Lo que se hace con precipitación nunca se hace bien; obrar siempre con tranquilidad y calma.— ¿Por qué estás mirando tanto afuera?
La pregunta de su devoto esposo la atrajo a la realidad y se percató que había estado cierto "tiempo" ausente.
— Miraba el atardecer — dijo Anne y le sonrió, intentando sonar convincente —. Nunca me canso de mirarlo. Me gustaría plasmarlo en un lienzo.
Francis Dabney asintió, y dobló el periódico que estaba leyendo y dio una palmadita en el sofá para que se sentara. Se sentó colocando bien la falda de su vestido, mostrando recato y finura.
— Ya has plasmado decenas de ellos.
— ¿Ah, sí? Uno más, no importa, ¿verdad? — su sonrisa tembló —. Sería un buen presente para tu primo y su esposa.
El hombre se acarició la barbilla pensativo.
— Sería un buen detalle para su nuevo hogar. No lo había pensado.
— Sí, lo sería — se calló durante un rato, pensando que cuando Michael se casara y tomara por fin los votos, pasaría a ser de "otra". Ese hecho le estaba royendo las entrañas desde que él se lo comunicó personalmente tras uno de sus encuentros.
Mejor dicho, en su último encuentro.
Miró a Francis, temerosa de que pudiera adivinar sus pensamientos, no era porque fuera mal marido. Sino, todo lo contrario. Ojalá su corazón pudiera decir lo mismo.
— ¡Qué gran afortunado soy de tenerte! — intentó Anne no llevarse por el sentimiento de la culpa, porque muchas había deseado no haberse casado con él, no retiró la cara cuando Francis se inclinó sobre ella y depositó un tierno beso en sus labios —.Siempre tienes las ideas perfectas para cada ocasión. Espero que no te lleve mucho tiempo en pintarlo.
Tiempo era lo que le sobraba.
— No, estará listo para cuando vayamos a la boda.
— Sencillamente perfecto.
***
Sabía perfectamente que era un plan arriesgado.
El haber huido en medio de la noche tampoco ayudó y, mucho menos, que dos mujeres solas se hubieran detenido en una taberna, en las fueras de Londres, para buscar alojamiento para pasar la noche, no fue una magnífica idea.
La mirada del dueño del "Tío Tom" era suspicaz y parecía que no estaba acostumbrado a tener clientas féminas.
— ¿Cómo ha dicho que se llama?
Reprimió en soltar un suspiro al ver que el hombre iba a ceder a alojarlas cuando era evidente que estaban huyendo de algo, "o de alguien". Por su aspecto, con las capas puestas y las capuchas tapándoles los rostros, daban señal de que sí estaban huyendo. Le dio un nombre falso que pareciera convincente y le pagó por el alojamiento y la comida. Tenían hambre. Se habían saltado la cena precisamente para escapar. Además, aportó una historia interesante sobre cómo había enviudado. No era necesario que lo supiera, pero si podía dar más detalles a su mentira, esta pudiera parecer más creíble y menos sospechosa.
Tanto su doncella como ella subieron e intentaron no hacer una mueca ante el mal estado que estaba la taberna; las paredes estaban amarillas por la humedad, la madera crujía audiblemente en cada escalón que pisaban. Gracias a Dios que las habitaciones no estaban tan mal y parecían limpias y pulcras. Las que le habían dado eran contiguas, separadas por una puerta. Respiraron tranquilas cuando les dijo que recibirían pronto la cena y las dejó a solas.
— ¡Por fin! Creía que nos iba a echar a patadas — se echó a la cama soltando el suspiro que había retenido.
— También, señorita. Daba mucho miedo su semblante tan serio.
— Sí, yo tampoco tenía mucha confianza, pero no podía desaprovechar el ingreso que les íbamos a aportar esta noche — le parecía increíble que estaban allí; habían huido y, por ahora, había salido bien.
Esperaba que no se torciera el plan. Muy apresurado de su parte pensarlo.
— ¿Le dijo el joven Elwes que vendría aquí?
Ariadne sintió un cosquilleo expectante.
— Sí, me dijo que nos veríamos aquí. Era nuestro punto de encuentro para que nos recogiera.
— Oh, señorita. ¿No piensa en su familia?
Intentó que la culpa no la inundara. No había pensado en ellos desde que salió del cuarto. Sabía cuán sería la decepción para ellos el que ella huyera como una ladrona. ¡Claro, que no había robado! Pero no había cumplido su palabra respecto al matrimonio con el marqués.
— Sí, por supuesto. ¡Cómo no pensar en ellos! En mi tía Martha, en Susan... ¡En la marquesa! Me ha ayudado mucho, aconsejándome como si fuera mi propia madre. Sé lo mucho que se sentirán defraudas, decepcionadas por mi mal proceder. ¿Pero qué hubiera hecho? ¿Ser infeliz, atada a una vida que no he pedido? — se detuvo para coger aire —. Además, el marqués Highwood no me echará de menos. Seguro que en dos días buscará a otra candidata...
Eso se iba diciendo desde que aceptó esa huida. Carraspeó, y miró a su doncella.
— Así que le he despejado el camino para que sea feliz — intentó esbozar una sonrisa —. Y tenga las amantes que quiera.
Se sentó en la cama y, salvada por la campana porque no quería dar más vueltas sobre el asunto, llegó la comida para ellas.
Sin embargo, pese al hambre que tenía, no probó mucho del pollo asado o de las verduras cocidas que había en el plato.
No había actuado bien, lo reconocía. Pero, ¿qué más podía hacer para luchar por su felicidad? Si no era con Highwood, lo sería con Elwes, que había sido atento, comprensible y tierno con ella. Él era un caballero de verdad, desde los pies hasta la cabeza. No como Michael, que le había dejado claro su odio hacia ella y su apático deseo por hacerla su esposa. Su doncella se despidió y se fue a la otra habitación para descansar.
Ella debía hacer lo propio; les iba a esperar un viaje largo si querían huir bastante lejos. Aún no había llegado Elwes, en cuanto lo hiciera, avisaría a su doncella.
Si descansaba un rato, no pasaría nada. Solo sería bajar los párpados y... dormitar un rato.
Solo...
----------------------
Cómo he explicado en la nota, no me he centrado en los detalles sobre lo ocurrido en un año, ni sobre el romance entre Elwes (le he puesto apellido 😅) y Ari. Si eso más adelante, escribiré esas partes. Pero su personaje no tiene mucha relevancia, os voy avisando.
Veremos qué sucede 🙈🙈🙈🙊
ESTÁS LEYENDO
Porque no soy ella (BORRADOR)
Fiksi SejarahSin sinopsis por ahora. Un borrador sin mucha importancia.