Veintiuno

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El tiempo parecía pasar en cámara lenta y la gente a su al rededor era ruidosa, en especial Lauren, que con la cantidad de vasos que la vio ingerir no entendía como podía estar bailando desaforadamente.

La pelinegra estaba agotada, su mente no había dejado de pensar un segundo en el breve encuentro con Piper, pero sobre todo la falta de respuesta de la rubia.

¿Acaso la otra se arrepentía del beso?

Esa misma tarde no parecía que le importara otra cosa que no fuera besarla por la forma en que la correspondian, y al parecer la otra quería ir aún más lejos; cruzar una barrera que Alex todavía no había siquiera pensado en cruzar. Le daba miedo esa situación, pero a la vez tenía que admitir que se sentía demasiado bien bajo el toque de Piper.

Así y todo, la joven tenía sus dudas. No podía olvidarse el lado de B, la parte en la que había alguien más en la vida de Piper. Otra persona que ocupaba el lugar que ella quería, una mujer a la que Piper estaba engañando ni más ni menos que con ella misma.

Alex no toleraba pensar eso, sentirse sucia. La pelinegra siempre fue muy correcta en todo lo que hacía, por ende no le gustaba jugar con las personas ni que jugaran con ella. Y lo que estaba pasando allí le gustaba y disgutaba en partes iguales.

Con Piper le había pasado algo diferente. Empezó siendo un juego de adolescente solitaria, luego pasó a ser un enamoramiento de esos que te traen mariposas en la panza y te distraen de cualquier cosa que necesite un enfoque.

Y a esas alturas se había convertido en algo más, algo que iba más allá de lo racional. Era una completa obsesión lo que tenía con la rubia, y no estaba segura de que en algún momento iba a poder dejar de sentirse así.

El ruido a su alrededor ya no era tolerable, quería irse de allí, ser dejada en paz. Pero sabía que no iba a poder ser si Lauren la seguía a todas partes. Necesitaba la ayuda de Nicky para contener a la otra, pero su amiga de un momento a otro había desaparecido.

Buscó con la mirada en el tumulto de gente y creyó divisarla cerca de la barra hablando con alguien. Por un momento, Alex penso que seria inútil esperarla porque sabía que cuando Nicky encaraba a alguien terminaba yéndose con esa persona. Para su suerte la vio regresar para su lado, pero su rostro expresaba algo que casi nunca veía en su amiga.

-¿Te encuentras bien?-se acercó hasta ella para que la ojimiel pudiera escucharla. Pero la otra hizo un gesto y le quito el vaso que traía en la mano para beberlo de un sorbo.

-¡Hey eso era mio!-exclamó enojada y Nicky se encogió de hombros como si no supiera de qué hablaba. Alex bufo ante la actitud infantil de su amiga y pensó en buscarse otro vaso.

En el momento en que puso su vista en dirección a la barra pudo ver con mayor nitidez que la persona con la que Nicky hablaba momentos atrás era ni más ni menos que Piper.

La rubia estaba sentada junto a un hombre que descansaba demasiado cerca de ella para su gusto. De pronto sintió celos y una incontrolable sensación posesiva que se apoderó de ella, la cual tuvo que controlar porque tenía ganas de correr a su encuentro.

En cambio se mantuvo al margen, inquieta pero observando la escena a cierta distancia. La rubia no parecía moverse del lugar donde estaba sentada, ni mostrar signos de incomodidad. Sin embargo había algo que a Alex no le gustaba.

Quizás era que la expresión del hombre era repugnante, o tal vez el hecho de ver a otra persona coquetear con su profesora. No decía cual de las dos era su mayor inconveniente pero sentía que debía hacer algo para calmar esa ansiedad.

Respiro hondo, junto coraje y paso acelerado para no permitirse pensar dos veces camino al lado de la rubia. Lo que hizo después ni ella se lo creía.

Dear PiperDonde viven las historias. Descúbrelo ahora