimin, nos conocemos hace muchos años y... —apretó levemente la manga de su chaqueta—. ¿P-por qué ve tanto mis labios? espere... a-acaso... ¿q-quiere besarme? —preguntó sorprendido tapando su boca al final volviendo a sonrojarse—. N-no me voy a negar si se trata de usted--
El mayor llamó su atención moviendo sus manos para luego tomar el teléfono sintiendo cómo su rostro también se calentaba y comenzaba a sonrojarse al igual que el adverso.
"No, no es que quiera besarlo, joven Jungkook. Así es cómo logro entenderte, puedo leer los labios así que me es más fácil a que intente hablar en señas o escribir en el teléfono."
Explicó. Jungkook al leer aquello volvió a tapar su rostro, quería enterrarse en la tierra y no volver a salir, ¿en serio había dicho eso?, era obvio, estaba junto a una persona sorda pero al hablar tanto se le había olvidado ese detalle. Era muy vergonzoso para él volver a verlo al rostro después de haberle dicho que se dejaría besar. Además, esperaba que él no se hubiese ofendido al haber asumido sin pensar en que era una persona homosexual sólo por ver sus labios.
Fue despegando sus manos de su rostro al escuchar de nuevo la risa adversa, era tan... hermosa. No sabía cómo pero, Taehyung transmitía elegancia con su sola risa, ¿cómo lograba aquello?, es más, creía estar frente a un ángel.
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SEÑALES | TAEKOOK
FanficLa vida del príncipe Kim Taehyung era bastante buena y normal dentro de la realeza. Este chico era un total prodigio en el ámbito de la música; siendo la clásica su favorita. Pero, ni siquiera él se pudo liberar del cruel destino. No se imaginaba q...