28. Flaqueza

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No se ha comportado bien. Lo sabe.

Kanon lo sabe, pero lo que no logra comprender es por qué. También sabe que debe disculparse con Saga, el cuál hace rato que ha desaparecido en su habitación, pero tampoco consigue hallar el coraje necesario para hacerlo, ni mucho menos qué decirle. Lo mejor que se le ocurre es seguir pasando de él, dejarlo estar...olvidarse.

Pero no puede. Y cada vez se siente peor.

Ahora Kanon también se ha enfadado con Milo, que no ha dejado de reprocharle su comportamiento, temiendo que su desafortunada acción haya puesto en peligro la integridad física de su mejor delantero centro. Las cartas del UNO se van sucediendo sobre la mesa, y Shaka le acaba de lanzar un +4 que Kanon ni ve. Sus pensamientos están muy lejos de la mesa, y son las exclamaciones y reprimendas de sus compañeros de juego las que le alertan que debe comerse cuatro cartas si no tiene con qué defenderse de dicho ataque.

Kanon intenta acallar las increpaciones sacando a relucir su moldeada desfachatez de los últimos meses, y cuando se decide a mirar el arsenal de cartas que guardan sus manos, la música del móvil escondido en su bolsillo le detiene.

Las cartas son olvidadas sobre la mesa. Un bufido de tremendo cansancio traspasa sus labios, y los reproches de sus compañeros se ensalzan aún más.

- ¡Hóstias Kanon! ¡¿Estás o no estás?! - espeta Milo, que no oculta el enfado que también siente contra su compañero de habitación.

Pero el menor de los gemelos no le escucha. Saca el móvil de su refugio y palidece al instante.

Aspros...

No...¿Por qué él? ¿Y por qué ahora?

- ¡¿Tienes algo que tirar o te las comes?! - insiste Milo, sin querer reparar en la palidez que ha asaltado a su colega.- ¡Y olvídate del teléfono!

- Es mi hermano mayor...

- ¡Pues pasa de él!

Pasar de él...

Kanon sabe que no lo puede hacer. Pasar de Aspros sería mucho peor que atenderle y dejar que hable, y es lo que piensa hacer, ocultando en la medida de lo posible la angustia que le despierta ver el nombre de Aspros titilando en la pequeña pantalla. Seguro que Saga le ha llamado lloriqueando, y que le ha contado su versión extendida de los hechos, y ésto es su castigo enviado desde la distancia.

Pues si es su castigo, que así sea.

Que Aspros grite y le regañe...y una vez termine, pues adiós y muy buenas. Al fin y al cabo...serán sólo palabras.

Kanon abandona la mesa ante la espera y las impacientes miradas de sus compñeros de juego, y viendo que Aspros no piensa colgar, le da paso, armándose una desagradable defensa antes que la voz del mayor se dedique a machacar todavía más su consciencia.

- ¡Saga no se está muriendo! - el menor escupe su justificación con el desprecio que ha estado cultivando el último medio año de su vida, cerrando los ojos para endurecer su invisible coraza ante la esperada regañina del mayor. Y sigue...- ¡Sólo ha sido una entrada un poco dura y nada más! ¡El problema es de Saga, que se está volviendo peor que una nena!

"Kanon...cállate, por favor...¿va todo bien? ¿Por qué os habéis peleado?"

Kanon empieza a devorarse las uñas de la mano que no sujeta el móvil mientras espera que Aspros le recuerde todo lo imbécil que es, pero la voz del mayor se percibe extrañamente controlada y calmada.

- ¡Joder! ¡Es que Saga es un llorón y un bocasuelta! ¡Sólo ha sido una entrada dura! ¡Nada más!

Los dientes de Kanon ya no saben si muerden uñas, pieles o de todo un poco, y cuando la presión se intensifica de más, el pulgar duele y la mano busca esconderse bajo la axila contraria para evitar convertirse en un desagradable postre.

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