Capítulo 6 (breve)

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Las obligaciones no comprendían el dolor que cualquier humano podía sufrir por la pérdida de la persona querida. Bien que lo sabía el nuevo marqués que nada más saberse de su presencia, se sentó en el escritorio y el administrador, el mayordomo y la ama de llaves le pusieron al día de lo que se esperaba de él. Dos años eran mucho tiempo sin estar al tanto de lo que había pasado en el marquesado. Más, le señalaron el papeleo que urgentemente requería de su supervisión y firma. Cogió el anillo que venía con el sello de su padre y alzó la mirada hacia el cuadro del antiguo marqués que presidiaba la estancia.

Todos dependían de él, se dijo al apretar el anillo contra su palma, calentándolo sin sentir por dentro ninguna pizca de calidez en ello.

- El abogado de su familia, el señor Boots, quería saber qué día le podía venir bien para la lectura del testamento de su padre.

- El testamento- repitió dichas palabras sin que le provocaran algún sentimiento y se colocó el anillo, que parecía ser, le iba ajustado.

Hasta en eso tenía en común con su padre, aunque lo notaba más lejos que nunca de él. No se refería a su muerte.

- Sí, milord - continuó el administrador, el señor Andrews, un hombre que llevaba bastante tiempo al servicio de su familia al igual que el resto, excepto... -. No puede retrasarlo más, si no ha venido antes era porque desconocía de su llegada.

- Hecho que vamos a remediar. Envíale una nota diciéndole que tanto mi familia como yo estaremos aquí. No nos iremos a ninguna parte, así que podrá proceder con la lectura cuando él venga y proceda. Señora Yale - la aludida no mostró su sorpresa al dirigirse a ella, así sin previo aviso -. Me gustaría que reuniera toda la servidumbre; quiero tener una conversación con ellos.

Tampoco, en ese momento, demostró alguna expresión sobre su inesperada petición presumiendo de su buena discreción y prudencia. Por otra parte, no era una petición tanta rara si ahora era el que había ocupado el lugar de su padre y quería saber el mínimo detalle de la organización y funcionamiento de la casa. Si eso incluía tener una palabra con algún criado, la tendría. Se levantó sin tener en mente a nadie en particular. Se levantó y se colocó bien la chaqueta.

No consideró que debía disculparse mientras se dirigía hacia las dispensas de los sirvientes. Había sido su moneda de pago.

¿Cómo podía no habérsela devuelto cuando estaba seguro de que aquella chiquilla chismosa, irresponsable y metiche le había con el cuento a su padre?

No era que tuviera una evidencia clara, pero el que bajara en esa noche de hace dos años atrás, mostrando culpabilidad que sinceridad, se lo confirmó. Podría haberlo olvidado si no fuera que su... la señorita Sinclair se había casado con su primo finalmente, dándole razón a su fallecido padre. Era algo que todavía le había costado tragar como el hiel amargo. La culpable no había otra, que ella. Esa criada. El verla allí en su regreso, sin ningún atisbo de culpa, sin haber mostrado un gramo de arrepentimiento, lo enervó. Hizo lo que hizo. Nada más que el diente por diente. Pero de nuevo corrió, escapándose de su escarmiento y esperaba ser claro con ella. Esta vez. No iba a permitir la mínima desobediencia de su parte. Si el antiguo marqués la había mantenido, sería por algo. No creía que hubiera sido su amante, no consideró a su progenitor un degenerado sin escrúpulos y sin honor cuando había amado a su madre, aunque con él no tuvo compasión de haberlo mandado lejos de casa porque había seguido los dictados de su corazón. Había sido sincero y no creía haberla podido olvidar pese a la distancia. Aun así, estuvo lejos de ella y de su familia.

- Milord - le llamó la ama de llaves sin haber sido consciente que habían llegado al lugar y una hilera de empleados de cualquier rango estaba delante de su vista, formando una fila -. Estamos todos.

No supo el porqué, pero se puso en alerta y cuadró hombros cuando habló y se dirigió hacia ellos mientras fue mirando uno a uno, buscando su rostro. No lo encontró y frunció el ceño.

- Señora Yale, ¿ha llamado a todos?

- Sí, milord. Nadie ha faltado de sus funciones.

¿La ama de llaves la estaría protegiendo?, se encogió de hombros, ¿qué le importaba a él? Su ausencia le reafirmaba que era una irresponsable. O... que había estado errado en su suposición de que formaba parte del personal del marquesado. Esto último no lo complacía en absoluto. No le gustaba equivocarse y se le escapara de su control.

Esa chiquilla no es tu asunto.

Compuso una sonrisa que realmente no sintió y dio por finalizada su "visita", girándose sobre sus pies y volviendo a sus obligaciones sin poder ignorar que esa muchacha se la había jugado. Y algo le decía que debía estar prevenido.

No era un sentimiento fácilmente de obviar, especialmente, cuando no quería dejar nada al azar.

Porque no soy ella (BORRADOR)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora