Cuarenta y ocho

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Luego de un día productivo se encontraban en casa de Piper, recostadas en la cama y cada una con un libro en la mano. Después de las clases Alex había decido que necesitaba un tiempo alejada de lo que conocía, y el nuevo sitio de la rubia era ideal para meditar y descansar. La noticia que había recibido esa mañana la había dejado feliz y preocupada al mismo tiempo. Todo parte de un conjunto de emociones que la acompañaban hacía días.

—Alex...—la mujer al otro lado de la cama se incorporó para observarla mas de cerca y llamar su atención, pero la joven parecía estar muy concentrada en la lectura como para bajar el libro—Al...— Piper apoyó una mano sobre su estómago.

—Si..—respondió aunque realmente no estaba presente. Su mente estaba enfocada en otras cosas. Esa mañana había transcurrido muy lenta para ella, llena de novedades. Por un lado, su madre le había anunciado que le urgía hablar con ella, luego su mejor amiga que la ignoraba y desaparecía de la faz de la tierra y por último, pero no menos importante, a Piper la sentía extraña por no decir otra cosa.

—Estas muy distraída, amor. ¿Qué sucede?— indago la rubia, mientras le acariciaba la mejilla, y Alex suspiró quitandose las gafas.

—Es que.. Nicky no habla conmigo. No responde mis mensajes y no se qué hacer...—se tomó el puente de la nariz con fuerza. Piper frunció los labios, apenada por no saber como ayudarla a las jovenes.

—Déjale un poco de espacio, que piense, que reflexione y veras como podrás acercarte de nuevo—sugirió. La joven asintió pareciendo estar de acuerdo, y dejó el libro de lado.

—¿Y a ti que te pasa? Estuviste muy callada hoy—se recosto de lado para poder observala de frente. Piper trago visiblemente, le resultaba increíble de la manera en que Alex podía percibir qué algo pasaba.

—Nada, estoy un poco agotada con lo de la mudanza, aún tengo que desempacar y..— mintió, y la peliengra la observo con una ceja arriba, dándose cuenta. De igual forma tomó una de sus manos.

—Entiendo si no quieres hablar, respeto tu privacidad. Solo dime si puedo ayudarte con algo—se sinceró al tiempo que le daba una tierna sonrisa. En seguida vio cómo la rubia hundía el rostro en la almohada, y gritaba contra la misma. Alex se alarmó ante aquel gesto.—Pipes...—acaricio su cabello bajando la mano por su espalda hasta descansar justo sobre la cadera. La otra al voltear, le permitió a Alex descubrir que sus ojos estaban llorosos, y muy rapidamente la tomó del rostro como para examinarla más de cerca.

—Alex, yo.. yo no quiero perderte—confesó con mucho pesar. El rostro de la joven se descolocó y quedó en completo shock. Piper se hundió contra su cuello para poder abrazarla con fuerza.

La pelinegra intentaba atar cabos mientras sostenía a una temblorosa Piper, pero nada tenía sentido—¿De qué estas hablando, Piper? Acabamos de juntarnos, y no planeo alejarme de ti—hizo círculos sobre su espalda al tiempo  que trataba de calmarla. El llanto de la otra fue cesando pero el nudo en su garganta se hizo más grande.

—Tú te irás pronto a la universidad y...—la rubia continuó hablando pero el recuerdo de esa mañana la golpeó como un relámpago.

Flashback

—Alumna necesito hablar con usted, espere—la seriedad con la que Piper la confronto le resultaba extremadamente rara.

—Claro, profesora. Dígame—usó la misma formalidad para dirigirse hacia la otra. En parte para molestarte y porque aún estaban en el aula. Piper la observó curiosa, pero no dijo nada.

Se puso a guardar cosas mientras los alumnos se iban por la puerta dedicándole algunas sonrisas. Alex se sentía orgullosa de lo bien que el resto trataba a Piper, porque significaba que hacía muy bien su trabajo.

Dear PiperDonde viven las historias. Descúbrelo ahora