54. Recreo

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- ¿Ya no te apetece hacer travesuras conmigo?

A Saga se le atasca el mordisco al bocadillo cuando Afrodita suspira esta pregunta a sus espaldas. El mayor de los gemelos está sentado en un peldaño de las gradas que delinean el pequeño campo de fútbol de asfalto que hay en la escuela. Afrodita se halla de pie en el peldaño superior, y ahora medio agachado para poder rozar con tono picarón los sentidos de Saga.

Saga se encoge de hombros con la misma torpeza que sus mejillas se ruborizan, más aún al ver como Afrodita decide sentarse a su lado.

- No es que no me apetezca...

- ¿Entonces? - Insiste el afeminado y bello muchacho, mirándose con coquetería a Saga.

- Es que...es que me gusta alguien...

Afrodita sonríe, desvía la mirada al frente, tratando de dar con ella el foco de los gustos de Saga, pero no lo consigue. Saga directamente sólo mira dentro de su propia mente - Y a este alguien...¿tú también le gustas?

No hay malicia en las preguntas. Sólo curiosidad, y quizás ganas de prestar ayuda.

- ¡Y yo qué sé! - exclama Saga, que deja caer sus hombros abatidos, se apoya con los brazos en los muslos y se olvida del bocadillo a medio comer.- A veces creo que sí...y otras siento que me odia.

Su triste mirada busca por inercia la de Afrodita y con una claridad inesperada se da cuenta que, tan sólo un año atrás, hubiese sido surrealista pensar siquiera en el hecho de estar manteniendo esta conversación, aquí y ahora, con un chico que recibe las burlas de todo el mundo y que las vadea con una maestría exquisita.

- ¿Has hecho cosas con este chico?

- No más que lo que hemos hecho tú y yo...- susurra Saga, que no atina a comprender como su lengua se está soltando de esta manera.

- ¿Y crees que le ha gustado? - insiste Afrodita, asumiendo un rol típico de psicólogo de cabecera.

Saga vuelve a encogerse de hombros, y repentinamente recuerda pegar otro mordisco al bocadillo. Un mordisco que mastica en exceso y tarda en tragar.- Creo que sí...pero hace semanas que huye de mí...

- Seguro que tiene dudas, Saga - dice Afrodita con su envidiable seguridad habitual - No todo el mundo tiene las ideas claras desde siempre...

- ¿A qué te refieres? - inquiere el gemelo, que cada vez se siente menos extraño y más cómodo con la conversación.

- Pues a que en mi caso, cerebro y cuerpo siempre se han entendido. En tu caso necesitaste ayuda para conseguir que se entendieran...y hay otras personas que tienen miedo de aceptar que su cuerpo y su cabeza no se entienden como creen que deberían...no sé si me explico...- concluye, sonriéndose y revoloteando la mano frente a él, como si deseara esparcir tantas ideas flotando por ahí.

Saga sigue mirándole, comprendiendo perfectamente lo que Afrodita ha verbalizado, deseando hallar una esperanza en medio de unas explicaciones más maduras de las que Aspros es capaz de ofrecerles.- ¿Y es posible que quién me gusta...

- Dale tiempo, Saga - le corta Afrodita, mirándole directamente a los ojos - Si dices que habéis hecho cosas y que piensas que le ha gustado...tarde o temprano querrá repetir.

- De momento no quiere que tú y yo volvamos a hacer nada...

- ¡¿Qué me dices?! ¡¿Le conozco?! ¡¿Nos ha pillado?! ¡Qué morbo! - exclama Afrodita, riéndose por lo bajo y sumergiendo a Saga en un mar de vergüenza, culpa por sentir haber hablado de más y aprieto por no saber dónde narices meterse ahora mismo.

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