47. Aceptación: Kanon

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La manija de la puerta de su cuarto se mueve. Alguien pretende entrar y destruirle el único espacio seguro que Kanon percibe a su alrededor, pero quién sea que ose hacerlo no podrá. Una silla colocada estratégicamente con el respaldo atrancando la entrada lo impedirá.

La manija vuelve a moverse, y ahora son unos pequeños empujes los que logran abrir una fisura en su frágil barrera de protección. Ninguna voz acompaña dicha intromisión, pero Kanon gruñe al tiempo que con la palma de la mano se restriega las lágrimas por todo su rostro, encogiéndose aún más sobre la cama, fijando su irritada mirada en un punto cualquiera del póster deportivo que adorna la pared frente a él.

Defteros acabará pinchándole la burbuja de presunto confort que él se ha creado. No hay voz alguna que reafirme su suposición, pero tampoco hace falta que su hermano mayor hable para que Kanon sepa quién está ahí.

Otro decidido empuje consigue desplazar la silla, abriendo una brecha lo suficientemente ancha para que el brazo de Defteros pueda colarse dentro y acabar de despejar el camino de absurdos obstáculos. Kanon quiere rebelarse, gritar que se largue, escupir insultos vacuos...Kanon quiere muchas cosas, pero ninguna de ellas se materializa en su replegado cuerpo. Únicamente halla valor para sorberse la nariz y calibrar una voz déspota y nociva.

- Vete Defteros.

El mayor ya está pisando unos dominios que no le pertenecen, y dónde no ha sido invitado, tal y como le demuestra la pretendida indiferencia que le ofrece su huésped. Defteros suspira profundamente mientras arrastra la silla hasta dejarla contra la pared, antes de cerrar la puerta tras de sí con cuidado. Sus propios ojos todavía escuecen, pero el llanto compartido contra el siempre protector hombro de Aspros ya ha sido camuflado.

Defteros no se va a ir, ésto le queda claro a Kanon desde antes siquiera que apareciera. Secretamente y sin desear admitírselo a sí mismo, Kanon ha estado esperando este momento desde su infantil huida escaleras arriba. Si no hubiera sido así, ningún sentido tendría la silla con la que ha fingido imponer una distancia que no sabe si le urge o le sobra.

- He dicho que te vayas - repite con voz ronca, casi adulta, antes de morderse con fuerza el puño que esconde sus labios.- ¡¿Estás sordo o qué?! ¡Vete! - Ahora es su orgullo el que grita, pero su necesidad de afecto logra que ladee su rostro a traición, descubriendo la presencia de Defteros acercándose demasiado a su cama, escondiéndolo de nuevo dentro del único espacio creado entre su cuerpo y la pared, y que aún le confiere cierta protección.

Defteros sigue en silencio, y deja que su rodilla derecha se hinque sobre el colchón al tiempo que su codo izquierdo se clava en medio de la almohada y finalmente su cuerpo muestra la intención de tumbarse.- ¿Me haces un lugar?

No es la primera vez que lo pregunta, y tampoco es la primera vez que recibe la misma réplica en respuesta. - No cabes.

- Sí si te echas un poco más allá.- Kanon sigue firme en su afrenta, moverse para complacer no es la opción. - Bueno...pues como quieras...- El cuerpo del mayor se fuerza un lugar, y el repentino respingo que sufre Kanon al sentir el cálido contacto de su hermano a sus espaldas propicia el espacio que Defteros necesita antes de alzar ambos pies y extenderlos sobre el colchón.

Kanon ya no puede estar más pegado a la pared, y Defteros siente que su trasero está más fuera que dentro de la cama, pero sabe que abrazar el tembloroso cuerpo de su hermano y achicar distancia entre ambos ahora no es una buena decisión. Ninguno de los dos habla, y mientras el menor de los cuatro lucha para fijar su mirada en las botas del futbolista que siempre custodia su sueño desde la pared, el segundo de los mayores batalla para hallar alguna palabra que no sea rechazada.

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