26. Stage: Día 2

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Es una realidad.

El fin de la noche ya lo auguraba, y el inicio del nuevo día lo confirma.

El segundo día de "stage" se presenta complicado para los menores. Saga no se ve capaz de alzar su rostro frente a Shaka, y menos aún frente a Kanon, que ha decidido socializar con el resto del mundo menos con él, agradeciendo enormemente su elección de compartir habitación con su amigo Milo en vez de con su hermano.

Desde anoche Kanon no le habla, pero le mira. Y lo hace de reojo, esbozando una gran diversidad de muecas indescifrables incluso para su gemelo.

Y Saga teme...Teme que su descontrolado atrevimiento traspase las fronteras de los labios de Kanon, convirtiéndose en objeto de burla por parte de todos, pero de momento parece que su atroz acción está a salvo. Nadie más le mira raro, detalle que le tranquiliza un poco y que le ofrece una migaja de coraje para acercarse a Kanon con cualquier excusa que le permita asegurar su error en la clandestinidad.

Es la hora del desayuno y todos han elegido mesa, compañeros y bocados, que pueden degustar hasta la extinción de la oferta. Kanon es la segunda vez que se levanta para ir en busca de otros bollos de chocolate, y es entonces cuando Saga se decide a seguirle, tratando de recomponer en su cabeza demasiadas excusas para disculparse...¿pero disculparse de qué?

Saga sabe que en el fondo no ha hecho nada denunciable, y en todo caso con quién debería disculparse es con aquél que también abandona su solitaria mesa para ir en busca de otro zumo de naranja. Pero su primera elección es Kanon. Se acerca a él con el falso pretexto de agarrar otro bollo, y cuando está justo a su lado, la indiferencia que emana de su gemelo le azota el ánimo.

- ¿Te han llamado o mandado algún whatsap Aspros y Defteros?

Saga lo pregunta a media voz, como aquél que no quiere la cosa mientras Kanon llena su plato de pequeños croissanes de chocolate, los cuales repartirá entre sus colegas de mesa.

- No.

Seco. Brusco y escueto. Y sin ninguna mirada que acompañe este inesperado bufido de desdén.

- Es raro...¿no? Ayer Aspros no paraba de mandar mensajes, y de repente se calló...- sigue insistiendo Saga, observando de refilón todos los movimientos de su hermano y su expuesta inutilidad a usar las pinzas para servirse la bollería de manera correcta.

- ¡Olvídate de ellos! Por una semana que no les tenemos que ver...mejor que estén callados.

Kanon le vuelve a gruñir, y a cada paso que Saga se acerca él, una doble distancia es impuesta por el menor. Pero Saga necesita que le hable, y que al menos lo haga bien...no así. E insiste con otra tonta excusa.

- Oye...¿te has traído vendas de sobras para los tobillos? Yo me las dejé en casa...

- ¡Pues pídeselas a tu amigo! ¡A mí no me cuentes tu vida!

Kanon escupe rabia, y ni él mismo sabe por qué. Pero se halla mirando primero a un estupefacto Saga, y luego al callado y solitario Shaka, unos metros más allá, el cuál sigue preparándose un zumo de naranja.

- ¡Pero tío! ¡¿Qué te pasa?!

- ¡A mí nada! ¡¿Y a ti?!

- Estás imbécil, Kanon...

- Olvídame.

Olvídame...

Es lo último que gruñe Kanon antes de mirar con hiriente desprecio a su gemelo y emprender su camino de regreso a la mesa, dónde otros estómagos insaciables esperan la segunda ronda de croissanes.

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