32. Agosto

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Agosto.

Primer día del mes. El primero de los treinta que Aspros estará todo el día en casa y que a Defteros apenas le verán.

Y hoy empiezan las clases. Las que tendrán al gemelo mayor como implicado y estricto profesor.

Apenas hace unos tres días que Saga y Kanon han regresado del desafortunado "stage", y finalmente parece que la colección de inesperadas frustraciones que les sembró esa caótica semana se están digeriendo con tranquilidad.

Saga se observa algo más sosegado, e inocentemente cree que Defteros no ha compartido con Aspros su confesión. No le ha llegado ningún tipo de aleccionamiento por parte del mayor, y Saga lo agradece profundamente, más después de ver las escasas habilidades de Aspros a la hora de querer hablarles de sexo antes de partir al "stage". Kanon también parece haberse olvidado de la escena que presenció con Shaka y la de su posterior encontronazo, y se percibe sumido en una tensa calma que nadie sabe si precede a la tempestad, o si es simplemente que el menor de todos ha descubierto el camino de la madurez.

Defteros ha tomado la bicicleta para acudir al bar muy temprano. Agosto nace, y con él el mes de más trabajo de todo el verano. No le verán hasta pasadas las siete de la tarde, y los menores solamente tienen pesadillas con la condena que seguramente les ha preparado Aspros para hacerles pagar el haber suspendido seis y siete materias del curso.

Ninguno de los dos se ve con ánimos de abandonar su habitación, por mucho que el apetito matutino apriete. Hace rato que escuchan cómo Aspros se mueve por los bajos de su casa. Huelen a café recién hecho y escuchan las protestas de sus insaciables estómagos, factor que al fin consigue arrancar a Saga de sus dominios e ir en busca de Kanon, agarrándose a lo que sea para no enfrentar al nuevo profesor en soledad.

- ¿Bajamos o qué? - pregunta Saga abriendo la puerta del cuarto de Kanon sin preguntar, hallándole en plan remolón, vestido sólo con calzoncillos y una vieja camiseta, tumbado aún en la cama intentando ignorar los rugidos de su estómago.

- Ve tú...y déjame dormir un poco más...- se queja Kanon, dándose la vuelta sobre el colchón, mostrando su espalda a Saga como toda señal de indiferencia hacia su pregunta.

- Ayer Aspros dijo que nos levantáramos temprano...

- Vale...¿y? - se rebela Kanon, sin la menor intención de dejar de vaguear.

- ¡Pues que no quiero que suba a buscarnos, Kanon! - exclama Saga, acercándose a su gemelo para agarrarle del brazo, tirar de él y conseguir una mínima muestra de voluntad y esfuerzo.- ¡Vamos!

- ¡Déjame! - replica el menor, que no duda en derrochar cierta agresividad al soltarse bruscamente del contacto de Saga.

Kanon sigue enroscado sobre la cama y de cara a la pared, plagada de pósters que defienden sus gustos deportivos y musicales, muro ahora de sus suspiros de hastío por la incordiante presencia de Saga a sus espaldas. No piensa acceder a las pautas de Aspros, y menos aún a las demandas de Saga de acompañarle al piso de abajo para entregarse sin resistencia a una condena que no le apetece en absoluto. Pero Saga tampoco piensa desistir en su empeño de querer hacer las cosas bien, demostrando que pueden esforzarse con la debida seriedad que la salvación del curso requiere. Así que no se lo piensa más...si Kanon no accede por las buenas, lo hará por las malas. Y las malas son las cosquillas...punto débil del menor. Punto ahora mismo totalmente expuesto dada su despreocupada postura, la cuál deja al descubierto su flanco derecho del cuerpo, donde Saga ataca a discreción, provocando un terrible respingo en Kanon, diversas exclamaciones de rechazo, mezcladas con un surtido nada despreciable de insultos que se retuercen entre las garras del mayor y sus risas por saberse dominante de la situación.

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