Treinta

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Alex estaba incontenible, quería gritarle al mundo lo que terminaba de pasar porque sentía que era un secreto demasiado grande para mantenerse en silencio por mucho tiempo. La excitacion que aceleraba sus latidos y la llenaba de alegria, le hacia pensar que todo había ido demasiado bien, y por primera vez estar en sus zapatos no era lo peor del mundo.

Pero todo subidon de alegría usualmente venía acompañado de un bajón, y allí aparecía Dianne para arrancarla de ese mundo de ensoñación y traerla de vuelta al mundo de los mortales. Un lugar que hasta ese momento ella no tenía poder decisión alguno más que obedecer a su madre sin chistar.

—Hija... ¿me oyes? Parece que he estado hablando con la pares...—la mujer entró a la cocina donde la pelinegra estaba de pie frente a la mesada preparándose un café.—¿Hablaste con tu profesora?—Dianne no siquiera noto que su hija casi tira la taza al suelo.

—¿Qué? ¿Con quién?—se volteó a ver su madre, un poco aterrorizada.

—Tú profesora, ya sabes... la rubia bonita esa..—hablo mientras ordenaba las cosas frente ella. Alex estaba con los ojos muy abiertos y su corazón estaba a punto de salirse de su pecho.

—¿Piper?¿Qué hay con ella?—trago en seco, todo su cuerpo se tensaba de repente. ¿Cómo sabía su madre de la existencia de la rubia?

—Si... no sé el nombre. Ella me trajo hasta aquí hoy, le he hablado sobre ti... ella es muy gentil—sonrío recordando las palabras que habia intercambiado con la mujer...—Y parece que te admira... ha hablado mucho de ti, Alex.. y muy bien—la pelinegra bajo la vista para que no viera su rostro de felicidad  y el rubor que poco a poco se formaba en sus mejillas.

—Si, ella es muy buena profesora...—comentó dándole un sorbo al café. Su madre parecía estar de acuerdo porque no dijo más nada.

—Por cierto, he hablado con tu directora, Alex—ahí estaba la realidad, una vez más.—Dijo que le daba pena que dejaras el ciclo a la mitad... pero se alegra por ti—la pelinegra solo asintió.

La melancolía se asentaba de nuevo en el aire. La joven no sabía con exactitud cuanto tiempo le quedaba en ese lugar pero quería aprovecharlo al máximo.

Alex (10:17 am)
Hey Nick...

Alex (10:18 am)
Necesito hablar contigo...

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Al entrar al departamento de Lorna, la realidad la alcanzó de una forma brusca. ¿Qué mierda había hecho?  ¿Por qué algo que se sintió bien le pesaba tanto en la conciencia?Piper no podía pensar en otra cosa que no fuera su encuentro con la joven.

¿Había sido la experiencia de su vida? Definitivamente era más de lo que imaginaba. ¿Lo quería volver a repetir? Era probable que sí. ¿Se arrepentía?...No podía responder con claridad.

Después de salir de lo de Alex, el viaje en auto fue todo un momento para la reflexión. Lo que terminaba de hacer, en manos de las autoridades del colegio, no solo la haría perder el trabajo sino que ademas podía causarle un gran problema. Se trababa de algo complicado.

No hubo malas intenciones, simplemente la unica verdad era que no había encontrado otra manera de decirle a Alex que se quedara. Al descubrir aquel diario y leer el contenido se había sentido emocionada, abrumada con tantas emociones, que le pareció prudente que la joven sintiera al menos una parte de lo que ella había sentido al leer el cuaderno.

Quizás, hubiese estado mejor hablar como adultas y aclarar de una vez por todas la situación que ya no daba para más, pero Piper se consideraba una mujer de acción, ella quería algo y no paraba hasta conseguirlo.

Dear PiperDonde viven las historias. Descúbrelo ahora