Treinta y siete

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Lo primero que hizo al llegar a casa, ya lejos de la joven, fue terminar de quebrar en llanto. No se sentía bien animicamente, muchas emociones que la desbordaban y no sabia como lidiar con ello. Estuvo un tiempo dentro del vehículo para tranquilizarse pero terminó siendo peor porque juraba sentir el perfume de Alex en ese espacio reducido.

Al querer entrar a casa, sus piernas denotaban cierta flojez y su visión estaba borrosa de tantas lagrimas derramadas. Hizo tanto ruido al intentar pasar que Lorna apareció frente a ella, finalmente abriendo la puerta que ella no pudo.

—¿Qué carajos..?—exclamo la castaña confundida, por su aspecto parecía recién levantada.

—Yo... lo siento Lor...—dijo entre llantos y se abalanzó hacia ella, abrazándola como si su vida dependiera de ello.

—¿Qué esta pasando?—dio unos pasos atrás por la fuerza con que Piper de aferraba a ella. Lorna estaba aún adormecida y muy pero muy confundida.

—Se fue...—llego a formar una oración coherente entre tanto espamo, pero no se atrevía a despegarse de su amiga. Lorna era lo único que la mantenía en el lado de la sanidad en ese momento.

—Pipes, voy a necesitar un poco más cariño, ¿si?—su voz salió un poco más empatica y comenzó a masajearle la espalda, quizás así conseguía que aflojara un poco el agarre.

—Ella se fue... y yo no le dije... soy una cobarde—el llanto volvió a aumentar y Lorna la sujeto con fuerza, comenzando a preocuparse de lo que la rubia hablaba. Alguien, una mujer con exactitud, la tenía así de mal y no sabía ni de quien se trataba. Lo único que Lorna esperaba era que no se tratase nuevamente de Zelda.

—Pipes... ¿De quién hablas? ¿Quién te tiene así de mal?—preguntó con un nudo en la garganta. No le estaba gustando el lugar que le había tocado en toda la situación. Nunca había tenido que lidiar con algo así y tampoco se sentía cómoda. Piper no estaba hablando más que mosilabos o frases sueltas e iba a necesitar más información si quería hacer algo para a ayudar.

—Oye ¿por qué no nos sentamos y tomas un poco de agua, si? No tenemos que hablar de nada si no quieres...—hablo serenamente intentando de esa forma que al menos la rubia la soltara para poder verla al rostro.

Piper muy lentamente se apartó para secarse las lágrimas con la manga de la camisa que traía puesta, aunque en ningún momento hizo contacto visual con la castaña, pero si la obedeció y se sentó en el sofá.

Lorna caminó hacia la cocina para volver a su lado con una vaso de agua, entregandoselo en completo silencio. La rubia bebió el líquido logrando controlarse y bajar de ese estado en el se encontra. Le tomo varios minutos de respiración controlada pero logro normalizarse. Sin embargo su cabeza dolía como si tuviera resaca, y lo más gracioso era que no había bebido ni un poco.

—Dame un momento.... y prometo que explicare todo— termino rompiendo el silencio agobiante que se había generado en el ambiente, su amiga solo asintió sin presionarla.

—La verdad es... que estoy enamorada de alguien.. una mujer y... ella—sus ojos nuevamente se llenaron de lágrimas y no pudo continuar hablando. La castaña puso una mano en su rodilla, ejerciendo una leve presión.

—Respira, Pipes... sabes que puede confiar en mi, estoy aquí—comentó mientras la rubia respiraba profundo. 

—Estoy enamorada de alguien que hoy se fue de aquí...y tengo el presentimiento que no la volveré a ver jamás y... eso me esta carcomiendo—Lorna escucho cada palabra al tiempo que intentaba atar cabos.

La historia que Piper contaba no le cerraba por ningún lado. ¿De quien estaría enamorada? ¿Acaso su amiga se veía con alguien sin haberle contado? Imposible. Pero al mismo tiempo jamás la había visto así de mal por Zelda. Si bien no quería a la otra mujer al lado de su amiga, no recordaba en todo ese tiempo que mantuvieron una relación haberla visto tan.... frágil.

Dear PiperDonde viven las historias. Descúbrelo ahora