Treinta y dos

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Dejo un poco mas de esta historia. Queria hacer una breve aclaracion que no tiene nada que ver con nada... o capaz que  tiene que ver con todo, en fin. Este capitulo está fuertemente inspirado en una canción de Camila Cabello (que canta junto a Maria Becerra) y que se llama Hasta los dientes. Un poco resume lo que el personaje de Alex siente.

Espero volver pronto. Tengan paciencia, estoy finalizando el cuatrimestre y estoy a full con exámenes y trabajos 😪

Gracias por leer!!

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Aun dolía en el pecho las sentidas palabras que la pelinegra había pronunciado. Jamas creyo que la podían afectar de tal manera, pero allí estaba, recostada en la cama de la habitación de Lorna con los ojos hinchados de tanto llorar.

Su amiga le había preguntado el motivo por el cual se encontraba así y tuvo que mentirle. No podía exteriorizar que su corazón sentía por alguien que no debía. Y en ese momento fue que se dio cuenta que, ya no solo se trataba de atracción física, sino que estaba sintiendo con todo su cuerpo por Alex.

Flashback

—¡Alex!—su voz salió con fuerza logrando detener los pasos de la joven y ganándose algunas miradas, entre esas la de Nichols.

La pelinegra se detuvo pero no volteó a verla, por lo que tuvo que dejar a Zelda sentada en una mesa cercana, e ir a su encuentro.

—Hey—dijo con una sonrisa en el rostro que pronto se desvaneció ante la mirada desconcertante que recibió por parte de la otra.—¿Qué sucede?—quiso tocarla pero Alex retrocedió.

—Que estoy cansada, Piper. Realmente estoy agotada—apretó su puño haciendo fuerza para no llorar.

—Pero.. ¿por qué?—el rostro de la rubia se mostraba realmente afectado. Piper tampoco podía hacer mucho, estaba en un lugar público donde su ex y la mejor amiga de Alex estaban mirándolas.

—Por qué soy una idiota, por eso. ¿Pero sabes qué? ¡No lo voy a tolerar más!—exclamó, y volteó para irse. Piper no la detuvo porque sabía que no era buena idea tocarla pero si la siguió de cerca.

—Alex espera por favor... no te vayas así... por favor no te vayas—en ese punto, la angustia era imposible de controlar, y las lagrimas comenzaron a caer sobre sus mejillas. Piper desconocía lo que pasaba en la mente de Alex y eso le generaba terror.

—Piper hazte un favor a ti misma y vuelve por donde viniste—se frenó cerca de ella y hablo con un tono como para que solo la rubia pudiera escuchar. Además no quería hacer una escena.

—No, Alex. Necesito saber porque estas así..  creí que lo ayer...

—Lo que pasó ayer fue un error, algo que nunca debió pasar... créeme que si lo pudiera evitar lo habría hecho—la frialdad en sus palabras realmente la golpearon en su más profundo ser.

Lo que había leído en aquel diario, en ese momento, no se condecía con lo que salía de su boca. Parecían dos personas completamente distintas, y sin embargo, eran la misma.

—Para mi no lo fue—dijo casi en un hilo de voz, el llanto le imposibilitaba hablar con fluidez.

—Ya no importa... todo fue en vano. Me tengo que ir—nuevamente quiso retomar sus pasos pero esa vez Piper la sujeto del brazo.

—No te puedes ir así, no sin antes hablar conmigo.. ¿es por Zelda que estas así?—

—Por supuesto que es por Zelda, Piper. ¿Sabes lo que sentí al verlas otra vez juntas? —la mirada intensa se nublaba cada vez más.

Dear PiperDonde viven las historias. Descúbrelo ahora