50. Valentía

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El brusco frenazo de la bicicleta de Defteros apenas les da tiempo de reacción. Ambos habían olvidado que era el último día de trabajo del mayor, y menos habían supuesto que llegaría a casa antes de tiempo.

Es cuestión de segundos que Defteros entre y les busque para interesarse cómo ha transcurrido el primer día de clases. Kanon se aparta del todavía agitado Saga como si de repente su íntima cercanía quemara. Con nerviosa tosquedad se restriega el dorso de la mano contra sus hinchados labios, ahora impregnados de saliva ajena. Su mirada no quiere deslizarse hacia su manchada entrepierna y opta por estudiar la de Saga, que luce las mismas deplorables condiciones que asume entre la suya.

- Mierda...mierda...mierda...

Saga parece haberse quedado paralizado, tumbado aún sobre la cama de su gemelo, tratando de digerir con una celeridad inesperada todo lo que acaba de suceder. Su verdosa mirada se posa sobre el sugerente aspecto que Kanon desvela frente a él, pero el menor se sobrepone con excesiva rapidez a un situación que aún mantiene su corazón palpitando más veloz de lo que su razón desearía. Con atropellados nervios abre el armario y extrae de sus entrañas un par de pantalones cortos de fútbol, dormidos en la cúspide del caos que gobierna su almacenamiento. Uno de ellos, elegido al azar, es lanzado contra el atribulado y estupefacto rostro de Saga, quien se ve obligado a reaccionar si no desea permanecer embobado por toda la eternidad.

- ¡Vamos! ¡Póntelos! - le apremia Kanon, modulando un pretendido susurro que emerge con ansiedad - Defteros no nos puede ver así...- añade, atreviéndose al fin a dar fe de la pegajosa humedad asentada sobre la bragueta de sus nuevos jeans.

Kanon se deshace de sus zapatillas deportivas ayudándose de la destreza de sus propios pies para olvidarse de la presencia del lazo de los cordeles, y con temblor en los dedos se desabrocha el pantalón.

- Kanon...ésto...

- ¡Joder Saga! ¡Cámbiate ya! - le exige el menor, lanzándole una mirada de mando y reproche, cada vez más angustiada ante la extraña falta de reacción que muestra Saga.

Las manos de Kanon arrastran hacia abajo jeans y calzoncillos a la vez, no sin antes haberse procurado de tirar de su camiseta todo lo que ha podido para ocultar sus partes íntimas. Finalmente Saga obedece, pero pensadamente se desnuda sin ocultarse. "¿Qué sentido tiene hacerlo?" piensa mientras no deja de estudiar todos y cada uno de los torpes y atolondrados gestos de Kanon, que se ha enfundado los pantalones suplentes mostrándole sin saberlo parte de sus firmes cachetes.

Kanon evita mirarle. Si lo hace sabe hacia dónde irán sus ojos, y no quiere. No debe. Pero Saga no oculta su curiosidad y su deleite al llenarse la vista de él.

Desde las profundidades del piso inferior Defteros ya les reclama, y no es hasta que la voz del mayor se hace audible y peligrosamente cercana que Saga acaba de subirse los shorts de los partidos oficiales. Kanon se ha materializado como poseído por poderes mágicos frente a la puerta del cuarto, la cuál es abierta y Saga precipitado a través de ella, gentileza de un empujón desesperado.

Saga se halla sin comerlo ni beberlo plantado en medio del vestíbulo del piso superior, y la aparente naturalidad que Defteros hace días que se esfuerza en mostrar no se hace esperar.- ¡Saga! ¿Cómo ha ido el primer día de cole?

- Eh...bien...¿cómo iba a ir?...- balbucea, encaminándose hacia su habitación sin saber qué hacer en ella. La mochila con sus pertenencias ha quedado abajo, y con ella las excusas que justificarían una tarde de enclaustramiento estudiantil.

- Y Kanon, ¿dónde está?

Saga le responde con un gesto de su rostro señalando la habitación de su gemelo. La misma de dónde él acaba de ser expulsado in extremis. Defteros sonríe sin saber por qué, observando extrañado el desconcertante aspecto que muestra Saga: vestido con un polo de calle y los shorts de los partidos. Con el fallo impreso en ellos; Saga es delantero...y el número 5 estampado en la tela pertenece a la defensa. Defteros le sigue estudiando y a Saga sólo se le ocurre encogerse de hombros, suspirar y mentir.

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