37. Hermanos

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El desconsuelo que ataca a Defteros no conoce fin.

El azote que ha escapado de su mano le duele mucho más que el escozor que pueda haber impreso en la mejilla de Kanon.

No ha sido fuerte, pero sí inesperado. Incluso para el mismo Defteros, que ahora mismo no consigue hallar razón que justifique su atrevimiento. Lo único de lo que se siente capaz es de seguir aferrado al cuerpo de Aspros, buscando quizás una pizca de comprensión...amarrándose a la urgencia de hallar algún indicio de perdón.

- ¿Crees...crees que Kanon me perdonará?

Defteros balbucea a trompicones contra el hombro de Aspros, que sigue abrazándole con firmeza, incapaz de dejarle marchar.

- Kanon se lo ha buscado, Def...y estoy seguro que es consciente de ello...

- Pero yo...yo nunca hubiera imaginado hacer algo así...

- Ya vale...lo hecho, hecho está...

Aspros susurra, y trata de hacerlo con la calma que no siente en su interior, pero no condena a Defteros. Simplemente no puede hacerlo, porqué si no hubiera sido la mano de su gemelo, lo más probable es que hubiera sido la suya propia la que hubiera acallado todas las sandeces que Kanon se ha empeñado en derrochar.

- ¿Qué pensarían mamá y papá de nosotros si nos vieran así? - pregunta Defteros, abandonando el cobijo del hombro de Aspros sólo lo justo y necesario para mirarle de frente - Estamos perdiendo a Kanon, y no somos capaces de encontrarlo...¿Qué harían ellos en nuestro lugar, Aspros?...¡¿Qué harían?!

Los labios de Defteros tiemblan, y ni la mordida de sus dientes puede disimular los nervios que recorren cada fibra de su alma. Su acuosa mirada titila, y sus irises no dejan de deslizarse por la tomada mirada que le devuelve Aspros, que no resiste la necesidad de alzar una mano y acariciar con expuesta devoción el rostro de su mitad.

- No lo sé, Def...no lo sé...

El dolor que está drenando la transparencia emocional de Defteros no tarda en contagiarse irremediablemente en Aspros, a quién ya no le importa que su hermano sea testigo directo de su más crudo dolor.

Ambos siguen observándose en silencio, preguntándose interrogantes sin respuesta sólo con la claridad de sus ojos. Defteros no se atreve a alejarse de la protección que también siempre busca en Aspros, y Aspros...él ahora solamente siente el impulso de dejar que su mano se deslice hacia la nuca de Defteros, tomándole con firmeza para besarle con infinita ternura en su húmeda mejilla y volver amarrarse a él.

- Cálmate...e intenta ir a dormir...- susurra de nuevo el mayor, acariciando los oídos de Defteros con esa voz...sí, esa voz que es la única voz que sigue personificando a quién seguramente sabría qué hacer - ...en pocas horas debes regresar al trabajo, y no lo puedes hacer así...

- No iré...llamaré y diré que no me siento bien...- afirma Defteros con una determinación que anula cualquier opción de réplica por parte de Aspros - No puedo dejarte solo con ellos...no después de todo lo que ha pasado...mi jefe lo entenderá...es un buen hombre...

Las palabras de Defteros se perciben ahogadas contra la urgente cercanía que el menor de los dos siente de Aspros, que inconscientemente le acaricia la espalda a modo de abrigo, ignorando realmente quién está protegiendo a quién.

- Como quieras...si no te ves capaz de ir, yo agradeceré que estés conmigo...

Ninguno de los dos es capaz de asimilar cuánto tiempo llevan abrazados en una íntima comunión que Saga y Kanon han olvidado en su lazo de hermanos. El silencio sólo es roto por los necesarios suspiros que ayudan a Defteros a recomponer parte de su interior, y es cuando se escuchan voces provenientes del piso superior que ambos recaen otra vez en su realidad.

CuatroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora