Capítulo 10

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Más vale malo conocido que bueno por conocer.

Las palabras del abogado prosiguieron, siendo estas una letanía lejana en la mente de Ariadne que se había quedado muda. 

— Si la futura marquesa será mi candidata, recibirá durante un tiempo estipulado una educación exquisita e instrucciones necesarias que competen a las funciones de ser una buena marquesa. Una vez pasado el periodo de luto, se anunciarán respectivamente los esponsales.

Una vez acabada la lectura del testamento, el silencio se alargó y nadie de los presentes se movió de sus asientos temiendo a que estallara una tormenta dentro, aunque la joven deseó corriendo. No estalló de momento, masticándose la falsa y tensa calma, previa a la tragedia. 

Intentó serenarse, diciéndose que ella sería la última opción y no debería haber malestar por ello. Un pensamiento bastante débil para lo que iba a acontecer e iba a cambiar su vida. No podía creérselo. Antes de creérselo, habría jurado que estaba soñando, que aquello era producto de su alocada mente que quería más drama para divertirse, si no había más diversión ya en su vida.

 Contuvo un suspiro y alzó la cabeza, había acabado la lectura, ¿qué debía hacer? ¿Desmayarse para huir? ¿Fingir enfado cuando realmente solo sentía un miedo atroz?  Ni su tía le había preparado para ese momento. Cuando se enterara, iba a poner el grito al cielo.  Ay, señor, ¿por qué a mí?

— Dejadnos un momento.

Ariadne vio que esa petición era una oportunidad de salida, de escapar y olvidarse de toda esa parafernalia, pero se equivocó por completo. 

— Ah no, usted no se va, señorita Stinger. 

No hubo opción de réplica, ni uno de los presentes la auxilió, ni siquiera su amiga Susan que la miró con compasión. ¿De qué iban a hablar si era su última opción?, se preguntó nerviosa y angustiada por la situación que no estaba siendo fácil para ella. Y comprendía que tampoco lo era para él, que de alguna manera, le había cortado las alas de la libertad y de poder elegir una esposa sin tener el tiempo echado en su contra. Encima, ya la temporada social había acabado. Justo eso estaba pensando Michael, en sus posibilidades y en sus demonios.

— El muy... — tuvo el sumo cuidado de no insultarlo —, se estará divirtiendo desde el cielo, o el infierno. Sabía muy bien lo que hacía al proponer como tiempo de búsqueda tres meses, aunque claro no supo cuándo se iba a morir o si yo me iba a casar antes de chafar sus planes, hecho que no ha ocurrido.

Ari se abrazó a sí misma. 

— Pero lo que no contaba era que él tenía un "as" en su manga — soltó una risa amarga e incrédula —. Un "as" que había estado aquí todo el tiempo. 

Jadeó cuando recibió de pleno su mirada llena de resentimiento y odio.

— ¡Usted! — retrocedió cuando fue hacia ella y la sujetó de sus brazos —. Dime, ¿le pidió a mi padre que fuera mi esposa? 

— Me está haciendo daño — pero el hombre había perdido la razón y no la estaba escuchando, ni era consciente de lo que estaba haciendo.

— Fue en esa misma noche, ¿verdad? Mi padre seguramente pensaría: ¿Por qué no? Si me ha servido bien y me ha ayudado a separar mi hijo díscolo de las garras de Anne. ¿Por qué no ofrecerle el merecedor puesto de ser la nueva marquesa, la esposa de mi hijo y la madre de mis nietos? 

—  Para, por favor — no podía hilar ningún pensamiento teniéndolo cerca e increpándola de esa forma, tan injusta —. No sabía nada; soy inocente, tanto como usted.

— Permíteme que lo dude — de pronto, la soltó de su agarre haciéndola trastabillar con su propio pie —. ¿No sabía nada sobre mi relación con Anne?

Ojalá no hubiera estado escondida en ese maldito día en las caballerizas. Su sonrojo la delató de nuevo, aunque intentó explicarse.

— No lo sabía hasta que... 

— ¿Hasta qué...? Sigue, al fin lo reconoce.

— ¡Pero no como cree! Su hermana y yo estábamos en las caballerizas porque ella encontró unos gatitos y quería enseñármelos cuando... 

— ¡Qué loable acción! — replicó con sarcasmo —. Fue por eso cómo descubrieron mi relación y fue corriendo a decírselo a mi padre.

Le estaba empezando a doler la cabeza realmente.

— Si le dijera que no, ¿me creería? 

Su falta de respuesta se lo dijo. La había condenado desde mucho antes, desde hace dos años.

¡Era muy injusto!

— No se lo conté a su padre — dijo cansada, sabiendo que sus palabras eran en vano —. Él ya lo sabía y no fue por mí.

— ¿Cómo creerla si ha dispuesto que sea su única candidata para ser mi esposa?

No pudo dolerle más que el escucharle decir cada palabra dicha con desdén e inquina. 

La odiaba.

— Hay más damas en edad casadera para elegir como su esposa. 

— Con la temporada social acabada, ¿cómo puedo pretender en escoger la adecuada? — le dio la espalda y golpeó el escritorio, descargando su frustración —. Sería una pérdida de tiempo. 

Ari se mordió el carrillo al ver a Michael en ese estado tan caótico, en el cual estaba entre la espalda y la pared. Ella tampoco quería casarse especialmente en esas circunstancias. 

—  Mi padre, incluso muerto, sigue mandado en mi vida — dejó una solemne pausa antes de continuar y añadir: —. Será como él ha predispuesto que haga.

— No, no, no...

No podía estar pasándole aquello. ¡Iba a ser un tremendo error! No la amaba; la había culpado de todos sus males. 

No pudiera ser que lo estuviera diciendo en serio.

¡No!

— Señorita Stinger, será mi esposa. 

Porque no soy ella (BORRADOR)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora