capítulo 15

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Si los hombres, una vez que han hallado la verdad, no volviesen a retorcerla, me daría por satisfecho

A la mañana siguiente, los ánimos seguían caldeados como una buena chimenea que dejaba rescoldos tras haber estado encendida a lo largo de la noche. Precisamente, no era el calor lo que recorría por cada rincón de la casa. Ni era porque hubo fuego en algún momento de la noche y, si lo hubo, se apagó totalmente.

Más de uno quiso saber sobre lo ocurrido, pero los protagonistas no soltaron prenda de ello, siendo unas tumbas. Mientras los otros, o mejor dicho, la marquesa Highwood, la hija de esta y lady Penhouse se quedaron con las ganas de saber. De algún modo, fueron cautas al sentir que el ambiente no era propicio para responder ciertas preguntas, preguntas que podían levantar más las espadas que la propia paz deseada.

No obstante, uno no aprendió de ellas, ¿pero acaso era la naturaleza del hombre   mantenerse al margen y quedarse quieto? Para el marqués, que no pegó ojo en toda la noche, no pudo quedarse quieto y menos callado ante la posible amenaza de cierto caballero en sus vidas.

Llamó al mayordomo mientras tomaba asiento detrás del escritorio y esperaba su llegada. Tan eficiente que era que no tuvo que esperarlo demasiado.

- Bueno días, milord. ¿En qué puedo serle de ayuda?

Highwood que había escogido una pluma y esta revoloteaba esta entre sus dedos, levantó la mirada hacia el hombre espigado y alto, bien trajeado con su uniforme. Carraspeó, y soltó lo que le había estado carcomiendo toda la noche.

- ¿Quería saber quién es el señor Elwes?

- Milord, la ama de llaves le pasó una lista de las contrataciones del personal del año pasado y contó con su aprobación, uno de ellos, el profesor de piano para la señorita Stinger.

Tal información fue inesperada como molesta. ¿Por qué no se centró en buscar alguien más cualificado?

- No me acordé que ese... caballero había sido contratado - y yo mismo lo había aprobado, se dijo, con frustración -. Me gustaría que se le pudiera citar hoy mismo, salvo que entregue personalmente su renuncia y entienda que no es necesaria su presencia más aquí. Ya no se le requiere más de sus servicios.

No hubo un parpadeo de sorpresa, ni un pestañeo.

- Se hará como ordene, milord

- También, le pediría que de esto no se lo mencione a la señorita Stinger o a la marquesa hasta que considere el momento oportuno de comunicárselo.

- Sí, milord.

Pero no se sintió cómodo consigo mismo, no cuando él había firmado para dar su aprobación y, de alguna forma, había sido el artífice del romance clandestino entre el profesor y su alumna.

¿Por qué le tenía que molestar?

Le molestaba porque no había creído que llegara el punto de que la señorita Stinger dejara todo por un "amor" prohibido.

Lo que no te gusta es verte reflejado en ellos, le dijo esa voz impertinente y burlona.

Podía ser, ya que no había sido el ejemplo de caballerosidad, y por ese motivo, discutió con su padre, siendo este su último encuentro que compartieron antes de que él partiera.

O eso intentó convencerse.

Porque cuando el mayordomo le comunicó que Elwes (había pasado unas cuantas horas desde su orden) había llegado, y le había acompañado para que lo recibiera, precisamente no pensó en ello, sino cómo en su mente, una parte tan retorcida de él, se volvió en su contra, recordándole lo juntos que podrían haber estado entre clase y clase.

Porque no soy ella (BORRADOR)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora