21. El día después

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Aspros y Defteros han llegado de madrugada, y la discreción no ha venido con ellos. La gran dosis de alcohol que ha fluído por sus venas ha conseguido que su entrada haya sido, como mínimo, ruidosa.

Al acceder a casa las llaves han caído al suelo, Defteros se ha reído estúpidamente ante la dificultad de Aspros por hacerse con ellas y dejarlas en su lugar, todo previo al sonoro tropiezo del mayor contra una de las sillas del comedor.

- Joder...qué maldita manía de dejar las sillas apartadas de la mesa...- Se ha quejado Aspros, que ha continuado con su camino después de arrastrar de manera muy sonora la silla y dejarla no mucho mejor que antes de encontrarse con ella en mitad de su camino.

- Creo que eres tú que andas un poco de lado, Aspros...- Se ha reído Defteros, que no andaba mucho mejor.

- Cállate, Def...cállate...

Las risas de ambos cada vez se han vuelto menos protegidas y más delatoras de su tardía presencia, y Saga no ha respirado más tranquilo después de saberlos de vuelta a casa, notoriamente pasados de vueltas.

Cierto es que les habían dicho que llegarían tarde, pero Saga no creía que su definición de tarde querría decir después de las cinco de la madrugada, y que lo harían con claros signos de embriaguez, hallándose él mismo aguardando su regreso, apenas pudiendo pegar ojo. Kanon se ha burlado de él y se ha encerrado en su habitación, privándole del acceso a ella, pero el menor de los cuatro tampoco ha dormido mucho. Saga ha podido escuchar que su hermano se hallaba frente al ordenador aprovechando la inusual ausencia de normas, y los sonidos que se filtraban a través de las chismosas paredes han sido suficientes para explicarle a Saga lo que Kanon estaba haciendo en soledad.

Ha sido evidente para Saga que él no es el único que sufre de calentura irracional, dudas y curiosidad, y por un momento ha sentido la necesidad de unirse a Kanon en su búsqueda de respuestas, pero el inoportuno despertar de su cuerpo y la infundada preocupación por la tardanza de los mayores han conseguido que se refugiara en su propia zona de protección y confort, ocupándose en la intimidad de sus insistentes tribulaciones internas, hasta que el cansancio le ha dormido y el fuerte golpe de la puerta de la calle al cerrarse le ha devuelto a la realidad.

Ahora es el momento de tomar el desayuno, y las ojeras que acompañan las miradas de los cuatro delatan que la noche se ha presentado movida para todos, pero Aspros y Defteros parece que no se dan cuenta de ello.

Los mayores están raros, y esto sí que lo notan los gemelos menores, que discretamente se miran y se encogen de hombros ante el derroche de estupidez, miradas tontas y conversaciones sin sentido que extrañamente inauguran la mañana de boca de Aspros y Defteros.

Definitivamente algo les pasa, pero Saga y Kanon aún están un poco lejos de llegar a imaginarse qué.

- Están tontos...- dice Saga cuando se une a Kanon en la cocina para poner su taza vacía de cereales en el lavaplatos, después de un poco acurado enjuague.

- Y con una cara de resaca que no se aguantan...- añade Kanon, que les observa de refilón aprovechando que los mayores aún siguen en el salón.- Éstos dos seguro que anoche ligaron...¡han llegado a las cinco!

- Puede...- dice Saga uniéndose a la inspección de Kanon.- Oye...yo también quiero ligar...- aclara como aquél que no quiere la cosa, ante la burlona risa que no reprime Kanon.- ¿qué? ¿de qué te ríes tú?

- ¡Qué vas a ligar tú con esta cara de granos que tienes!

Kanon sigue burlándose, aprovechando la inocente confesión de Saga para darse importancia de más y parecer mucho más seguro y experto que su gemelo, al menos por lo que a un tema se refiere.

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