Tres

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Flashback

Había sido una noche de mierda, no había otra forma de describirlo.Sin poder descargar su energía, y cansada en general por la rutina, no pegó un ojo en toda la noche. Mientras escuchaba la respiración pacífica de su novia a un costado suyo, Piper se volteó de posición incontables veces sin lograr conciliar el sueño.

Escuchó, a las seis de la mañana, cómo Zelda se levantaba para ir a trabajar y ni siquiera se molestaba en besarla como había hecho veces anteriores.

¿Desde cuando su novia se iba sin saludarla?

Lo que Piper no sabía era que Zelda tampoco había logrado dormir, y de que estaba al tanto que ella tampoco. Por lo que prefirió evitarse un mal trago y marcharse por el día. De todas formas, si físicamente no pudo demostrarle nada de lo que sentía, lo hizo de una manera que Piper entendía muy bien.

Pipes

Anoche fue de lo peor, y no te echo la culpa. Yo no estoy bien y debí decirlo antes. Mi trabajo ya no me apasiona como solía hacerlo, esta comenzando a pesarme, y hay días en los que no tengo ganas de nada simplemente.

Quiero disculparme contigo Piper, y espero puedas aceptarme nuevamente. Tú eres la mujer de mi vida y la que elijo cada día. Te amo.

Zelda

La rubia leyó varias veces aquellas palabras y el enojo se disipó levemente. Lo que ahora le intrigaba era el asunto que su novia mencionaba en la carta. Era imposible que Zelda se hubiera cansado de la cocina, era literalmente imposible. Tenía que haber algo más que eso, algo que fuera lo suficientemente preocupamente como para despreciarla.

Piper entendía que el trabajo era cansado. Ella misma lo comprobaba todos los días, y entendía que una persona podía tener días en los que solo quisiera estar tranquila, dejada en paz. Pero lo acontecido la noche anterior no era la primera vez.

O quizás era su imaginación, no lo sabría hasta que hablaran bien. Ese ciertamente no era el momento, si seguía pensando llegaría tarde.

Le envio un mensaje a la castaña para hacerle saber que podían hablar, que ella quería hablar las cosas apropiadamente y se marchó de la casa prácticamente sin desayunar.

-Buen día Morello. ¿Te puedo robar un poco de tu cereal?-casi con la cuchara en la boca.

-¿Qué te pasa? Odias el cereal, o mi cereal para ser más precisas...-le dio una mirada mientras masticaba.

-Tengo hambre... y anoche no dormí nada-apoyo su cabeza contra la mesa de la sala de profesores.

-Te dije Piper, debes dejar el sexo desenfrenado para otro momento de la semana-comentó riendo ante la expresión enojada de la rubia.

-Llegaré tarde a clases, luego te veo— dijo robandole otra cucharada de cereal, y luego la dejo sola.

Fin del flashback

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Alex era una adolescente de diecisiete años, cercana a cumplir la mayoría de edad. Estaba terminando la escuela secundaria, y su profesora de literatura, Piper Chapman, llamó su atención desde el primer momento en que la conoció.

Hacía casi tres años que la rubia era su profesora, y si bien, en un principio había llegado como reemplazo temporal de la profesora Reznikov, Piprer se terminó ganando el puesto de titular. El trabajo que hacía en la escuela era excelente, los alumnos la querían porque no solo era gentil, sino que tenía mucha paciencia y se notaba que amaba lo que hacía. Todos participaban en sus clases, haciendo preguntas y dando opiniones acerca de qué libros querían leer o los que les gustaban más, y ese intercambio solo ocurría con pocos profesores. La rubia se había ganado el respeto y cariño de todos allí dentro.

Dear PiperDonde viven las historias. Descúbrelo ahora