5. Quiebre

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5. Quiebre

Hoy no está siendo un buen domingo. En realidad, el pequeño paréntesis de relajación con el que se consiguió empezar la semana se esfumó junto con la afabilidad de Aspros.

Algo le pasa a Aspros y los pequeños empiezan a ser las víctimas colaterales de una frustración que sólo Defteros conoce, y que en secreto comparte. Hace días que Aspros no le habla más allá de lo mínimo e indispensable para no hacer de los días un trance insoportable. La frialdad de trato que recibe Defteros se transborda a los menores, e inevitablemente la tensión se ha ido acumulando, destapando de nuevo la pesada tristeza que los cuatro luchan para superar, cada cuál a su manera.

El partido de fútbol no ha salido como Defteros había soñado. Saga ha sido incapaz de marcar un gol, y Kanon ha sufrido el mal trago de la sustitución en el entretiempo. El equipo ha ganado, pero Saga y Kanon no han podido vencer su latente tristeza, siendo vapuleados por ella. El posterior almuerzo en un restaurante de comida rápida ha transcurrido bajo una tensión que Defteros ha sido incapaz de vadear, sintiéndose completamente abandonado de apoyo por parte de Aspros.

Definitivamente, algo le pasa a Aspros, y Defteros se niega a aceptar que su cambio en el carácter se deba únicamente a la dificultad que ambos experimentan a la hora de recuperar la rutina de su más oculta intimidad. La desilusión que emana de Aspros se emerge de unas aguas más densas y profundas. La imposibilidad de tener sexo ha sido, simplemente, el estúpido desencadenante de una situación inevitable.

Aspros todavía no se ha liberado. La fortaleza que él mismo se ha autoimpuesto ha amarrado su dolor muy adentro. Nadie le ha visto dejar fluir las naturales emociones fruto del desgraciado episodio que todos comparten, ni siquiera Defteros. Pero hoy Aspros está a punto de quiebre, aunque él aún no es capaz de aceptarlo.

Durante la tarde cada uno ha buscado su propio aislamiento. Saga se ha rendido al cansancio en el sofá. Kanon ha decidido canalizar su rabia matando todo tipo de bichos y seres extraños en la pantalla de televisión. Defteros se ha refugiado en la habitación de los trastos, habilitada como pequeño estudio dónde también hay el ordenador, rescatando su proyecto final de carrera para intentar evadir su mente entre las líneas de unos planos que ahora le parecen totalmente carentes de sentido. Aspros simplemente se ha ido. ¿Dónde? Ésto es una incógnita que nadie ha osado desvelar.

La llegada de Aspros se ha producido en silencio. Un silencio que sólo se rompe cuando, sobreponiéndose como puede a su atribulada alma, indaga sobre un tema tan trivial como lo es la cena que van a tomar.

- Para cenar puedo hacer una crema de verduras...¿que os parece?

Saga le mira con ojos soñolientos y simplemente asiente con desgana. Kanon ni tan sólo hace el esfuerzo de mirarle. Su vista sigue fija en la televisión, y sus dedos se rigen por una velocidad descomunal a la hora de apretar los botones que no pueden matar su propia rabia interior. Pero le contesta. Y lo hace con hiriente frialdad.

- Haz lo que quieras. Yo no voy a cenar.

- Lo puedo hacer con la receta de mamá. A vosotros os gusta...

Aspros lo intenta. Ser amable...Complacer...Suavizar la tensión. Pero Kanon está furioso. Con Aspros...con Defteros y con Saga, pero mucho más consigo mismo y con la opresión que vuelve a sentir en la boca de su estómago, y de la cuál no se puede librar. Está furioso, y es esta rabia la que toma la palabra por él y la que arma una réplica cuya intención es herir...Herir profundamente, y sin saber por qué.

- Deja de ser tan ridículo... - lo dice alzando la mirada y escupiendo el veneno que ya no puede contrarrestar.- Tú no lo haces ni nunca lo sabrás hacer como mamá.

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