CAPÍTULO 67

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El cielo permanecía en un hermoso celeste, las nubes iban tornándose naranja poco a poco y el viento hacía que las hojas de los árboles se movieran. Los edificios iban transformándose en pequeñas casas, las miles de tiendas en campos hermosos llenos de flores o animales y la puesta de sol ya no era tan difícil de observar.

Había llegado a casa. Ahora todo volvía a ser como antes pero, era difícil asimilar que en aquel lugar estaría solamente él. Ya no... estaría ese chico con el que compartía sus momentos libres, ya no estaba ese niño con el que jugaba al escondite, con el que iba a comprar, con el que atrapaba pequeños tepocates en el pequeño río al lado de su casa, ya no había nadie, sólo era él.

Al bajar del auto, aquel fresco aire dio contra su rostro de forma suave, los cálidos rayos del sol iluminaban sus mechones rubios y, su mirada cristalina observaba todo a su alrededor sintiendo una nostalgia que dolía.

— Nada a cambiado, ¿no? —habló su madre acercándose a él por detrás; tomando su mano— fueron casi 3 años y... todo sigue estando igual.

— Mamá... —musitó— tú crees... que si llego a verlo, después de un tiempo, ¿podré ya no verlo de la misma forma? —tragó saliva— es decir, ya no me dolerá verlo con alguien más.

— Todo depende de ti, cielo —suspiró— y sé que puedes lograrlo. Podrás terminar con la guerra que hay en tu corazón y en tu mente —sonrió viéndolo a los ojos— él y todos tus amigos están esperando por ti, pero, para poder verlos tienes que recuperarte, ¿si? —acunó el rostro de su hijo entre sus manos— aunque suene extraño, o muy exagerado... no te dejaré ir hasta saber que mi pequeño ya no sufrirá.

— Hey, Jimin, ven, ayúdame a bajar las cosas —llamó su padre levantando la puerta del baúl.

El rubio asintió, dio un profundo suspiro y sin decir nada a su madre, se dirigió hasta el auto bajando algunas maletas junto con pequeños muebles que había comprado en su estadía en aquel lugar. Una nueva etapa se aproximaba, un "punto y aparte" que... nunca quiso que ocurriera.

Al cabo de un rato dejó todo en su habitación. Su mirada se desvió a todo a su alrededor mientras trataba de regular la respiración gracias a que había subido y bajado muchas veces. Fue ahí cuando aquellos ojos cristalinos se centraron en una repisa al lado de su cama, una repisa... llena de fotos con Jungkook.

Se acercó hasta dicho lugar y tomó uno de los cuadros. Pasó lenta y suavemente sus dedos sobre aquel vidrio acariciando el rostro del pequeño castaño a su lado. Era una lástima ya no ver aquella sonrisa durante un largo tiempo.

— Lo siento... —susurró— cambiaré, te lo prometo —sonrió dejando caer una lágrima sobre el cristal— y ya nunca volveré a lastimarte.

Suspiró profundamente y dejó aquello en su lugar. Volvió a observar su alrededor y no pudo evitar sonreír al ver lo infantil que era todo, sin duda alguna, sus gustos habían cambiado en tan poco tiempo al igual que su vida.

Se acercó a la ventana al lado de su escritorio y observó todo aquel lugar, especialmente la casa de su amigo la cual estaba... literalmente al frente de la suya, justo al frente... de su ventana.

— Ya basta... —susurró para sí mismo limpiando sus lágrimas al recordar todos los momentos con él— ya basta —repitió.

Volvió a respirar profundo y sólo se dedicó a observar la hermosa naturaleza. Era bueno estar en casa, a pesar... de ya no sentirse un hogar.

•    •    •

¿Es necesario ir? No quiero volver a ver a esas personas.

— Lo siento, su majestad. Su abuela pidió que de inmediato usted fuera a su hogar o simplemente ella vendría aquí.

Taehyung suspiró molesto desviando la mirada.

Todo estaba tan bien, ¿por qué esa mujer tenía que arruinar todo lo que pasaba?, no quería tener ni el más mínimo contacto con ella o su familia pero, parecía que nunca podría librarse de todos ellos.

— Dile que venga y, quiero que la mantengan vigilada desde el primer hasta el último momento en que ponga un pie en esta propiedad —señaló viendo fijamente a su consejero.

Sin más qué decir se dio la vuelta para así volver hasta su habitación en donde su novio tranquilamente lo esperaba sobre aquella cama pero, estando frente a la puerta, se detuvo. Su mirada comenzó a cristalizarse y la vergüenza lo invadió, fue ahí cuando, en total silencio, se alejó de tal lugar para así ir hasta su despacho.

Su corazón latía tan rápido y sus manos sudaban frío. Estaba molesto, muy molesto. No quería tener a aquellas personas en su hogar y mucho menos sabiendo que Namjoon y SeokJin siempre iban detrás de ella. No podía soportarlos durante tanto tiempo y menos cuando no podía escuchar lo que decían.

— No aguanto más —susurró sintiendo sus ojos cristalizarse debido a la ira— no aguanto más —repitió enredando sus dedos con los mechones de su cabello para luego apretar levemente.

Cerró sus ojos y fue ahí cuando sus lágrimas no tardaron en salir. Estaba muy frustrado y cansado de absolutamente todo. Odiaba ser Rey, odiaba no poder hacer lo que quisiera por mantener un estatus ante el mundo, no podía negarse a nada que aquella mujer dijera; por más que lo intentara... ella siempre lo trataría como alguien mucho más inferior pues, sólo era un "niño jugando a ser adulto".

Quería una vida normal, quería ser feliz y dejar de sentir tanta presión, quería volver al día en que sus padres lo abrazaron por última vez, quería... ser libre pero, por más que lo deseara, eso nunca ocurriría, ¿por qué?, porque no había nadie más que fuera heredero al trono, no tenía un primogénito, no tenía a nadie de sangre real... bueno, sí, sus primos, pero, ni estando muerto los dejaría estar a cargo.

Era demasiado pronto para elegir un sucesor pero, el único que podría obtenerlo (por opinión propia) era Jungkook.

Pero, para eso, debía casarse con el Rey.

SEÑALES | TAEKOOKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora