42. Tarde de nubes

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- ¡¿Que Kanon cree qué?!

La morriña se borra de los soñolientos ojos de Defteros de un plumazo.

Aspros no se ha podido contener por mucho tiempo y ha acabado contándole como ha transcurrido la conversación con Kanon. El mayor de todos admite entre ráfagas de vergüenza que no comprende cómo el curso de una charla que debía servir para limar las asperezas existentes entre él y Kanon ha terminado en una suposición que Aspros no ha aceptado, pero que tampoco ha negado rotundamente.

- No sé cómo ha ocurrido, Def...pero ahora piensa que soy amante de algún hombre mucho más mayor, y encima quiere conocerle...

- ¡Joder, Aspros! ¡Te creía más inteligente! ¡¿Pero cómo narices has dejado que su cabeza llegue hasta aquí sin hacer nada para sacarle esta idea?!

Las patatas que Defteros está friendo para comer amenazan con quemarse ante el repentino olvido de su cocinero, y es Aspros el que apaga el fuego y retira la sartén, ante la estupefacta y alarmada mirada de su gemelo.

- No quiero mentir más, pero el siguiente paso era contarle la verdad. Y lo habría hecho, créeme...pero claro, tú aún sigues escondiéndote dentro de tu estúpido caparazón...¡No eres una tortuga, Def! ¡Deja de protegerte así y contémosles la verdad!

Aspros observa necesitado de comprensión a su gemelo, y seguidamente escurre el aceite de las patatas y las sirve en una bandeja mientras Defteros da una última vuelta a los bistecs de ternera que las acompañarán.

- Nos odiarán...nos perderán el respeto...- Defteros acuchilla los bistecs con su tensa mirada al tiempo que su voz da vida a demasiadas justificaciones que a Aspros ya se le antojan mucho más que simplemente cansinas - ...les daremos asco...¡¿es que no lo quieres ver?! ¡Les daremos asco, Aspros!

Las pinzas que sufren la tensión que recorre todo el cuerpo de Defteros se estremecen en sus manos mientras sacan la carne de la plancha y la dejan de mala manera sobre los cuatro platos dispuestos para su espera.

Aspros ha callado y se ha quedado congelado al lado de su gemelo, fulminándole con una mirada que ya no puede más.

Defteros lo nota. Siente en el acto que su subconsciente ha hablado sin pensar. Debe rectificar sus palabras...pero ahora afrontar la mirada de su mitad cuesta. Y mucho.

- Asco...

La voz del mayor se hace oír dura, y Defteros suspira cerrando su mirada, buscando valor para abrirla de nuevo y reformular su última afirmación. Aspros sigue quieto a su lado, derrochando dolor sobre él, con una mano apoyada sobre la mesada y la otra buscando cerrarse sobre su cadera por no hacerlo entorno a la garganta de Defteros.

- Lo siento...no quise decir_

- Así que según tú, ahora te doy asco...

- ¡Yo no he dicho ésto, Aspros!

- ¡Has dicho que nuestra relación da asco!

- ¡A los ojos de los demás es lo más probable! - se desespera Defteros, sintiendo como su mirada se nubla sin avisar.

- Ellos no son "los demás". Son nuestros hermanos. Y yo ya estoy harto de mentirles - La bandeja de las patatas pasa a las manos de Aspros, que se dispone a salir de la cocina, no sin antes liberar a Defteros de su turbación. Por mucho que le cueste. Aunque sea el desesperado despecho el que tome la palabra en lugar del amor que les une - Pero quédate tranquilo, Defteros...- aclara Aspros, deteniendo su camino para girarse lo suficiente para pulverizar la imagen abatida de su gemelo - ...si tanto asco te da lo nuestro, no te preocupes...que no te voy a tocar nunca más.

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