Un trozo

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Spoiler:

🔥🔥🔥🔥🔥

🔞🔞🔞🔞

Se ha intentado 😅😅😅

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Antes de que tuviera la intención de rechazarlo, como apartar su rostro para esquivarlo, afianzó su sujeción y devoró sus labios como si de estos se trataran una fruta madura que lo había estado enloqueciendo por querer hincarle el diente, aunque la había probado, no tenía basto de ello.

No le fue suficiente.

La movió para que cambiaran de posición, ella estuviera entre la mesa y su cuerpo. No dudó en deslizar una de sus manos mientras con la otra la seguía sujetando por su nuca, sin permitirle la oportunidad de escaquearse como sabía que haría cuando acabara. Si es que quería acabar. Pero no contó con su rendición y le respondiera con la misma intensidad, mareándolo a su paso. No se quedó quieto y navegó por sus curvas, sintiéndolas por encima de sus telas. Quiso más, sentir su piel e introdujo la mano debajo de su blusa, dándole una sorpresa.

- No lleva corsé - gruñó en sus labios, atónito y más excitado aún.

La apretó contra él, en un intento de calmarse, o todo lo contrario, de querer adentrarse en las mieles de su feminidad.

- ¿Algún problema?

Siempre rebatiéndole. Contuvo una sonrisa, y la instó a mirarlo. Verla perdida con sus caricias, le hacía retorcer las entrañas, y más cuando la tocaba y subía su palma lentamente sobre su piel desnuda. Era sensible y con cada avance, su esposa emitía esos lindos sonidos que lo volvían loco. Cuando atrapó uno de sus senos, ella dio un respingo y gimió en su boca que no titubeó en cubrirla con la suya mientras jugueteaba con su carne suave hasta toparse con el guijarro de su pezón, lo pellizcó y se bebió borracho de su gemido.

- No hay ningún problema - no reconoció su propia voz que estaba rota -, salvo si no quiere que la toque.

Ariadne apenas pudo negar con la cabeza cuando la dejó de besar, pero para continuar con su endiablada tortura. La boca masculina recorrió su cuello hasta sentirla en su clavícula mientras su mano seguía jugando con sus sentidos.

- Quiero acariciarla.

- Ya me está... acariciando - no sabía a qué se refería hasta que el aire acarició sus piernas cubiertas por las medias.

- No lo suficiente.

Le había desabrochado la falda sin pedirle permiso, sintió la cara arder. No lo miró, avergonzada como estaba, escondiendo su rostro en su hombro y sujetándose a sus brazos. Pero la vergüenza fue suplantada por la expectación porque sus dedos acariciaron el bajo de su espalda; no parecía querer avanzar.

Antes de preguntarle el porqué había parado, la sorprendió aún más, cuando oyó detrás de ella objetos caerse y estos se rompían. Pero al hombre no le importó y más cuando tenía un propósito en mente. La levantó y la hizo sentarse encima de la mesa. Jadeó; el frío del mármol hizo contacto con su trasero y notó que sus pies no alcanzaron el suelo.

- ¿Qué...?

- Puede gritar lo que quiera - le dijo en un susurro caliente en su oído.

¡Presuntuoso!

No iba a gritar porque se lo pidiese. Pero cuando lo vio bajar con una clara intención, lo intentó detener. Boqueó como un pez fuera del agua.

- No puede - el corazón se le iba a salir del pecho.

¿Pero acaso dos palabras lo iban a parar?

¡Qué ilusa!

- Inténtalo - la desafió con esa sonrisa petulante y presumida que la irritaba y la desarmaba.

Tragó con dificultad y no pudo detenerlo, aunque pudiera. Entendió más que nunca el peligro de los besos; se mordió el labio para no gritar, pero no pudo cuando la abordó y no pudo escapar de su boca perversa.

Y gritó.

Porque no soy ella (BORRADOR)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora