Capítulo 5 (breve)

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— ¡Michael ha vuelto!

Los gritos de su amiga retumbaron en la habitación donde "dormía" plácidamente (una mentira que nadie se podía enterar). Intentó fingir que no la había escuchado y hacer que estaba durmiendo, mas Susan tenía otros planes para ese momento, como el tirarse inapropiadamente  a la cama y zarandearla.

— Esto es importante, Ari. Michael ha vuelto.

Ari pestañeó y actuó como si la hubiera sorprendido, de verdad.

— ¿Cómo que ha vuelto? 

No le gustaba engañar a su amiga, pero después lo sucedido en la madrugada, no quería saber ni lo más mínimo de ese hombre arrogante y despiadado, que la había castigado por una bofetada... ¡Con un beso! Aún no lo se podía creer. Ni como se pegó a ella como si fuera una segunda piel. ¡Era tan vergonzoso e indecente! 

¡Y su primer beso! 

 Oh, Dios, se le subían los calores al recordarlo. 

— Al parece ser llegó esta madrugada. El muy granuja no nos quiso decir nada cuando un criado se dio cuenta de su presencia y de su salida de sus aposentos. Casi le dio un gran susto — Susan se rio, y ella intentó animarse con la noticia que supuestamente no había sabido hasta ahora —. ¿No es maravilloso, Ari? Aunque se le ve cambiado; su piel está más morena. ¿Te lo puedes creer? — como si fuera un hecho inaudito —. Y ha adelgazado mucho y a mamá le ha disgustado verlo así.  ¿Qué te pasa? ¿No dices nada?

La aludida levantó la cabeza y tuvo que obligarse a no pensar más en la escena de la cocina.

— Me alegro mucho de que haya vuelto, Susan — ojalá su reencuentro no hubiera acabado de esa forma tan indecente,  ¿lo apartó a tiempo o estuvo unos segundos disfrutando del beso?

¿Cómo pudo haberlo disfrutado?, se preguntó muerta de la vergüenza. ¡Sí la había besado por castigo! Menos mal que no se  fue tras ella cuando se alejó y se fue corriendo. ¡Otra vez! Como hacía dos años. 

No estaba orgullosa de su acción. 

— ¿No estarás enferma?

La joven se alarmó.

— ¿Por qué lo dices?

— Estás colorada, no hablas mucho y encima se te ha olvidado bajar a desayunar.

— ¡El desayuno! ¿Qué hora es? Se me han pegado las sábanas. No me lo puedo creer. Nunca me he levantado tan tarde. 

— No te mortifiques, te hemos guardado tu parte del desayuno, una sirvienta te lo subirá al cuarto. Mientras tanto si te encuentras mal, puedes quedarte aquí. Sigue lloviendo y no es plan de salir fuera. 

Le había dado la excusa perfecta para no salir y tener que volver a  enfrentarlo. Tarde o temprano, lo haría. 

¿Desde cuándo era una cobarde?, se preguntó enfurruñada consigo misma. 

— Gracias, Susan. Transmite mis disculpas a tu madre y a tu... tu hermano. 

— Deja las  disculpas a un lado; eres de la familia, Ari. Descansa, avisaré a tu tía que has despertado. 

No pudo decir nada salvo asentir sin olvidar que había retrasado el momento. Por ahora. ¿Qué importaba verle o no ahora o más tarde? Si de todas formas, el marqués Highwood estaría enfrascado en sus nuevas obligaciones que no estaría pensando en el encontronazo de anoche. Estaba claro que, después de dos años, su opinión sobre ella seguía igual.

No sabía si eso la entristecía o la aliviaba. 

Más frustrada, escondió la cabeza debajo de las mantas. 

Porque no soy ella (BORRADOR)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora