16. Dieciséis: Saga

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El temido día ha llegado sin perdón. Hoy es el cumpleaños de Saga y Kanon. Sus dieciséis años llegan, y lo hacen sin ellos.

A pesar de coincidir en sábado y de hacer sólo un par de semanas que Defteros ha empezado a trabajar en el bar de la playa, hoy ha tenido el día libre. La decisión que tomó junto a Aspros fue celebrarlo con la tradicional barbacoa a la que les habían acostumbrado sus padres, pero añadiendo un pequeño detalle que hoy la ha convertido en distinta. Hoy se han acompañado de sus amigos. La presencia de otras almas de la misma edad ha sido esencial para maquillar el dolor durante unas largas horas que incluso han llegado a parecer divertidas. Saga y Kanon han comido con sus compañeros, han jugado, han hecho tonterías, han compartido bromas y pequeñas e inocentes riñas...han reído.

Sí, han reído...pero hoy su sonrisa ha sido triste. Y un poco impuesta.

Los pequeños se han esforzado en no pensar, en no querer recordar...en mirar hacia adelante. Y lo han conseguido con maestría hasta que la compañía de sus amigos ha ido desapareciendo poco a poco, y la casa ha quedado sólo con los cuatro ocupantes que desde hace unas semanas habitan en ella.

Inevitablemente el atardecer ha llegado, y con él ha regresado la tristeza acompañada de su partenaire de gala, la añoranza, y lo han hecho vestidas para la ocasión.

No podían faltar a la fiesta, y todos lo han sabido desde el mismo momento que ésta ha dado inicio, aunque ninguno de ellos les había enviado invitación. Su presencia no es bienvenida, pero deberán tolerar su compañía. Deberán sufrirla...y afrontarla. Y deberán hacerlo los cuatro.

Aspros y Defteros lo saben, y no en vano hace días que se han estado preparando mentalmente para recibirlas. Hoy ellos deben volver a ser fuertes, por mucho que su alma haga los imposibles por no fragmentarse de nuevo.

Kanon hace rato que ha desaparecido en su habitación. "Debo estudiar" ha sido la excusa elegida. Una excusa tan irreal como poco convincente. Ni siquiera él es capaz de creerla, pero es lo único que se le ha ocurrido para huir en busca del amparo de una necesaria soledad.

Saga está tratando de canalizar su dolor de otra manera, eligiendo a Aspros como escudo contra el cuál derrochar una verborrea insostenible y sin sentido mientras le pisa todos los pasos con peligrosa proximidad. Saga habla, y habla y habla...y lo hace sin cesar. Sólo así no piensa y ellos no encuentran su lugar. Y Aspros pacientemente le responde como puede cuando el menor se toma unos segundos para tomar aire y volver a la carga sin parar.

"Qué bien que vinieron todos los amigos, qué buena que ha salido la carne, déjame que te ayudo con el lavaplatos, qué envidia que Defteros ya esté tan moreno, ¿luego me echarás una mano con unos problemas de matemáticas que no entiendo?, ¿has visto qué chulo el videojuego que nos ha regalado Aioros?, ¡las botas de fútbol que nos habéis comprado Defteros y tú son geniales! las estrenaremos en el "stage" del equipo..."

Saga en realidad no habla, sino que escupe frases sin norte ni dirección mientras sus pasos tientan hacer tropezar a Aspros en más de una ocasión, pero la cabeza del mayor ya no puede más. Si no le detiene, su inagotable voz acabará enloqueciéndole, y el dolor que Saga no desea filtrar le corroerá las entrañas más temprano que tarde sin demorar.

- Saga...- el año que viene podríamos repetirlo con los amigos, ha sido divertido, - Saga...- y quizás entonces Defteros y tú tendréis novia, y puede que yo también, y entonces seremos más, - Saga...- y hasta puede que me atreva a asar la carne yo, tampoco es tan difícil...- ¡Saga! Detente...por favor...- Aspros necesita tomar a Saga por los hombros y propinarle un par de zarandeos para conseguir acallar su voz, pero sin ser posible encontrarse con su verdosa mirada, perdida en toda la sarta de frases que aún no ha pronunciado, y que luchan en su garganta para ir viendo la luz y así impedir que algo peor se adueñe de ella.- Saga...mírame...

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