48. Septiembre

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Hace rato que Aspros y Defteros han entrado al despacho de la directora del Instituto dónde cursan los estudios los gemelos menores.

Y hace el mismo rato que Saga y Kanon se revuelven nerviosos sentados en dos sillas contiguas a la pared, exiliadas de la privacidad de la decisión que ya está determinando su futuro estudiantil.

Esta misma mañana han llevado a cabo el último examen de recuperación de todos los que han debido afrontar durante los calurosos inicios de Septiembre. Ambos saben que podrían haber ido mejor. Ambos intentan aceptar que quizás repetir curso será su única opción.

No han vivido un verano fácil. Ni ellos, ni Aspros y Defteros.

Ninguno de los cuatro tenía sobre la mesa las pautas a seguir. Y nadie tampoco se las había susurrado al oído con previsión. Asimilar el pesado secreto que ahora está en posesión de todos ellos ha supuesto un bache que se se ha vadeado decretando un veto al tema, y haciéndolo de forma tácita y muda.

Desde el mismo momento que no se verbaliza algo, sea lo que sea, ese algo simplemente deja de existir. Deja de dañar...Y aleja la dolorosa realidad. O éso desean creer.

O éso es a lo que Kanon se aferra para no sufrir.

Ha tenido momentos rebeldes. Instantes bajos y suspiros de liberación...pero una vez el dolor parece calmarse, el enclaustramiento emocional regresa a tomar su control.

Hablar de lo que Aspros y Defteros comparten entre ellos ha sido el último tabú instalado en su corazón. Sumergirse de lleno en unos estudios que le salven de la vergüenza de saberse inferior a los compañeros de estudio ha sido el flotador elegido para amarrar a él su confusión.

Saga tampoco le ha mencionado nada al respecto, sirviéndose de la misma ley del silencio que el menor de los cuatro ha dictaminado con su supuesta indiferencia ante algo que le escuece, y que no sabe comprender porqué.

Y ahora están esperando...sentados uno al lado del otro. Saga abrazándose a su destartalada mochila llena de apuntes más que usados. Kanon mordiéndose las pocas uñas que le quedan mientras las piernas le bailan por si solas, contagiando su frenético y nervioso ritmo en todo el quieto cuerpo de Saga, que sufre su reverberación enquistada en el asiento que le sostiene.

- ¿Crees que pasaremos de curso? - Saga al fin se decide a romper el silencio que sólo el tímido escupir de trocitos de piel y uñas resquebraja sin consideración. El rostro de Saga se halla apoyado sobre la mochila que descansa sobre su regazo y está firmemente sujeta entre el lazo de sus brazos, y únicamente es la mirada la que se desliza en busca de las facciones del atribulado Kanon, que le responde, sí, pero encogiéndose desganadamente de hombros, evitando a conciencia siquiera devolverle una pizca de atención.- Nos hemos esforzado...- Kanon vuelve a encogerse de hombros y la enésima piel, o pedacito de uña o lo que sea que sus dientes hayan conseguido arranar sale disparado de sus labios.- Oye...deja de morderte las uñas, te harás daño...- sugiere Saga al verse completamente ignorado por su gemelo - ...ya te pareces a Defteros...

- ¡¿Quieres dejar de joder y callarte de una vez?! - Kanon lo espeta con mal tono, el ceño fruncido y su acuosa mirada acuchillando a Saga sin compasión.

El mayor no le replica, pero le sostiene la afrenta y lentamente desliza sus idénticos irises hacia el dedo pulgar que Kanon sigue manteniendo en alto, peligrosamente cerca de sus despiadados dientes.- Te está sangrando el dedo...

- ¡¿Y qué, Saga?! ¡¿Y qué?! No es tu problema.

A pesar del desplante, Kanon se estudia el dedo, se lo acaricia con el índice de la misma mano y opta por esconder esa mano bajo su axila. La siguiente víctima pasa a ser la otra mano, y Saga suspira impotencia mientras se rinde y deja deslizar su agotada mirada por el sufrido y gastado pavimento de gres.

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