Veintiocho

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Querida Piper

Esto lo hago a modo de despedida, o en realidad siento que es la unica manera que tengo de cerrar una etapa. Me hubiese gustado poder ser valiente y decirte lo que siento por ti, pero no es así, la realidad es distinta y yo soy una adolescente enamoradiza.

Agradezco al menos haber conocido tus labios, nunca olvidaré cómo se sienten junto a los míos. Ni tampoco podre borrar de mi mente el color azul de tus ojos que me guio durante todo este tiempo.

Gracias por hacerme sentir viva. Ojalá algún día encuentres a alguien que te cuide como mereces y te haga sentir lo mismo que tu provocas en el resto.


Alex

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Flashback

Ese día, Piper vago sin rumbo alguno por las instalaciones de la escuela. Ya había terminado su horario y esperaba que su amiga Lorna terminara el suyo para volver juntas a casa, por lo que tenía tiempo libre. Luego del encuentro con la mujer que terminó siendo la madre de Alex, quedó alterada, muy nerviosa.

Apenas unos días antes la había visto a Alex entrar a la misma oficina a la que ahora entraba la madre. Claramente algo pasaba que escapa de su conocimiento y necesitaba saber cuanto antes de qué se trataba todo.

Deambulo por los pasillos saludando a los alumnos que se cruzaban en su camino, y terminó sentada en el patio de receso admirando el verde del pasto. Era un día precioso para disfrutar fuera... pero con alguien más, ella sola no terminaba de hacerlo por completo.

Poco a poco la ensordecedora tranquilidad del lugar se fue escapando a medida que se llenaba de jóvenes que gritaban y reían. Era el indicado perfecto para hacerse saber que debía salir de allí. Junto sus cosas y procuró salir a la calle, aprovecharía para chequear lo de Zelda.

Pero le fue imposible ignorar lo obvio. Dianne intento más de tres veces en darle arranque a su vehículo en vano. Parecía que el motor se había dado por vencido. Dado que ella no tenía planes, decidió intervenir.

-Oiga, ¿necesita ayuda? La puedo alcanzar en mi coche si quiere-dijo Piper acercándose a la ventanilla de la mujer. Dianne sonrió de lado y asintió.

Más pronto que tarde ambas mujeres se dirigían camino hacia la casa de Dianne. Según las indicaciones que la mayor le dio no llevaría mucho tiempo llegar allí, y para suerte de la rubia todo indicaba que podría volver a ver a Alex.

A solo un bloque de distancia, el móvil de la otra mujer sonó, quitandolas de la amena conversación que tenían. Dianne hablaba mayormente de Alex, y no se podia quejar. Por supuesto que era una madre orgullosa de su hija y todo lo que hacía Alex era digno de admirar.

-Me disculparas pero mi jefe me necesita ahora-la mujer comento haciendo una mueca de fastidio.

-¡No hay problema, puedo llevarla hasta alli!-Piper frenó para poder dar la vuelta e ir en la dirección contraria, pero Dianne la detuvo.

-No querida, ya has hecho demasiado por mi hoy... déjame aquí que caminaré son solo algunas cuadras...-Dianne le sonrió y Piper respondió con el mismo gesto...-Si puedes avísele a Alex que vaya por el coche... ella le tiene más paciencia que yo- finalmente la mujer beso su mejilla y se bajo del vehículo velozmente.Piper la vio alejarse por el espejo retrovisor y suspiro profundo.

Finalmente había conseguido lo que quería sin tener que hacer el más mínimo esfuerzo, sin tener que encontrar una manera que no la perjudicara aún más de poder acercarse a la otra. Y al fin se encontraba a tan sólo unos metros de Alex, y le era inevitable no sentir nervios y ansiedad. ¿Qué le diría? En si no existía un motivo válido para aparecer como si nada en la puerta de su casa... o quizas si, pero la otra aún no lo sabía.

Dear PiperDonde viven las historias. Descúbrelo ahora