35. Playa

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Aspros y Defteros han llegado al concierto de la playa acompañados de su añorado grupo de amigos. La sesión de inesperado sexo que les ha unido después de compartir de manera errónea sus diferencias de opiniones ha conseguido relajar eficazmente la tensión que se había establecido entre los dos durante los últimos días.

Esta noche extrañamente es Defteros el que no se separa de Aspros más de un metro de distancia. Incluso se atreve a regalarle sutiles caricias amparadas por las sombras, como acto de redención ante los pensamientos que han osado plantearle la posibilidad de alejarse de su imprescindible unión. Este no es un comportamiento habitual en el segundo de los mayores, menos aún cuando ambos se hallan rodeados por un ambiente ampliamente social, pero hoy Defteros está sintiendo la imperiosa necesidad de hacerle saber a Aspros, sea como sea, que le necesita. Y que se arrepiente de haberle herido innecesariamente debido a su propio agotamiento emocional.

Aspros no rechaza sus furtivos gestos. Es más, le gusta saber que su gemelo parece estar liberándose de las barreras que él solo se ha impuesto, y la sonrisa que adorna su apuesto rostro ampara su interna satisfacción. Defteros también se percibe más relajado que días atrás, y su selecto grupo de amigos agradece que pese a todos los problemas que la fractura de su familia supone para ellos, siguen adelante con fuerza y determinación.

Esta noche se presenta como una buena oportunidad para abrir un pequeño paréntesis de olvido y disfrutar de la diversión que las fiestas locales ofrecen. Hace horas que no saben nada de sus hermanos menores, y aunque Aspros también ha decidido dejarse llevar por la distensión, no puede evitar ubicarlos entre la concurrencia una vez sus pies pisan la arena de la playa. Sus ojos los buscan y rebuscan, y no cesan de hacerlo hasta que consigue vislumbrarles al otro lado del escenario rodeados por todos sus amigos del colegio y del fútbol.

- Están ahí...- informa Aspros a Defteros, alzando levemente su mentón al tiempo que mantiene su mirada fija al punto dónde les ha ubicado.

- Sí...ya les veo, pero olvídate de ellos por unas pocas horas, hazte este favor, Aspros...- ruega Defteros, que parece no preocuparse en absoluto de lo que esta desenfrenada noche puede acarrear.

- Def...no puedo. Hay alcohol...quizás algún que otro porro tentándoles por ahí...No quiero que lo pasen mal por su mala cabeza...- sigue Aspros, ahora observando a su gemelo directamente dentro de su azul mirada, dilatada debido a la oscuridad que les abraza.

- ¡Ya vale, Aspros! - exclama Defteros forzando un susurro imperceptible para todos los que les acompañan - ¡No quieras controlarles tanto!

- ¿Pero y si beben demasiado? ¿Y si se pasan?

Aspros está preocupado, y tampoco le falta razón. Por la edad que tienen no pueden consumir alcohol, pero todos saben que conseguirlo es mucho más fácil de lo que parece.

- ¡Pues que lo hagan! ¿Acaso no nos emborrachamos nosotros cuando teníamos su edad?

- ¡Claro! ¿Y no te acuerdas de la bronca que nos cayó cuando papá y mamá nos vieron llegar después de salir el sol?

- ¿Y no aprendimos de éso? - rebate Defteros, que sí que recuerda perfectamente que mientras derrochaba todo el alcohol que su estómago había decidido no digerir su madre decidió dejarle a su suerte con la primera y merecida resaca, mientras Aspros recibía la consternación de su padre, y los reproches por no haber cuidado de él.- Deben aprender a ser responsables de sí mismos, y ésto conlleva que a veces también lo pasen mal, así que por una jodida vez en la vida hazme caso, Aspros. Olvidémonos de ellos, y mañana ya veremos cómo se han manejado sus propias decisiones y consecuencias.

Aspros asiente en silencio, suspira profundamente y no se refrena a la hora de echar una última ojeada a Saga y Kanon, que de momento están estan sentados en la arena charlando animadamente con sus colegas de siempre.- De acuerdo, tienes razón, Def...me olvidaré de ellos...- acepta finalmente, volviendo a observar a Defteros, que en respuesta le sonríe y se aparta de él para ir en busca de un par de cervezas antes de unirse al corrillo que ya han formado sus amigos en un punto estratégico de la playa, para no perder detalle del concierto y disfrutarlo en calma y buena compañía.

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