Treinta y cinco

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-¿Vienes seguido aquí?...

Alex se topó con la sonrisa de Piper y lo único que pudo hacer fue sonreír a la par, era inevitable. Parecía que tomó un respiro luego de estar al límite, de estar ahogándose en aguas profundas y salir a flote.

No... en realidad no—respondió mientras la rubia se acercaba un poco más a ella—¿Qué estás haciendo aquí?—la presencia de la otra no dejaba de sorprenderle.

—He venido a... bailar—contesto con firmeza, como si fuera lo más normal del mundo dadas las circunstancias. Se sentó a su lado, probablemente causando enviada en las otras personas que intentaron algo con Alex y nada funcionó.

—Mmhh..—hizo un sonido con la boca y asintió como intentando entender las palabras de la rubia.

—Dame tu mano—pidió animada, extendiendo la propia delante de la pelinegra. Alex la miró, curiosa, con una ceja levantada pero accedió a su pedido.

Ambas respiraron ante el pequeño contacto entre sus pieles, era una sensación que prácticamente nadie podría describir, sólo ellas dos eran las privilegiadas.

Piper caminando lentamente entre la multitud, arrastro a Alex con ella, y ambas quedaron casi paradas en el medio de la pista.

Mientras el corazón de Alex latía con fuerza, la rubia que nunca soltó su mano, pidió por la otra mano. Ambas las colocó por detrás suyo para que Alex la sujetara por la cintura. La respiración de la joven se hizo más pesada por la cercanía.

—¿Qué sucede?—preguntó la rubia con una sonrisa de lado. La peliengra la miro de igual manera, negando con la cabeza—Pareciera que estás nerviosa—comentó casualmente haciéndola reír.

Alex, al tiempo que estaba con Piper, movió la cabeza de lado para mirar a su alrededor y noto como algunas personas las miraban—Nada, es que... no están mirando—dijo la joven, y Piper tomó su rostro con ambas manos para volverla hacia ella y que la mirara a los ojos.

—Tú sabes que nada importa ¿verdad? Solo tú y yo... pretende que estamos solas aquí ¿si?—sugirió con calma logrando que la otra también se tranquilizara de a poco.

La mujer no podía mentirse a si misma, estaba más que nerviosa, pero lo unico que interesaba era que Alex estaba con ella. Sus cuerpos a una mínima distancia que se encargaría de eliminar poco a poco.

La música se hizo más notoria en sus oídos una vez que se olvidaron de sus alrededores, se trataba de una melodía poco familiar pero agradable para moverse de de un lado a otro. Comenzaron con movimientos lentos, Piper liderando ante la poca reacción por parte de la joven.

Alex estaba un poco en shock, aun no terminaba de asimilar la presencia de Piper en ese lugar. Penso que todo estaba dicho, que ya nada tenían que ver juntas. Y aunque dolía lo había empezado a comprender. Pero la decisión de Piper de aparecerse allí la desconcertaba casi por completo.

—Hueles muy bien—la voz se hizo eco en sus oídos y la regreso al momento que estaba viviendo. Ella y Piper estaban prácticamente pegadas moviéndose al ritmo de la música. Sonrió de lado, satisfecha consigo misma por el cumplido.

—Y tú te ves espectacular—comento cerca de su oreja logrando que a la rubia se le erizara la piel. Con la música y el ambiente que se había generado en la pista, las sensaciones se multiplicaban por mil.

Continuaron pegadas, meciéndose hasta que el ritmo cambió a uno más potente que requería más movimiento. Piper se despego de ella y comenzó a bailar de forma exagerada, dejándose llevar por el momento y la música.

Alex primero río, nunca la habia visto así, libre y despreocupada. La rubia continuó moviéndose con sus ojos cerrados y volteó para quedar de espaldas a ella. Sus caderas comenzaron a contonearse de una forma provocativa que esperaba que despertara los instintos de la joven.

Dear PiperDonde viven las historias. Descúbrelo ahora