46. Aceptación: Saga

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Kanon ha desaparecido en su habitación. Y lo ha hecho avanzando directamente hacia sus hermanos mayores, pasando entre los dos sin ser capaz de mirarles a los ojos, y permitiéndose el estúpido lujo de golpearlos tanto a uno como al otro con un choque de hombros perpetrado adrede.

Descarado y prepotente.

Abrumadoramente hiriente.

Saga simplemente se ha quedado congelado en el mismo lugar donde ha estado todo el rato, y un tremendo nudo ha acudido a ahogar su garganta al tiempo que unas indescifrables lágrimas han regado sus verdosos ojos, clavados fijos sobre la derrotada figura de Aspros y en la profunda desesperación que conduce a Defteros a buscar refugio en la cocina.

- Def...Def no te vayas...

Aspros lo ruega con la voz rota, tratando de alcanzar la mano de su gemelo para retenerlo cerca de su áurea de protección, pero los dedos apenas han podido rozar una piel que han percibido temblorosa.

- Déjame, Aspros...

La puerta de la cocina se cierra emitiendo un estruendo que consigue hacer tiritar la pared, encoger el corazón de Aspros y derramar las lágrimas de Saga, quién parece haber desaparecido de la percepción visual de sus hermanos mayores.

Saga hierve en rabia y desesperación, pero nadie lo nota.

Rabia por la reacción desmesurada de Kanon ante un hecho que siempre ha sido real, aunque solamente imaginado morbosamente por sus mentes adolescentes. Un hecho que Saga comprende...y teme hacerlo con la claridad que se le presenta en su interior.

Y desesperación porqué no soporta ver a sus dos únicos pilares en la vida fracturados y derribados. El dolor que ha emanado de las miradas de Aspros y Defteros se ha convertido en su propio dolor, y la opresión que ahora siente en su pecho y en su garganta es llanamente insoportable.

Aspros también ha desaparecido dentro de la pesadez del ambiente de la cocina, y Saga se ha quedado solo...debatiéndose en qué hacer, dónde acudir, qué decir...

Qué decir...

La intimidad buscada por Defteros ha resultado fugaz. La presencia de Aspros se ha solidificado a sus espaldas, y el menor de los dos no se siente capaz de soportar el temblor de su alma ni asiéndose con ambas manos al borde de la mesada.

- Def...

- Vete.

- No.

- Sí.

- No...no me voy a ir...

El mayor se acerca a Defteros y tantea un contacto sobre un hombro que lo repele con despecho.- Ya tienes lo que querías, Aspros. Ya lo saben...

- Era necesario.

- ¡Era evitable, maldita sea! - Defteros se voltea enérgicamente y enfrenta la aguada mirada de su gemelo con dureza.- Era evitable...

- No lo era. Nunca lo ha sido, Def...

- Kanon ya nos odia...¿y de verdad te crees que dejará de hacerlo?...Y Saga...ni siquiera sé lo que debe estar pensando...

Los labios de Defteros tiemblan, y ni su amarre con los dientes es capaz de detener su estremecimiento, ahora acompañado por unas lágrimas que arrastran demasiadas dudas, miedos y temores.

- Pues que nos amamos. No pueden pensar otra cosa. Ninguno de los dos. Porqué ésta es la única verdad que importa...

- ¡¿Pero es que tú sólo puedes pensar en ti?! ¡¿Acaso no te da miedo que ésto se sepa más allá de nuestra propia celda?! ¡¿Y qué pasará si en el colegio alguien lo llega a saber?! ¡Les harán la vida imposible! ¡Nos los pueden arrebatar, Aspros! ¡Los Servicios Sociales nos pueden arrebatar su custodia! Y yo no quiero que ésto pase...- La voz de Defteros ya no puede emerger con claridad. Un sollozo lo impide, y los brazos de Aspros se rinden a la necesidad de cercar la espalda de su gemelo y atraerlo hacia él, fundiéndose en un abrazo que traspasa todas y cada una de las barreras que los dogmas de la sociedad imponen a sus sentimientos más desordenados, profundos y reales.- Joder, Aspros...no soportaría que nos los arrebaten...¿qué pensarían papá y mamá de nosotros si ésto ocurre?

- Ésto no va a ocurrir. Por lo que más quieras, te prometo que ésto no ocurrirá jamás...Jamás ¿me oyes?

Jamás...

Aspros tampoco puede seguir sosteniendo una seguridad que le abruma y le aplasta, y las lágrimas acuden a su cerrada mirada al tiempo que sus labios susurran contra el hombro de Defteros la palabra jamás como si fuera el mantra de su salvación.

La tristeza y desazón que une a los mayores es tan profunda que ninguno de los dos se ha percatado que sus mutuas confesiones han sido presenciadas por otra alma que se estremece al mismo son que las suyas.

Saga se halla de pie unos pasos robados al umbral de protección. Su corazón late con violencia y sus lágrimas tientan la piel de una garganta que a duras penas puede tragar el dolor que saborea.

"Ahora ya nos podéis odiar..."

¿Cómo puede odiarles si ellos lo son todo para él desde que sus padres se fueron una noche para no volver?

¿Cómo puede juzgarles si ni él mismo sabe lo que siente su corazón cada vez que Kanon se muestra cercano y amable?

¿Cómo puede siquiera Defeteros pensar en que alguien puede odiar al alma más pura que esa casa ha conocido jamás?

¿Y cómo puede él mismo hacerles saber que se equivocan? ¿Y que le duele profundamente que lo hagan?

Sólo se le ocurre una cosa. Una acción desesperada. Simple.

Muda...

Cualquier palabra sobra, y su garganta no es capaz siquiera de arrancarla, así que Saga avanza los pasos que le quedan y rompe su abrazo.

No tiene porqué ser un abrazo entre dos almas incomprendidas. Hay otra que no les juzga, que les comprende y acepta.

Y que les ama.

Su cuerpo se interpone entre sus dos hermanos mayores y sus brazos rodean sus respectivas espaldas.

Sin palabras.

Un par de brazos cerrándose con fuerza y estremecimiento a su alrededor es todo lo que Saga necesita.

Y Aspros y Defteros no le defraudan.

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