Uno

835 54 13
                                    

Querida Piper

Escribo esta carta porque ya no puedo lidiar con mis pensamientos. Cada oportunidad que tengo de verte es todo una experiencia que me deja sin aliento, y deseo más. Sé de memoria que es algo imposible, y te prometo que lo he intentado, me he forzado a mi misma a alejarme de ti, a dejar de pensarte; pero cada segundo que pasa te hundes dentro mío a una profundidad tan grande que es en vano siquiera intentar arrancarte.

No se si alguna vez estas palabras llegarán a tus oídos, y si lo hacen, probablemente yo me encuentre lejos. No podría mirarte a la cara y sentir tu rechazo, porque me da la sensación que es lo único que lograré provocar en ti.

Esto que siento desde que tengo uso de razón me está matando lentamente, y tú ni estás al tanto de lo que generas en mi. Me consuelo con verte ese rato que compartimos en el mismo sitio de vez en cuando, y poder apreciarte de lejos.

Gracias por ser mi musa inspiradora, por ser esa luz que me alumbra en los días más oscuros. Gracias Piper. Siempre serás parte de mí.

Alex.

------------------

-Cariño estoy llegando tarde a la escuela, luego nos vemos-Piper tomó su bolso y beso a su novia en la mejilla.

-Pipes, no llegues tarde por favor... así podemos mirar una pelicula juntas-Zelda que estaba terminando de preparar tostadas le sonrío.

-¡Lo prometo! Adiós amor- la rubia salió corriendo hacia la calle donde su auto estaba estacionado y lo puso en marcha para llegar a destino lo más pronto.

Piper era profesora de literatura de varias escuelas secundarias. Era mitad de semana y le tocaba ir a una de sus favoritas. No lograba descifrar el porqué, pero disfrutaba enseñar allí. Quizás era por Lorna, profesora de plástica y amiga suya. Las reuniones en la sala de profesores eran divertidas gracias a ella y el drama que había con otro profesor de música.

Se notaba de lejos la tensión que había entre ambos, y Lorna era blanco de muchas bromas debido a ello. Nada grave sin embargo, sino que el resto hacía todo a su alcance para generarle incomodidad con los comentarios. Lorna ya estaba acostumbrada aunque a veces se molestaba.

-Hey Chapman ¿como estás? ¿Hasta que hora estarás por aquí hoy?- la castaña se acercaba a su encuentro en la sala donde la rubia preparaba un café.

-Lorna, ¿bien y tu?-dijo entusiasmada-hoy tengo tres cursos únicamente ¿por qué?-la curiosidad era más fuerte que ella.

-Queríamos ir a cenar con algunos profesores ya que es el cumpleaños de Arthur-anunció Lorna mientras buscaba alguna rosquilla de la caja que le pareciera lo suficientemente buena.

-Hoy no puedo, prometí a Zelda que llegaría a tiempo para la cena-la rubia la miró frunciendo los labios, apenada.

-Entiendo, no te preocupes ya habrá otra oportunidad-la castaña le sonrío y finalmente le dio un mordisco a una rosca bañana en chocolate. Piper carcajeo por la expresión de su amiga.

Momentos más tarde, la rubia se hizo presente en su primera clase del dia con mucho entusiasmo.

-Buenos días alumnos...

-------------------

-Vause... ¡Alex!-Nicky recostada a los pies de la cama logró golpear con su mano la pierna de Alex. La joven se sobresaltó.

-Por favor dime que estás escribiendo porno gay o algo...-Alex la miró con una ceja levantada.

-No seas idiota, Nichols. No escribo esa clase de cosas-volvió a poner la vista y atención al cuaderno que tenia apoyado sobre sus rodillas.

-¿Otra carta? ¿Chapman?-preguntó incorporándose para quedar más cerca de la pelinegra y poder ojear. Alex en seguida se percató de lo que su amiga intentaba hacer y cerró el cuaderno con un estruendoso sonido que asusto a la otra.

-¿No tenías que irte?-Alex se levantó de la cama guardando en un cajón el cuaderno y luego colocando el candado que trababa todo el mueble.

-No hasta que admitas que estas muerta con Chapman...

-No sé de qué hablas-Alex puso su mejor cara de desentendida y comenzó a limpiar polvo inexistente del escritorio. Nicky rodo los ojos y suspiro, cansada.

-Te veo mañana, nerd-le dio una palmada en el hombro y la dejó sola.

Era evidente que sus sentimientos por la rubia no pasaban desapercibidos para Nicky. Y si ella que era la persona más distraída del mundo se había dado cuenta, quería decir que se encontraba en graves problemas.

Si Piper se enteraba de aquello, le traería problemas no solo a ella como alumna sino a la rubia como profesora. Y eso no estaba en sus planes, no se perdonaria que algo le pasara a la rubia por su culpa. Debía conformarse con verla los días de clase que eran solamente dos, y las horas que pasaban dentro del aula leyendo y escribiendo.

Alex no dejaba de asombrarse con lo buena escritora que era Piper. Muchos se había asombrado con su talento, aunque fue ella quien no se atrevió a expresarlo. Su timidez no la dejaba ser ni hacer, le costaba mucho integrarse con el resto del curso. Tenía suerte de que Nichols era sociable y se había ganado su confianza luego de meses de insistencia en salir... como amigas y disfrutar de su juventud. Y muy a su pesar, Alex accedió una unica vez a sus invitaciones y ya luego no pudo quitársela de encima nunca más. En el fondo estaba agradecida... pero no lo admitiría jamás.

En la soledad de su habitación, luego de haber cenado sola - ya que Dianne trabajaba hasta tarde- se sentó en su cama a releer sus palabras.

No era la primera carta que le dedicaba a Piper, pero si se sentía diferente. Era como un ruego que dejaba ver su desesperación. Alex ya no veía tal cosa como un juego, sino que iba más allá de la inocencia de un enamoramiento de adolescente.

La situación se estaba complicando, y lo que empezó como un pequeño crush que sirvió de inspiración, se había convertido en un amor imposible.

Alex no podía dejar de pensar, ni sentir por Piper, y eso ya era un problema.

Dear PiperDonde viven las historias. Descúbrelo ahora