8. Regreso

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8. Regreso

Saga y Kanon nunca habían recogido sus cosas y hecho las maletas con la celeridad que los gobernó después de recibir la notícia: que regresaban a casa, y que lo hacían los cuatro juntos.

Apenas un par de días atrás Aspros les había reunido en el salón, y no supo dar rodeos. Aunque mil miedos y temores acudieron al mayor, que intentaba hallar cualquier razón que le advirtiera que se equivocaba...inútilmente.

- Tendréis que ir al instituto en transporte público...

- Casi siempre lo hacíamos.

- Los amigos los tenéis a casi todos por aquí...en el centro...

- Les podemos ver igual.

Todas las respuestas se emitían al unísono, y el brillo que se había instalado en sus ojos desde el mismo instante que Aspros pronunció las palabras mágicas "haced las maletas, que volvemos a casa..." era simplemente abrumador.

- El fútbol...los entrenamientos...no siempre os podremos venir a buscar...

- ¡Aspros! ¡Tenemos quince años! ¡No nos vamos a perder!

Saga intervino en solitario, evidenciando a Aspros que no estaba hablando con unos chiquillos recién salidos del cascarón, por mucho que a ojos de él y de Defteros seguían siendo los pequeños. Pero este detalle nunca cambiaría. Por mucho que pasaran los años. Por mucho que a los menores les costara de comprender...y aceptar.

La ilusión de los menores irremediablemente se había contagiado en Aspros, y sobretodo en Defteros, menos capaz de reprimir sus propias emociones, intensificadas al observar de refilón la media sonrisa de Aspros ante el rápido asalto de soluciones aportadas por Saga y Kanon a cada uno de los supuestos baches descubiertos por el mayor.

- Volver a casa no significa que todo vaya a ser fácil...- la sonrisa de Aspros había desaparecido en el mismo momento de poner voz a su más profundo temor: enfrentar su antiguo mundo...y hacerlo con la irremediable falta de los principales pilares que hasta entonces lo habían sostenido.- Habrá muchos momentos...muchas cosas que nos los recordarán contínuamente...

Aspros calló antes que la aparición del odioso nudo en su garganta tomara su voz y delatara su oculta fragilidad, y la mano de Defteros posándose a traición en su hombro le calmó, transmitiéndole en silencio que no era necesario hablar más.

Saga y Kanon sintieron cómo el insoportable pesar que últimamente no les abandonaba volvía a despertar en ellos, pero Saga decidió erigirse en el fuerte y decidido. Había llegado su momento de hacerse valer...y de hacer saber a sus hermanos mayores que ellos tampoco estaban solos.

- Pues les recordaremos...porqué yo no les quiero olvidar...

No hizo falta aclarar nada más. Aspros se forzó a sonreír y se levantó antes que el escozor que amenazaba sus ojos se materializara en mal momento y peor lugar.

Ya estaba hecho y decidido. Y ya no había marcha atrás.

Ahora las cajas siembran toda la planta baja, y vadearlas se convierte en una cursa de obstáculos y precisión. Todavía quedan algunas cosas para trasladar...algún pequeño mueble, la mesa de dibujo de Defteros, la ropa de invierno...nada imprescindible para poder empezar su nueva vida en común.

En el piso superior Aspros se apresura a montar la cama de Kanon, con la inestimable y silenciosa ayuda de su propietario. Kanon todavía está dolido consigo mismo, y aún no se siente capaz de hablar con Aspros con naturalidad. El mayor parece haberse olvidado de su pasada riña, pero Kanon sigue castigándose, buscando redimirse lentamente prestándole su ayuda en algo tan simple y trivial como irle pasando los tornillos y sostenerle las partes a ensamblar mientras Aspros introduce los pernos y los ajusta con habilidad. El silencio que comparten, roto solamente por las precisas órdenes de Aspros, parece no molestar a éste pero Kanon se siente estúpidamente incómodo, y no se le ocurre nada más que sacar a relucir el tema de la misteriosa novia para maquillar la tensión que él solo se imagina, ignorando que no hará otra cosa que generarla de cero y aumentarla sin cesar.

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