45. Confesiones

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Nunca antes la mesa del comedor se ha antojado tan angosta y frágil.

Saga ha elegido una de las esquinas mientras Kanon ha optado por sentarse lo más lejos que ha podido de su gemelo.

Creo que tenemos que hablar...

Ésto es lo único que ha atinado a balbucear Aspros después de ser pillado con la mano en la masa. Defteros simplemente se ha encerrado en su habitación y por lo que parece no muestra ninguna intención de abandonar su repentina invernación. Los golpes que Aspros propina contra la puerta, cada vez más nerviosos, se escuchan desde abajo, y los menores apenas se dignan a mirarse entre ellos.

Ambos sospechan que más que una conversación, de lo que están a punto de ser directos testigos y observadores es de una confesión.

- Kanon...creo que lo que dijiste hace tiempo sobre ellos...pienso que...que tienes razón...

Saga susurra con la vergüenza atorada en su garganta, tratando de hallar una correspondencia de miradas que no llega ni por casualidad.

- Lo dije en broma. Para fastidiar...para reírme de ellos un poco...

Las uñas de los dedos de Kanon han redescubierto su utilidad para ser sedantes de nervios. Poco le importa al menor tragarse también restos de arena adherida en ellas. Aún no ha pasado por la ducha, y por lo que augura, todavía tardará en poderlo hacer.

La voz de Aspros sigue llegando a ellos, acompañada de nuevos golpes que no obtienen respuesta, decidiendo al fin bajar solo y enfrentar su más tormentosa realidad completamente abandonado de cómplice.

Los menores se repliegan ante su presencia, pero Aspros parece no fijarse en ellos. Se pasea nervioso y sin rumbo, resopla y se lleva una mano a la cabeza con la que se agarra los azules mechones y se los estruja contra el sudado cuero cabelludo.

- ¿Qué pensáis de mí? - espeta de repente, plantándose ante la mesa al tiempo que apoya ambas manos sobre ella, mirando intermitentemente a cada uno de los desconcertados rostros de sus hermanos menores.

Saga y Kanon se encogen aún más, tragan saliva a la vez y tratan de filtrar demasiados pensamientos y opiniones que esa pregunta acaba de desatar en su interior sin siquiera avisar.

La desesperada mirada que Aspros reparte con exactas dosis sobre cada uno de ellos les acobarda más de lo deseado por el mayor, consiguiendo únicamente estancar cualquier intento de palabra en sus respectivas gargantas.

- ¿Qué quieres decir...Aspros? - se atreve a pronunciar Saga, temiendo que Kanon no le va a ayudar.

- Que qué pensáis de mí. Sinceramente.

- ¿A parte de ser un mentiroso? - sorpresivamente la voz de Kanon se deja oír, captando la atención de Aspros, quien se olvida de la apocada figura de Saga para centrarse exclusivamente en el menor.

- A parte de ésto, sí.

- Que estás enfermo.

Kanon lo escupe como defensa hacia los pensamientos que sus propias experimentaciones con Saga han sembrado en él. Saga palidece de inmediato para seguidamente sentir como la rabia acude a sus mejillas, haciéndolas arder de golpe. No le gusta la elección de la palabra "enfermo". Menos aún que Kanon se la dedique a Aspros y que lo haga con una expresión de odio que le parece sumamente irracional. Y aún mucho menos ante la agresión que acaban de recibir sus propios sentimientos, y quizás también los ajenos con misma edad, por mucho que Kanon decida no pensar en ellos.

- ¿Por qué crees que estoy enfermo, Kanon? - Inquiere Aspros apretando la mandíbula hasta doler, tragando pesadamente los nervios que anudan su garganta.

- No soy tonto ¿sabes?. Sé lo que acabo de ver - y escuchar...

- Por supuesto que no lo eres. Nunca lo he pensado.

Kanon muestra el ademán de soltar alguna otra sandez, pero se detiene, y se traga todo lo que desea escupir y que no llega a deshuesar por entero.

Aspros sigue observándole fijamente, obligándole al fin a desviar la mirada, momento en que el mayor decide recuperar la visión del compungido y ahora mudo Saga.

A su pregunta de si él tiene algo que añadir y a la posterior negación gestual de la cabeza de Saga, Aspros se llena los pulmones de coraje y se aparta de la mesa. Otro par de rodeos estúpidos son necesarios para ordenar unas palabras que no sabe como hilvanar para presentar su significado lo menos averiado posible, pero nada se le ocurre. Nada salvo fijarse en la silenciosa presencia de Defteros a los pies de la escalera, con los ojos llorosos y la uñas de su mano derecha sufriendo las mismas consecuencias que las de Kanon.

Aspros se acerca a él y cediendo a su habitual intento de impedir la devastación de sus dedos, deja que su mano trate de tomar contacto con la que Defteros está masacrando sin consideración. Defteros aparta los dedos de sus labios de sopetón, imposibilitando descaradamente que Aspros llegue a tocarle, cruzándose de brazos y escondiendo las manos bajo sus axilas.

- Defteros, no me hagas ésto, por favor...no me dejes solo...

El susurro que Aspros dedica a su gemelo llega a los oídos de los menores, y ya no hace falta nada más para que en sus revoltosas y confusas mentes se abra definitivamente la oculta y secreta dimensión en la que las almas de los mayores languidecen de ocultación.

Abruptamente se atreven a descifrar el porqué la cama chica del apartamento de Aspros y Defteros siempre olió a estreno.

También creen poder poner motivo a la inusual llegada a casa de una ración de helados desechos a principios de mayo.

Y la veloz aceptación de Aspros a la hora de firmar los papeles del stage se les presenta como el gesto más degeneradamente egoísta del mayor.

Defteros sigue impertérrito, con la anegada mirada evadida y las uñas, ahora de su zurda, nuevamente asaltadas.

Y Aspros ya no puede alimentarse de más mentiras y vacuidad. Pese a quien le pese.

Pase lo pase.

- No pienso mentiros más...- comienza a explicarse Aspros, entre titubeos, dudas y temores - No hubo nunca una novia...ni soy amante de ningún hombre mayor. Pero lo que sí es verdad es que amo a alguien. Siempre lo he hecho...- ahora sus propios ojos también comienzan a sentirse anegados, y aún así intentan ensamblarse en los de su gemelo, dedicados a él de refilón.- Quizás no lo podáis entender...y no os lo voy a pedir...pero no pienso dejar de hacerlo...- Aspros lucha para enfrentarse a las indescifrables expresiones que le presentan sus dos hermanos menores, buscando vanas justificaciones que fortalezcan las últimas palabras que no se atreve a verificar con su voz, incomodando a Saga en exceso, enrabietando a Kanon con demasiado coraje y amenazando con destrozar el mayor secreto compartido con su gemelo - Sólo os pido que no seáis ligeros con vuestros juicios...y que...que sepáis aceptar...y respe_

Aspros no puede decir nada más. Una temblorosa mano se cuela entre los cabellos de su nuca, arrancándole mil escalofríos, y unos labios idénticos se sellan sobre los suyos un fugaz instante suficiente para hablar sin palabras. Eficaz para insuflarle otra bocanada de valor. Necesario para negarle la inmerecida soledad.

Y definitivo para desnudar su más cruda perversidad.

Saga y Kanon sienten como su respiración se corta con la impresión de la escena consumada ante ellos, y Defteros se humedece los nervios que secan sus propios labios antes de ofrecerles en forma de voz su más lacerante temor.

Su más absoluta verdad.

- Ahora ya lo sabéis todo...Ahora...ya nos podéis odiar.

CuatroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora