14. Helados

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Es momento de hacer la compra semanal, y Aspros y Defteros caminan distraídos por los pasillos del repleto supermercado. Es inicio de mes, y se nota. Los bolsillos de la gente están llenos, como así lo muestran los carros colmados de artículos de primera necesidad, y de muchas otras cosas de segunda y de tercera, ésas que ya no se ven cuando se acerca el final de cada mes.

Aspros acaba de cobrar, y la ayuda que reciben del gobierno por tener a cargo a sus hermanos también ha engrosado su cuenta. Hoy su carro no es distinto de los demás y también rebosa de pequeños caprichos que harán las delicias de los cuatro, y sobretodo, de Saga y Kanon. No está anotado en la lista que Defteros ha escrito junto a Aspros antes de salir de casa, pero esta tarde Defteros se empeña en comprar helados, pese a las reticencias de su gemelo.

- Sabes que si traemos helados no durarán ni un día...

- Pues los racionamos, Aspros...

- ¡Que no! ¡Que se levantan por la noche a dar cuenta de ellos! No tienen control sobre su gula...

Aspros lo dice completamente serio mientras sigue empujando el carro casi a rebosar. Defteros camina a su lado y no deja de fijarse en su expresión autoritaria, sabiendo de sobras la razón por la cuál Aspros se niega a comprar los helados.

- No es que no tengan control sobre su gula lo que te molesta. Es otra cosa.

Defteros sonríe sin dejar de mirar a Aspros, que al sentirse observado le lanza una rápida ojeada de refilón y sigue con su camino.- No sé qué quieres decir, Defteros...

El menor se ríe por lo bajo. Le ha pillado, y Aspros es consciente de ello, pero no va a darle la razón. Simplemente no debe ceder ante algo tan absurdo como ésto, pero Defteros sigue hablando, tentando peligrosamente la razón que niega la compra de estos refrescantes dulces.

- Lo que te da rabia es que cuando te levantas tú para comerte uno ya no queden.

Definitivamente le ha pillado, y Aspros no soporta que sus debilidades sean tan conocidas por su gemelo. Es cierto, los helados le superan, y odia cuando prevé que tendrá por unos cuantos días y de repente descubre que se han esfumado. Y para su pesar, hoy Defteros se muestra tremendamente firme en su intención de hacerse con un buen puñado de ellos, y su insistencia le empieza a resultar cargante, más aún cuando el menor ruega infantilmente para convencerle.- Compremos, Aspros...hace días que a mí me apetecen también...

- Y a mí me apetecen otras cosas y me tengo que aguantar.

Aspros suelta esta sentencia con tosquedad, enmudeciendo a su hermano de repente. La sonrisa que durante toda la tarde lucía Defteros desaparece de su rostro y su ceño se frunce en clara señal de momentánea incomprensión.- ¿A qué viene ésto ahora?

Es evidente que el mayor se está molestando, no tanto por el tema de discusión que ahora les entretiene, sino por el tema del cuál ya ni hablan y que a ambos les quema por igual, por mucho que Defteros se empeñe en reprimirse debido a demasiadas dudas y miedos que Aspros creía superados, pero que desde la muerte de sus padres han renacido en el menor.

- Sabes perfectamente a qué viene...- Aspros está llegando al peligroso punto de no retorno. Se olvida de la compra que están juntando entre los dos, de los helados y de la gente que les rodea, soltando de sopetón los reproches que hace demasiados días que le quitan el sueño, y que parece que a Defteros poco le importe ser su directo instigador.- Def...¿desde cuándo no estamos...juntos...eh? Dime...¿desde cuándo? - Las preguntas son formuladas con voz baja, pero la dureza de la mirada que las acompaña obliga a Defteros a desviar la suya y focalizarla de nuevo en la lista de la compra que pende de sus manos, dejando a Aspros sin la imperiosa respuesta que ambos saben, pero que el mayor se empeña en escuchar pronunciada.- ¿Me has oído o no?

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