Siete

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-Hey, Pipes... ¿Podemos hablar?...

La rubia se las había ingeniado para evitarla todo un día. Era su turno de no querer hablar con Zelda, no creía justo que se mereciera tal desplante y malos tratos de su parte. Ademas, qué decir del estado en el que había llegado. Piper no quería sacar conjeturas al respecto, no era buena idea porque cada escenario que se imaginaba en su cabeza era probablemente peor que la realidad.

Salió de la habitación recien bañada y cambiada, para toparse con Zelda que la esperaba sentada en la mesa de la cocina con una taza de café entre las manos. Piper la observó a una distancia prudente, muy detenidamente y no pudo evitar sentirse mal verla de aquella manera. La castaña tenía la cabeza baja y no podía ver su rostro. De igual manera, y más allá de todo aún la quería y no toleraba verla tan mal.

Camino hasta su lado y apoyó una mano sobre su hombro. La otra en cuestión de segundos se paró y la abrazó con fuerza.

-Perdóname amor, perdoname- dijo claramente llorando. Piper suspiro profundo, pequeñas lágrimas caían de su propio rostro.

-Zel, no puedo así, realmente no puedo. Ahora debo irme pero más tarde necesitamos hablar-trato de no sonar tan angustiada. La castaña se separó con una expresión que Piper no había visto antes.

-Pipes, por favor..-Zelda lloraba desconsoladamente, sabía bien que la conversacion empeoraria las cosas para ella. Piper se fue despegando de Zelda, y alejandose. No tenía mucho tiempo hasta que le tocara entrar al trabajo y su novia la estaba retratando.

-Nos vemos luego-dijo, cerrando la puerta con pesar.

Piper estaba realmente confundida con toda la situación. Zelda ya no tenía comunicación con ella, y cuando lo hacía o estaba ebria o estaba llorando. La rubia no reconocía en la otra la mujer que la había conquistado. Muy lejos había quedado aquella amable y seductora mujer.

Flashback

-Discúlpame pero no podré irme sin antes saludarte-Piper que esperaba sentada en la barra a que Lorna volviera del baño se sorprendió cuando una mano se deslizó por su cintura y un aliento caliente le susurró al oído.

El perfume que emanaba de la castaña era encantador, y cuando cruzó miradas por primera vez con ella un escalofrío le recorrió la columna.

-Hola-la rubia dijo tímidamente ante la castaña que la miraba como si fuera una diosa del olimpo.

-Zelda- extendió su mano, la cual Piper sacudió delicadamente.

-Un placer, mi nombre es Piper-le sonrío bajando la mirada. Era increíble el poder que tenían los ojos de la mujer frente a ella.

-¿Te puedo invitar un trago?-Piper completamente embelesada se distrajo y no la escuchó.

-¿Si?.. ¿O esperas a alguien más?-Zelda aprovecho su oportunidad de acercarse un poco más a Piper, y le acaricio la mejilla.

-Claro-suspiro, su respiración entrecortada por cercanía de la otra y la mano que estaba apoyada sobre su muslo.

Esa noche, Piper hizo más que aceptar un trago de Zelda.

Fin del flashback

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Imposible lo que estaba sucediendo en ese mismo momento. ¿Piper le había enviado un libro a ella? ¿Con lo que le gustaba leer... y con lo que le gustaba su profesora? No, Piper no. Solo los libros, la lectura y sobretodo la escritura. Libros.

Dear PiperDonde viven las historias. Descúbrelo ahora