Cuatro

57. Parnassus

- ¡Aparta, Def! ¡No puedo girar!

- ¡Yo tampoco!

La colisión es inevitable. Aunque afortunadamente indolora. Los dos gemelos menores quedan hechos un amasijo de esquíes, palos y nieve. Y los dos mayores se ríen desde la corta distancia que les ha regalado la directa apreciación de una escena digna de principiantes.

Las primeras horas de aprendizaje con el monitor que les ha sido asignado para las mañanas de su inédita aventura han cesado por hoy, de manera que a los cuatro hermanos no les queda más remedio que ir poniendo en práctica por su propia cuenta todo lo asimilado durante su estreno.

Aspros se acerca a ellos con cautela, procurando parecer experto cuando sus extremadamente cautos gestos delatan su inexperiencia a la legua. Pero Aspros no se va a mostrar inseguro. Él no va a protagonizar ninguna escena dónde sea su cuerpo el que se halle enterrado en nieve y atascado entre palos. Él se ha propuesto no necesitar la ayuda que los dos gemelos menores parecen precisar urgentemente.

Kanon ha quedado sepultado por la envergadura de Defteros, quién se siente incapaz de librarse del forzado abrazo al que está sometiendo al menor de todos. Aspros se acerca, seguido de Saga, quién al parecer ha asimilado mejor que nadie las directrices expuestas por el ausente monitor.

- Saga...aguántame los palos...Veo que nuestros hermanos pequeños no son capaces de sobrevivir sin nosotros - Aspros habla con una ironía que hiere el orgullo de Defteros. La velada mirada que le lanza desde las bajezas de la fría nieve habla por él, pero no se opone cuando Aspros se medio agacha para desenganchar una de las botas del esquí que está trabando los movimientos de los dos derribados.- Venga...¡arriba!

- ¡Por fin! ¡Creí que moría aplastado! - Kanon no se contiene al momento de exponer la falta de aire que le ha supuesto sentirse sepultado por el cuerpo de Defteros, que con ofendidos gestos se recoloca las gafas y se sacude la nieve.

- ¡Tú me has arrollado! - le espeta el ideólogo de dicho plan navideño, golpeándose la nieve que ha quedado en la base de su bota antes de afianzarla de nuevo entre las fijaciones.

- ¡Por qué tú no te has apartado! ¡Yo te avisé! - sigue provocándole el menor, a la vez que se ve arrastrado hacia arriba por gentileza de Aspros.

Defteros refunfuña, vuelve a sacudirse la nieve, pero pronto se da cuenta de la incomodidad la siente dentro, y la corrobora al bajar la cremallera de su anorac, dónde se le ha formado un chaleco anti-impactos a base de materia helada.

- ¿Hacemos otra bajada? - Saga está impaciente. Y a gusto. A ésto de esquiar le ha pillado el truco con más agilidad de la que sus tres hermanos hacen gala, por mucho que Aspros se haya mentalizado en erigirse el experto número uno.- Podríamos subir a esas tele-sillas y bajar por la pista azul de aquí al lado.

No es una idea, sinó su firme proposición. Saga se ha adueñado del mapa de pistas y él dirige por dónde moverse en todo momento, sin tener en cuenta la torpeza que los demás parecen no saber vadear.

- ¡A ti te quiero lejos de mí, Kanon! - advierte Defteros, cerrando la cremallera del anorac hasta dar con su enrojecida nariz.

- ¡Cómo si yo quisiera esquiar al lado de alguien tan torpe como tú! ¡Esta ha sido la tercera vez que te cruzas en mi camino!

- ¡Pues gira! ¡Que por algo nos han enseñado como se hace!

- ¡Aplícatelo tú también!

No hay nada que hacer. Parece que los dos menores han decidido tomarla uno con el otro durante lo que llevan de tiempo en las pistas, pero no se percibe maldad en ninguno de los dos. Únicamente ganas de molestarse para el regocijo de Saga y Aspros, que niegan con la cabeza y suspiran resignación mientras emprenden el camino hacia las tele-sillas elegidas por Saga. El camino que conduce hacia allí es llano, por lo que todos se ven obligados a ayudarse de los palos para ir propulsando sus deslizamientos hacia la escasa cola de gente que aguarda su turno de subida.